Voluntarismo y ejercitos
LAUREANO GARC?ALa existencia de un ej¨¦rcito profesional es una utop¨ªa, seg¨²n el autor. Tanto el crecimiento demogr¨¢fico de nuestro pa¨ªs, como las dotaciones econ¨®micas necesarias para mantenerlo hacen que este modelo de ej¨¦rcito sea hoy imposible.
Pretenden estas l¨ªneas responder, por alusiones, al art¨ªculo de Herrero Brasas publicado en el diario EL PA?S el pasado 5 de octubre, sobre el modelo de Fuerzas Armadas en Espa?a, que ¨¦l, desde la lejana California, quiere que aqu¨ª sean totalmente profesionales. Es una opini¨®n respetable que, sin embargo, no resiste en sus argumentos y datos el contraste con la tozuda realidad. Recuerda el se?or Herrero que el ministro de Defensa, el secretario de Estado de Administraci¨®n Militar, el senador Borderas y yo mismo sostenemos que la evoluci¨®n demogr¨¢fica de Espa?a impide profesionalizar completamente las Fuerzas Armadas. Considera ¨¦l que los cuatro estamos en el error y que la raz¨®n est¨¢ de su parte. Una actitud que, trat¨¢ndose del servicio militar me trae a la memoria a aquella madre que, complacida, comentaba en un desfile: "Mira, f¨ªjate, mi hijo es el ¨²nico que lleva bien el paso".
En un art¨ªculo anterior, publicado en EL PA?S el pasado 22 de julio, el se?or Herrero tampoco ve¨ªa impedimento ni mayor problema econ¨®mico para implantar un modelo profesional de ej¨¦rcitos como el que tienen en Estados Unidos, despu¨¦s de la guerra del Vietnam.
Es cuesti¨®n de pagar bien, dec¨ªa, "por ejemplo, 140.000 pesetas", que habr¨ªa que multiplicar por 131.000 (efectivos de tropa y mariner¨ªa del proyecto de Fuerzas Armadas del 2000) y por 14 (12 mensualidades, m¨¢s dos pagas extraordinarias). Si la calculadora no ha enloquecido, la cifra resultante, 256.760.000.000 de pesetas, es el verdadero coste anual de las retribucioiles (s¨®lo retribuciones) de la tropa y mariner¨ªa profesional que propone Herrero.
En California no s¨¦ c¨®mo se ver¨¢, pero aqu¨ª..., o no ha hecho la cuenta o no le impresionan los ceros. Me malicio que a esto contraargumentar¨ªa que se puede bajar el coste reduciendo el n¨²mero de soldados, pero no conviene olvidar que con 180.000 efectivos totales, como pretende del modelo IFF AA 2000, Espa?a ya est¨¢ situada en el pelot¨®n de cola europeo en n¨²mero de militares en relaci¨®n a la cifra de poblaci¨®n.
El se?or, Herrero despacha otra vez con ep¨ªtetos los argumentos de aquellos que no compartimos sus consideraciones, y se afana en subrayar pretendidas diferencias entre los datos que venimos utilizando los cuatro citados. Espero, no obstante, que en esto no nos exija precisi¨®n en la cent¨¦sima, pues a buen seguro habr¨¢ reparado en que hay dos variables principales (¨ªndice probable de retenci¨®n y nivel de salarios del mercado) que lo hacen imposible.
Considera ¨®ptimo el se?or Herrero el n¨²mero de a?os que los efectivos de la Guardia Civil permanecen en activo y reiteradamente lo toma como ejemplo ideal de longevidad profesional para los soldados, por lo que no parece que haya contrastrado el modelo que propugna con lo que tiene cerca, Estados Unidos o, un poquito m¨¢s ac¨¢, en el Reino Unido. En estos pa¨ªses la verdad es que el tiempo de permanencia en activo de los soldados profesionales es considerablemente m¨¢s corto que el servicio en la Guardia Civil. Tengo que reconocer que no imagino c¨®mo ser¨ªa una brigada de infanter¨ªa nutrida de soldados abuelos en edad de prejubilaci¨®n.
En esto, es cierto, me gana el se?or Herrero, pues imagina que en la poblaci¨®n comprendida entre los 18 y los 27 a?os todos est¨¢n en condiciones de ser soldados y, adem¨¢s, que, parando el tiempo en el papel de imprenta (ya dijo Larra que en Espa?a no pasa el tiempo porque nunca pasa nada), la te¨®rica bolsa de disponibilidades potenciales no sufre merma y se estabiliza, cuando es bien sabido que, debido al escaso entusiasmo reproductor que las parejas tienen por estos pagos, los ni?os son cada vez m¨¢s escasos y dentro de unos a?os, cuando crezcan, aumentar¨¢n en peso y volumen, pero no en n¨²mero. No tiene en cuenta que el proceso es din¨¢mico y las disponibilidades decrecer¨¢n a?o a a?o a partir de 1996.
Tal es su entusiasmo que llega a deducir que, en el a?o 2000, 130.000 soldados profesionales equivalen al 4,7% del sector de poblaci¨®n masculina disponible. Es obvio que en este c¨¢lculo el se?or Herrero se ha olvidado de restar. Tomemos el a?o 2010 como referencia (dentro de 15 a?os) y veamos qu¨¦ ocurrir¨ªa si aplicamos la experiencia de los ¨²ltimos cinco reemplazos.
Seg¨²n la proyecci¨®n demogr¨¢fica del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), cumplir¨¢n 19 a?os de edad 189.287 varones espa?oles. Para calcular el p¨²blico objetivo para ser soldado profesional hay que deducir un 10%, que corresponder¨ªa al porcentaje de los que hoy son declarados exentos, fundamentalmente por razones m¨¦dicas.
Quedar¨ªan un total de 170.359, de los que habr¨ªa que restar otro 25%, que es el porcentaje equivalente a los que hoy pasan del aplazamiento temporal a la exenci¨®n: porque su presencia en el domicilio famillar es indispensable; porque las limitaciones psicof¨ªsicas que padecen no se resuelven con el paso de los a?os; porque ingresan en los centros militares de formaci¨®n de oficiales y suboficiales, en la Guardia Civil, en, el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y en las polic¨ªas de las comunidades aut¨®nomas; por otras causas personales, familiares y sociales, qu¨¦ van del fallecimiento, pongo por caso, a la privaci¨®n de libertad; y porque les sobreviene la objeci¨®n de conciencia o conveniencia. Parece razonable no contar con ellos, pues han orientado claramente su vida por otros derroteros o no est¨¢n en condiciones de ser soldados. Estar¨ªamos ya en 127.768 disponibles.
Para poder mantener 131.000 efectivos de tropa y mariner¨ªa y calculando una permanencia media de cinco a?os, ser¨ªa necesario incorporar cada a?o 26.200 nuevos soldados y marineros, es decir, uno de cada cinco, o m¨¢s exactamente el 20,5%, que podr¨ªa quedarse en el 19,5% de los varones si, tomando al alza la media europea calculamos que, adem¨¢s, se incorporar¨ªa el 5% de las mujeres de su misma edad y de sus mismas circunstancias.
Los datos que he utilizado son conocidos, y en base a ellos reitero que para profesionalizar al ciento por ciento los ej¨¦rcitos, el 20% (+/-5%) de los j¨®venes espa?oles con aptitud psicof¨ªsica para tal menester tendr¨ªan que optar libremente por ser soldados profesionales, desechando las dem¨¢s posibilidades de la plural oferta profesional y laboral del mercado.
Concluyo de todo lo anterior que m¨¢s que una propuesta de ej¨¦rcito voluntario, como rezaba el t¨ªtulo de su art¨ªculo, lo que ha hecho el se?or Herrero Brasas es un ej¨¦rcito de voluntarismo sobre los ej¨¦rcitos, y adem¨¢s es reincidente. Lo hizo en el art¨ªculo que public¨® en julio y lo recit¨® de viva voz en los cursos de verano celebrados en El Escorial en 1993 y 1994, y preveo que si en 1995 la Universidad Complutense le acoge, retornar¨¢ de la dulce California para volver donde sol¨ªa.
Termino recordando algo que no menciona el se?or Herrero La mayor¨ªa de los pa¨ªses de nuestro entorno tienen unas Fuerzas Armadas de car¨¢cter mixto (formada por militares profesionales y de reemplazo), y que los pa¨ªses de la OTAN que en relaci¨®n a su PIB m¨¢s gastan en defensa son, precisamente, los que tienen ej¨¦rcitos como los que ¨¦l llama voluntarios.
Las opiniones son libres, pero los datos son tozudos y aqu¨ª no hay m¨¢s cera que la que arde. El modelo m¨¢s conveniente es el que ha definido nuestro Parlamento, y adem¨¢s, hoy por hoy resulta que es el ¨²nico posible.
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