En la plaza de la Encarnaci¨®n
Un hombre desocupado que quer¨ªa aprovechar el buen tiempo de la semana pasada se sent¨® a tomar el sol en un antiguo banco de piedra que corre por delante del convento de la Encarnaci¨®n, muy cerca del, Palacio Real. En este bello templo, de principios del siglo XVII, en un d¨ªa determinado de cada a?o, se licua la sangre en polvo de un m¨¢rtir, milagro que convoca a muchos fieles.Frente al convento se conmemoran los ritos milagrosos y sangrientos de otro m¨¢rtir, el matador de toros Jos¨¦ G¨®mez Ortega, Joselito. Una placa en el edificio indica d¨®nde viv¨ªa el diestro gitano. Muerto en el ruedo de Talavera en 1920, su cad¨¢ver fue velado en esta casa antes de ser trasladado a Sevilla.
Desde hace unas semanas el edificio est¨¢ cubierto por andamiajes y toldos porque se est¨¢ reformando su fachada, y en esta suave ma?ana de oto?o se o¨ªan los golpes del martillo contra la piedra y los gritos de los obreros, varios de ellos negros. Tenemos entendido que en algunas obras, aunque los negros realicen el mismo trabajo, cobran un sueldo sustancialmente inferior que sus compa?eros blancos.
Hac¨ªa tanto calor al sol que el hombre desocupado tuvo que quitarse la chaqueta. ?Qu¨¦ placer, qu¨¦ tranquilidad!, pens¨®. Abri¨® su peri¨®dico y empez¨® a leer. Las noticias m¨¢s desagradables (la mayor¨ªa) las ley¨® m¨¢s bien por encima. Era un d¨ªa demasiado hermoso como para adentrarse en guerras y corrupci¨®n y asesinatos.
El ¨²nico inconveniente era la suciedad de la plaza: latas de cerveza, papeles, colillas, pipas de girasol. Los j¨®venes del barrio se re¨²nen aqu¨ª al atardecer y siembran el suelo de desperdicios. Esto, y el hecho de que no dan abasto los barrenderos contratados por una compa?¨ªa particular de limpieza, deja la placita con un aspecto lamentable. (Curiosamente, esta compa?¨ªa particular cobra millones al Ayuntamiento por este servicio defectuoso). Tambi¨¦n hab¨ªa cierto olor a orina de perros, ya que esta placita es punto de reuni¨®n para los canes del barrio. Acuden con sus due?os para correr por la hierba, donde defecan, y para hacer pis en las esquinas de los dos bancos de piedra.
Justo en ese momento lleg¨® una se?ora con su perro, que empez¨® a ladrar a un hombre gordo que estaba sentado en uno de los bancos. "?Lucky, ven aqu¨ª! ?Lucky!", grit¨® la mujer sin resultado alguno. No sabemos por qu¨¦, pero parece que todos los perros de Madrid tienen nombres extranjeros: Lucky, Tom, Wisky, Bobby... ?Pasa lo mismo en Valencia o en Bilbao? El hombre gordo hizo caso omiso de Lucky, sac¨® de una cartera unos folios y empez¨® a escribir, parec¨ªa que una, carta, no sabemos si de amor.
En esto lleg¨® una se?ora mayor que tir¨® trozos de pan seco al suelo para las palomas. Un par de palomas acudieron a comer, y la mujer se alej¨®, aparentemente satisfecha. Se encontr¨® con la due?a de Lucky y empezaron a charlar. Luego lleg¨® otra se?ora con otro perro, un pastor alem¨¢n cuyo nombre no llegamos a descubrir. Este segundo perro hac¨ªa un numerito impresionante: la mujer le tiraba una pelota y el animal, con un salto tremendo, la recog¨ªa en la boca. Luego se la devolv¨ªa a la mujer; ¨¦sta utilizaba una bolsita de pl¨¢stico para proteger su mano de la baba, y se repet¨ªa el n¨²mero.
Curiosamente, ni el pastor alem¨¢n ni Lucky se hicieron el menor caso.
Se alejaron las palomas y un gorri¨®n empez¨® a hacerse cargo del pan restante. El hombre gordo sigui¨® con su carta y el hombre desocupado volvi¨® a su peri¨®dico. En una secci¨®n titulada Futuro se encontr¨® con las declaraciones de un f¨ªsico te¨®rico ingl¨¦s. "Quiz¨¢ haya un conjunto ¨²nico de leyes que regule el universo", declaraba el f¨ªsico en el titular. M¨¢s abajo se destacaba otra observaci¨®n suya: "Tal vez la parte del cosmos en que vivimos sea demasiado peque?a para reconstruir el todo". El hombre desocupado pens¨®: "Pues s¨ª, puede ser".
Mientras, el gorri¨®n acababa con las migas y Lucky meaba en la esquina del banco de piedra ocupado por el hombre gordo. Esto pudo observarlo perfectamente un, obrero que, desde lo alto del andamio del edificio del gran Joselito, se hab¨ªa parado para descansar.
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