?Que marcha!
El relevo de la guardia en el palacio Real se reincorpora al paisaje madrile?o
Madrid cuenta desde ayer con un nuevo atractivo para lugare?os y visitantes. El primer mi¨¦rcoles de cada mes, salvo recepciones oficiales, los madrile?os y turistas de la ciudad podr¨¢n asistir en la plaza de la Armer¨ªa del palacio Real al relevo de la Guardia Real, en una espl¨¦ndida parada militar donde el color y la m¨²sica ser¨¢n protagonistas. Se recupera as¨ª una tradici¨®n interrumpida desde 1931.La empedrada plaza de palacio reestren¨® ayer la ceremonia. Una luminosa ma?ana de oto?o ba?aba la ciudad. La parada comenz¨® justo al mediod¨ªa. Desde dentro y fuera de palacio, dos compa?¨ªas de la guardia saliente y del relevo, hombres y mujeres tocados con ros color crema y plumerillo rojo, uniformes azul marino galonados de rojo y guantes blancos sujetos a mosquetones, irrumpieron en el patio a paso lento y solemne por dos puntos enfrentados. Iban precedidos por el son de los p¨ªfanos de sendas bandas de m¨²sica provistas de gaitas, tambores y trombones, que interpretaban una melod¨ªa aflautada, llena de evocaciones. Ambas compa?¨ªas evolucionaron sobre el empedrado hasta situarse enfrente. A sus lados se alinearon dos escuadrones de guardia a caballo, coraceros y lanceros; cascos de plumas, uniformes azul oscuro, sables plateados y caballos tordos, los unos; cascos de crines, ternos celestes, lanzas rematadas por banderitas espa?olas y caballos blancos, los otros. Los caballos resoplaban disciplinadamente sobre el patio, mientras sus herraduras hac¨ªan restallar brillantes ecos de la piedra.
Tres centenares de colegiales de la escuela privada Los ?ngeles de Getafe bull¨ªan apostados sobre cercas de metal entre exclamaciones de admiraci¨®n ante la evoluci¨®n de soldados y caballos. Los ni?os se mezclaban juguetones entre una excursi¨®n de se?oras de la tercera edad de Segovia. Unos y otros miraban con atenci¨®n sobre el empedrado: all¨ª, siete fornidos gastadores, con sus cordeles anaranjados sobre el pecho, rend¨ªan armas a los comandantes de las dos compa?¨ªas, que intercambiaban saludos con torsiones de sus mu?ecas para agitar sus sables en un lenguaje desconocido. De pie, sobre el patio, el almirante Fernando Poole, jefe del Cuarto Militar del Rey, presid¨ªa firme el relevo, con su uniforme azul marino con unos dorados rematados por cocas. Al poco, lleg¨® el momento de la m¨²sica popular. Los sones del pasodoble Espa?a ca?¨ª, seguidos despu¨¦s por los de un fragmento de La Puerta de Alcal¨¢, inundaron la plaza con su marcha. Los ni?os miraban a los adultos y sonre¨ªan. Los peque?os desconoc¨ªan que la parada que contemplaban fue interrumpida hace 63 a?os y que s¨®lo ayer, tras el esfuerzo del teniente coronel Jos¨¦ Emilio Rold¨¢n, de la plana mayor de la Guardia Real, que durante meses recompuso la ceremonia sobre postales y documentos de la ¨¦poca, fue posible ponerla nuevamente en escena.
Francisco Grau, teniente coronel jefe de la unidad de m¨²sica de la Guardia Real, mostraba su alegr¨ªa por la interpretaci¨®n de, los pasodobles y de su Marcha de los soldados de la paz, considerada por algunos como un homenaje a los soldados espa?oles en Bosnia.
Todo sali¨® bien. Ning¨²n caballo brinc¨® en demas¨ªa. Fueron cincuenta minutos exactos para relevar ocho puestos de a pie y otros cuatro de a caballo. Una ceremonia que, desde ayer, forma parte del paisaje de la ciudad.
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