Angel del infierno
Los alagados es uno de los barrios miserables de la ciudad bahiana de Salvador, que abunda en ellos, y se distingue de otros porque, como su nombre indica, se trata de terrenos inundados, lodazales hirviendo de mosquitos donde una humanidad desocupada y hambrienta malvive en fr¨¢giles viviendas de latas, ca?a brava, calaminas, cartones y toda clase de desechos urbanos. All¨ª me di de bruces, una ma?ana de 1979, con la Madre Teresa. Acompa?ada por un pu?ado de voluntarios, inspeccionaba el lugar donde iba a abrirse un local de la congregaci¨®n fundada por ella, las Misioneras de la Caridad. Enanita y en¨¦rgica, su cara, esculpida a cuchillazos, se parec¨ªa a la del poeta W. H. Auden.La obra de esta congregaci¨®n la conoc¨ª de cerca, en Lima, en los a?os ochenta. Mi mujer formaba parte de uno de los grupos que llevaban v¨ªveres al Hogar de la Paz, en Tacora, y me habl¨® con tal entusiasmo de lo que all¨ª ocurr¨ªa que fui a verlo. Tacora no es el barrio m¨¢s pobre e Lima, pero s¨ª uno de los m¨¢s hediondos, por las pir¨¢mides de basuras acumuladas en las esquinas y provenientes de su mercado callejero, famos¨ªsimo porque los ladrones de la ciudad desguazan y reciclan en ¨¦l los productos de sus fechor¨ªas.
El Hogar de la Paz era pobre tambi¨¦n, pero pulcro como un laboratorio. All¨ª, la putrefacci¨®n estaba en los cuerpos de sus hu¨¦spedes: ni?os descerebrados recogidos en los basurales del contorno, inv¨¢lidos sin piernas y sin brazos que hab¨ªan vivido media vida a la intemperie disput¨¢ndoles a los perros la bazofia de las calles, ancianos sin fuerzas para moverse a los que era preciso amamantar como a reci¨¦n nacidos, ruinas aquejadas de deformaciones horripilantes, enfermos terminales. En sus saris de crudo blanco, la docena de misioneras -once indias y una alemana- y los voluntarios nativos parec¨ªan desbordados; pero, pese al trabajo abrumador que desplegaban para atender, asear, curar, pasear, dar de comer a esa mir¨ªada de desdichados y de v¨ªctimas, nunca advert¨ª en esas salas y patios austeros crispaci¨®n alguna ni el menor s¨ªntoma de fatiga o desfallecimiento; m¨¢s bien, siempre, un rec¨®ndito sosiego por debajo de la agitaci¨®n exterior, esa tranquilidad de esp¨ªritu que da el trabajo elegido, el que no nace de la necesidad sino de la vocaci¨®n.
La admiraci¨®n que siento desde entonces por esos hombres y mujeres, y por Agnes Gonxha Bojaxhiu, la menuda albanesa de Skopje que hace medio siglo pidi¨® permiso al Saint Mary's School de Calcuta, donde ense?aba Geograf¨ªa, para ir a echar una mano a los agonizantes de las calles de la ciudad, no me ha convencido de la existencia de Dios, desde luego, ni variado mis convicciones a favor del control de la natalidad y de la despenalizaci¨®n del aborto. Tampoco me ha hecho pensar que el camino elegido por la Madre Teresa y sus seguidores -el de la caridad- sea el adecuado para poner fin a la miseria y a la injusticia en este mundo. Simplemente, me ha hecho pensar lo obvio, o, mejor dicho, lo que yo cre¨ªa obvio y resulta que no lo es en absoluto: que hacen falta, adem¨¢s de convicci¨®n, coraje moral y generosidad desmedida para dedicar sus d¨ªas y sus noches a vivir entre la pestilencia, la mugre y el horror humanos, tratando de aliviarlos. Por poco que sea lo que ese inmenso sacrificio logre ya es mucho, y quienes, como yo y la inmensa mayor¨ªa de los hom¨ªnidos, nos sabemos incapaces de emularlo, deber¨ªamos, cuando menos, ser respetuosos con ¨¦l a la hora de juzgarlo.
El periodista Christopher Hitchens sostiene que, quienes cree mos semejante cosa, estamos garrafalmente equivocados. Que somos v¨ªctimas de una enajenaci¨®n colectiva que ha provocado en nosotros un "colapso de las facultades cr¨ªticas" a la hora de enjuiciar la labor de una mujer que, en lo personal, es una ¨¢vida de figuraci¨®n y una desaprensiva recolectora de donativos pecuniarios, en lo pol¨ªtico una aliada de tiranos y dictadores, en lo social una propagandista de las causas reaccionarias y, en lo moral, una coartada viviente que da buena conciencia a los occidentales neocolonialistas y racistas. Su alegato apareci¨® en un programa de televisi¨®n titulado "?ngel del infierno", difundido hace unos d¨ªas en el Reino Unido, por Channel 4.
En apoyo de sus tesis contra la Madre Teresa -a quien llama "demagoga, oscurantista y servidora de los poderes terreriales"-, Hitchens presenta dos testigos de cargo. La primera, una voluntaria que trabaj¨® en la Casa de los Moribundos, de Calcuta, donde, dice, las agujas de las inyecciones se lavaban y utilizaban varias veces, lo que, por lo visto, la decepcion¨®, tremendamente, as¨ª como que, en una ocasi¨®n, las hermanas no llevaran al hospital a un paciente que a su juicio todav¨ªa pod¨ªa ser salvado por la ciencia m¨¦dica. Hitchens concluye que el trabajo de la Madre Teresa est¨¢ orientado hacia la muerte en vez de a la vida, a salvar las almas en vez de curar los cuerpos de los infelices que pretende socorrer.
El segundo testigo es un 'intelectual progresista de la India. Explica algo que todo el mundo sabe: que, en t¨¦rminos num¨¦ricos -en medio del oc¨¦ano de miseria que las rodea-, el esfuerzo de las Misioneras de la Caridad es ¨ªnfimo y no cambia nada. Esto s¨®lo es cierto si quien lo dice se confina en lo general abstracto y no desciende para nada a lo concreto particular (que es- exactamente lo que hacen muchos intelectuales progresistas' cuando pontifican sobre cuestiones sociales), algo que s¨®lo puede permitirse quien est¨¢ tan bien comido y bien vestido como el rollizo hind¨² que aparece en el programa de Christopher Hitchens. ?Har¨ªa la misma afirmaci¨®n si fuera uno de los miles de pobres diablos que, gracias a la Madre Teresa y cong¨¦neres, se salvan de morir de hambre o devorados por las ratas y los perros de los alagados o las calles de Calcuta o de Lima? Al pedestre nivel de la miseria de unos seres reales y concretos -¨ªnfimo, desde luego, desde la grandiosa perspectiva de la Historia- la diferencia entre ambas opciones existe y resulta astron¨®mica: es la que separa a la enfermedad y la agon¨ªa rodeadas de una cierta protecci¨®n y calor humano del indescriptible horror de padecerlas en el m¨¢s absoluto desamparo.
El segundo argumento del 'intelectual progresista' es que la Madre Teresa es una "occidental", cuya religi¨®n, mentalidad y costumbres est¨¢n pervirtiendo la identidad cultural de los pueblos del Tercer Mundo y que su presencia all¨ª es enajenante y confusa en t¨¦rminos pol¨ªticos, pues hace sentir a los occidentales que gracias al servicio social de aquellas monjitas se liberan de toda responsabilidad respecto a los pa¨ªses pobres. Yo creo que esos argumentos son falsos, pero, si no lo fueran, quien los formula ser¨ªa, simult¨¢neamente, su negaci¨®n encarnada y su primera v¨ªctima. En efecto ?qu¨¦ hace hablando (y escribiendo) en impecable ingl¨¦s quien piensa as¨ª? ?Por qu¨¦ ha renunciado a su identidad aborigen adoptando una ideolog¨ªa de ra¨ªz inequ¨ªvocamente occidental como la que le permite elucubrar sus esquem¨¢ticas teor¨ªas? ?No es el marxismo una ideolog¨ªa tan for¨¢nea y pervertidora de la "identidad cultural" de la India como el cristianismo? De otra parte, puestos a buscar adormecedores morales de las conciencias, ?no podr¨ªa ocurrir que lo que ese 'intelectual progresista' dice contra la Madre Teresa tenga exactamente la misi¨®n de dar una buena conciencia a esos espectadores occidentales progresistas -Channel 4 es el canal progresista por excelencia de Gran Breta?a- para los que el programa de Christopher Hitchens ha sido confeccionado? Los dem¨¢s argumentos los expone el propio Hitchens, cara a la c¨¢mara, ilustr¨¢ndolos con las im¨¢genes en las que se ve a la Madre Teresa recibiendo condecoraciones de Baby Doc, de Ronald Reagan, de la Reina Isabel, poniendo flores en la tumba de Enver Hoxha y dando la mano a capitalistas bribones como Robert Maxwell y un americano que ahora est¨¢ en la c¨¢rcel, gentes sobre las que aqu¨¦lla dice Pasa a la p¨¢gina siguiente
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?ngel del infierno
Viene de la p¨¢gina anteriorsiempre una frase cordial. De ello deduce Hitchens que la Madre Teresa es c¨®mplice objetiva de tiranos y pillos, a quienes trata de "legitimizar" con su presencia. Deber¨ªa deducir, m¨¢s bien, que, siendo la pol¨ªtica lo, que es y los pol¨ªticos lo que son, los jefes de Estado y de gobierno de este mundo -dictadores o dem¨®cratas, conservadores o progresistas- han tratado por todos los medios posibles de fotografiarse condecorando a alguien que, cre¨ªan, pod¨ªa contagiarles algunos ¨¢tomos del prestigio de que gozaba (hasta que la desenmascar¨® Christopher-Hitchens). Si ¨¦se era el precio para llevar all¨ª su trabajo, la Madre Teresa ha estado dispuesta a aceptarlo. Eso puede ser inadmisible desde el punto de vista de un revolucionario, sin duda; pero, y esto es lo que parece totalmente fuera de la. comprensi¨®n de Hitchens, hay personas como aquella mujercita tenaz para las que lo que hace est¨¢ por encima y vale mucho m¨¢s que la revoluci¨®n y que la pol¨ªtica. Se puede discrepar'. de semejante escala de valores, desde luego; pero, de ah¨ª a deducir que quien dice creer eso, en verdad simula y no es m¨¢s que una tenebrosa conspiradora a favor de los reg¨ªmenes y los hombres poderosos hay un verdadero salto, dial¨¦ctico (y nunca mejor dicho).
La acusaci¨®n ¨²ltima y m¨¢s machacada por Hitchens es que la Madre Teresa es una enemiga de la planificaci¨®n familiar y una anti-abortista militante, una c¨®mplice del Papa. Esto sin duda es cierto, pero no me explico c¨®mo imagina aqu¨¦l, siendo ella cat¨®lica apost¨®lica y romana y monja por a?adidura, que podr¨ªa pensar y actuar de otra manera, ni c¨®mo puede singularizar como un bochornoso defecto semejante acusaci¨®n en alguien que, en esto, no hace m¨¢s que asumir lo que es un dogma de su fe y de su iglesia. Salvo algunos cuantos casos heterodoxos pintorescos y estrafalarios, no entiendo c¨®mo se podr¨ªa ser cat¨®lico sin ser un "complice" del Papa. En todo caso lo evidente es que disolver a la Madre Teresa dentro de la doctrina cat¨®lica para poder devaluar su trabajo es un pase m¨¢gico muy deshonesto. Pues lo que cuenta en ella fundamentalmente no es tanto lo que, cree como lo que hace, los casi cincuenta a?os que lleva tratando de apagar el infierno en que viven millones de hombres con sus flacas manos, sepultada hasta los tu¨¦tanos en donde reinan la, desesperaci¨®n y la miseria. Hay muchos que comparten las creencias de la Madre Teresa, pero s¨®lo ella ha hecho lo que ha hecho.
Mi impresi¨®n es que la verdadera finalidad del programa de Hitchens no es ejercitar aquella cr¨ªtica racional que, seg¨²n ¨¦l, hemos perdido quienes sentimos respeto por la Madre Teresa, ni la de dar una batalla m¨¢s eficaz que el que ella da por los despose¨ªdos. Su intenci¨®n es claramente destructiva, lo que en ingl¨¦s llaman el "linchamiento moral" de una persona que incomoda, que, en efecto, encaja mal en el mundo en que vivimos, que desentona clamorosa mente en la realidad actual. Porque lo cierto es que, crea mos que lo que la Madre Teresa hace sirve . para algo o que es in¨²til, de todos modos saber que lo est¨¢ haciendo de alguna manera nos empobrece y nos acusa. Equivocada o acertada en sus creencias, hay en su vida y en- la de quienes la acompa?an una falta de ego¨ªsmo, un des prendimiento personal y una capacidad de sacrificio que, en el plano moral, rebaja considerablemente lo que son nuestrasmetas y realizaciones, las de la inmensa mayor¨ªa en todo caso. Desnaturalizar y envilecer su obra, atribuy¨¦ndole perversas intenciones y abyectos efectos sociales y pol¨ªticos es, en ¨²ltima instancia, demostrar que la famosa Madre Teresa no vale m¨¢s que los peores de nosotros, que se puede comparar con cualquiera, digamos, un Christopher Hitchens.
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