El reloj de fichar
Esta ciudad genera locura para todo el Estado; yo a¨²n no he podido digerir una noticia que nos cont¨® J. A. Hern¨¢ndez hace m¨¢s de una semana en la primera p¨¢gina de este suplemento. Normalmente, nunca rumio noticias antiguas, porque se descomponen en seguida, y a partir del cuarto o quinto d¨ªa no son aptas para el consumo humano. Pero es que ¨¦sta, ya digo, no logro digerirla, porque tiene una cosa dura dentro, una especie de hueso, que no se deja masticar: en fin; parece ser que el Ministerio de Justicia est¨¢ investigando la venta de carne de baja calidad a la c¨¢rcel de Carabanchel. No s¨¦ en qu¨¦ quedar¨¢ la cosa, aunque lo normal, tal como est¨¢ el patio, es que alguien se lleve unas pesetas; cuidado, no afirmo que est¨¦ sucediendo, digo que ser¨ªa lo normal; si empresarios modelos, como Javier de la Rosa, venden acciones en mal estado a peque?os ahorradores, ?por qu¨¦ un modesto funcionario no va a llevarse un sobresueldo comprando carne congelada al precio de fresca? Se trata de una hip¨®tesis, insisto, no quiero l¨ªos, y menos con prisiones, pero reconocer¨¢ usted, que en el contexto en que nos desenvolvemos ser¨ªa lo normal, yo mismo lo har¨ªa,entre otras cosas porque me f¨ªo m¨¢s de la carne congelada que de la sangrante.Lo que me llam¨® la atenci¨®n, pues, no es eso, sino el hecho de que obligaran al proveedor de esa c¨¢rcel a hacer una donaci¨®n irregular de casi dos millones de pesetas, que se han destinado a la compra de un reloj electr¨®nico para que fichen en ¨¦l los funcionarios. Vamos a ver, yo entiendo que uno se corrompa para cambiar de coche, para comprarse un piso sin necesidad de pasar por el calvario de la PSV, o para mandar al ni?o a hacer un master a EE UU; todo esto entrar¨ªa dentro de la normalidad, y no ser¨ªa yo el que se lo reprochara al corrompido, al menos, hasta que sepamos d¨®nde est¨¢n los 1.244 millones que Air Products pag¨® a Banesto, o los informes por los que Filesa se forr¨® minuciosamente en su momento. Nada que objetar, pues, a que a un proveedor se le obligue a pagar un peaje de dos kilos, incluso me parece poco, teniendo en cuenta la facturaci¨®n anual del carnicero. Lo que no entiendo es que, con el dinero de esa corruptela instale uno, un artefacto de fichar en una c¨¢rcel.
Vamos, que lo malo de lo de Carabanchel no es que adquieran comida congelada por fresca, en el caso de que tal extremo llegara a demostrarse, sino que, hay un loco que en lugar de comprarse un BMW con la diferencia, ha encargado una m¨¢quina para ver qui¨¦n llega tarde a la prisi¨®n. Este pa¨ªs est¨¢ poni¨¦ndose imposible. Yo conoc¨ª a un tipo que lo que m¨¢s ilusi¨®n le hac¨ªa en la vida era tener una m¨¢quina de fichar: le diagnosticaron el s¨ªndrome del director de recursos humanos, pero acab¨® en el frenop¨¢tico porque su familia se dio cuenta, en seguida, de que se trataba de un s¨ªndrome peligroso. Lo malo de los tiempos que nos tocan vivir ahora es que, alguien que llega al extremo de corromperse para poner en su empresa uno de esos relojes, puede pasar por una persona normal y recibir un homenaje y un reloj de oro el d¨ªa de la jubilaci¨®n. No s¨¦ ad¨®nde vamos a llegar; est¨¢ todo cambiado, como si le hubieran dado la vuelta al mundo. F¨ªjense, si no: denunciaba Matanzo, por las mismas fechas en que salt¨® lo de Carabanchel, que le hab¨ªan pinchado el tel¨¦fono. Yo no s¨¦ si es verdad, me imagino que no, pero el solo hecho de que Matanzo pueda tener esa fantas¨ªa indica que el fin del mundo est¨¢ cerca. ?Qu¨¦ clase de perturbado ser¨ªa capaz de escuchar dos conversaciones seguidas de este hombre? Ya lo s¨¦, no me lo digan: el mismo que ha sido capaz de destinar una comisi¨®n irregular a la compra de una m¨¢quina de fichar. Esta ciudad, insisto, puede proporcionar locura para todo el Estado.
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