Un contencioso in¨²til
?Son los medios de comunicaci¨®n espa?oles distintos de los de los dem¨¢s pa¨ªses de nuestro entorno? ?Son m¨¢s mendaces y tienen una superior tendencia al amarillismo?No, por lo que yo s¨¦. El deslizamiento por la pendiente que conduce a levantar permanentemente la sospecha sobre la conducta de quienes participan en la vida p¨²blica no es un invento de los medios de Comunicaci¨®n espa?oles, sino que es algo que viene produci¨¦ndose en casi todos los pa¨ªses democr¨¢ticos occidentales desde hace bastantes a?os.
Dicho deslizamiento es resultado de, m¨²ltiples causas, entre las que hay que destacar las dos siguientes:
1? Cambios tecnol¨®gicos y, por tanto, econ¨®micos que han, alterado de manera radical la posici¨®n de las "empresas de comunicaci¨®n en la sociedad y que condicionan su propia supervivencia.
2? Modificaciones profundas en los h¨¢bitos culturales de la poblaci¨®n, que han convertido lo que anta?o era una demanda marginal en el ¨¢mbito de la informaci¨®n, en una demanda masiva e incluso mayoritaria y dominante
Por eso, tengo la impresi¨®n de que el proceso es irreversible. De ah¨ª que, aunque coincida con la apreciaci¨®n del se?or Pujol el pasado mi¨¦rcoles, de que el clima en Espa?a se est¨¢ haciendo irrespirable, deba a?adir que vamos a tener que aprender a respirar en ¨¦l. No hay nada que indique que vaya a ser distinto en el inmediato futuro.
De hecho, llevamos ya alg¨²n tiempo aprendiendo a respirar en un clima pol¨ªticamente contaminado. Si as¨ª no fuera y si la conducta de los ciudadanos estuviera determinada por lo que dicen buena parte de los medios de comunicaci¨®n,_no ser¨ªa posible ninguna acci¨®n de gobierno e ir¨ªamos directamente a la cat¨¢strofe.
Pero ocurre, afortunadamente, que la propia sociedad se vacuna contra los medios de comunicaci¨®n y aprende en la pr¨¢ctica a dar a la "informaci¨®n" que se le transmite el "valor que se merece". El que muchos ciudadanos disfruten leyendo noticias escandalosas sobre quienes est¨¢n en la vida p¨²blica, no quiere decir que act¨²en despu¨¦s pol¨ªticamente en funci¨®n de lo que se les ha transmitido por el medio de comunicaci¨®n correspondiente. El cinismo que dichos medios de comunicaci¨®n promueven respecto de lospol¨ªticos acaba afect¨¢ndoles a ellos mismos.
"Cuando los medios de comunicaci¨®n hac¨ªan sangre, el candidato se desangraba", dec¨ªa Jay Saverin, analista pol¨ªtico del Partido Republicano, en The Washington Post (24-30 octubre). "En la actualidad los medios de comunicaci¨®n hacen todo lo que hac¨ªan antes y no producen el mismo da?o. Los votantes tienden a darle a los ataques de los medios de comunicaci¨®n exactamente la misma credibilidad que a los ataques de un oponente: todo es pol¨ªtica".
Y es que, como a?ad¨ªa Howard Kurtz en el mismo n¨²mero, "si la prensa era considerada anta?o como un ¨¢rbitro imparcial en la sucia lucha pol¨ªtica, esta reputaci¨®n est¨¢ desapareciendo. En una encuesta reciente de Freedom Forum, 57 por ciento de los entrevistados dec¨ªan que los periodistas no son m¨¢s honestos que los pol¨ªticos que critican".
Este es el proceso que se est¨¢ viviendo en todos los pa¨ªses democr¨¢ticos. Espa?a no es una excepci¨®n. ?C¨®mo explicar, si no, los resultados de las ¨²ltimas elecciones generales, en las que la mayor parte de los medios de comunicaci¨®n hab¨ªan desahuciado al Gobierno de la forma en que, sin duda, todos los lectores recuerdan?
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