Azofra pasa factura al Estudiantes
El madrile?o de ja a su ex equipo en situaci¨®n de crisis aguda
A un equipo sin esp¨ªritu no se le puede aplicar castigo m¨¢s doloroso que enfrentarle de bruces con el rostro de su alma. Al Estudiantes le ocurri¨® ayer y todav¨ªa est¨¢ reponi¨¦ndose del susto. Nacho Azofra, primero en la l¨ªnea de sucesi¨®n de los grandes mitos del Ramiro, no tuvo piedad del equipo que lleva en su coraz¨®n. Le desenmascar¨®. Y tambi¨¦n le indic¨® el camino de la recuperaci¨®n: Azofra necesita a Estudiantes y, sobre todas las cosas, Estudiantes necesita a Azofra.Es el Caja San Fernando quien tiene la suerte de contar con el jugador m¨¢s intuitivo y genial del baloncesto espa?ol. A ¨¦l le debe la victoria sobre el Estudiantes. Azofra se erigi¨® en el due?o y se?or del partido. Delimit¨® la l¨ªnea que nunca pudo traspasar su rival, ese paso m¨¢s que s¨®lo pueden dar los m¨¢s grandes y que sirve para ganar partidos.
Lo dio de muchas maneras. Dibuj¨® con gruesos trazos el ritmo del choque, pausado y cerebral para evitar los galopes estudiantiles. Envi¨® al psicoanalista a Gonzalo Mart¨ªnez y Lafuente, los dos bases -el tercero, Pablo Mart¨ªnez, resisti¨® bien pero el partido estaba ya casi decidido cuando Mart¨ªn se acord¨® de ¨¦l- que osaron oponerse a sus designios. Tuvo hasta la virtud de la contundencia. Anot¨® 23 puntos y sus seis triples golpearon por partida doble: no se conform¨® con el da?o intr¨ªnseco de los tres puntos, sino que eligi¨® el momento m¨¢s nocivo.
Azofra, adem¨¢s, encontr¨® soberbia ayuda en el admirable Jackson -su mu?eca sigue engrasada-, en el f¨¦rreo Montes, otro ex -que amarg¨® a Herreros con su defensa- y en el siempre eficaz Hall, dominador del rebote ante la pasividad de los pivots locales.
Estudiantes nunca dio la impresi¨®n de poder derribar a una escuadra s¨®lida y coronada por la fantas¨ªa de su ex base. El equipo colegial presenta todos los s¨ªntomas de equipo peque?o: gana, alguna vez, a los grandes y pierde con los d¨¦biles, que son mayor¨ªa; depende en grado sumo de su estrella, Herreros; desprende una elevada carga de desconfianza mutua entre sus principales protagonistas (el t¨¦cnico parece no confiar en sus jugadores y viceversa); la actitud en cancha sugiere un conformismo (nula tensi¨®n defensiva, escasez de concentraci¨®n, ausencia de ideas) que no casa con la mentalidad del club.
Y lo peor para el Estudiantes es que no hay raz¨®n objetiva alguna que invite a la esperanza.
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