Estado sin piedad
Los republicanos de EE UU quieren poner fin a los restos del sistema de bienestar
El ayuntamiento de la ciudad de Washington celebr¨® hace poco m¨¢s de dos semanas una audiencia que no fue cubierta por ning¨²n gran medio de comunicaci¨®n de EE UU. Declar¨® en aquella oportunidad Linda Thompson, una de las cerca de 5 millones de madres solteras norteamericanas que reciben ayuda econ¨®mica del Estado para poder sobrevivir. Thompson se expres¨® con toda la objetividad y la precisi¨®n que le permiten sus estudios universitarios. Y termin¨® pidiendo, implorando, que no le quiten los 800 d¨®lares (unas 100.000 pesetas) mensuales con los que alimenta a sus ocho hijos.En esos d¨ªas, el grueso de la prensa prestaba m¨¢s atenci¨®n a las figuras del Partido Republicano, que acababan de ganar las elecciones con la promesa, como una de sus principales banderas pol¨ªticas, de reducir las ayudas sociales y limitar la cobertura de la beneficencia p¨²blica. El 80% de los norteamericanos simpatizan con esa idea, seg¨²n las encuestas. S¨®lo discrepan los 40 millones de personas que viven por debajo de los niveles de pobreza, establecidos en este pa¨ªs en la barrera de las 159.000 pesetas de ingresos mensuales para una familia de cuatro.
Lo peor de que la historia de Linda Thompson pasara inadvertida, explica Barbara Curtis, que dirige un centro de caridad cat¨®lica en el distrito de Columbia, es que la gente seguir¨¢ pensando que los receptores de la beneficencia (lo que en ingl¨¦s se llama welfare) son una lacra sin aspiraciones de la que conviene deshacerse cuanto antes.
Hace poco m¨¢s de 10 a?os, antes de cumplir los 18, Linda se cas¨® con un compa?ero de universidad, con quien r¨¢pidamente tuvo dos hijos. El matrimonio naufrag¨®, y ella, sin trabajo ni apoy¨® del padre, comenz¨® a recibir ayuda del Estado para mantener a los peque?os. Interrumpi¨® sus estudios, se uni¨® despu¨¦s a otro hombre y a?adi¨® seis ni?os a la familia. A los tres mayores los pudo incorporara un buen programa de educaci¨®n p¨²blica. Los dem¨¢s quedaron bajo su exclusivo cuidado cuando su segunda pareja tambi¨¦n fracas¨®. Situaci¨®n tras situaci¨®n la fueron condenando a permanecer en el welfare, y hoy no podr¨ªa sobrevivir sin ayudas del Estado".
Es posible, sin embargo, que Linda pierda esas ayudas muy pronto. Entre la f¨®rmula m¨¢s conservadora (simplemente acabar con el welfare) y la m¨¢s izquierdista (mantener las ayudas), el presidente Bill Clinton propuso el pasado verano un plan para limitar a dos a?os el periodo de percepci¨®n de subsidios. Peto incluso esa f¨®rmula intermedia tiene pocas posibilidades de ¨¦xito despu¨¦s de que los republicanos hayan alcanzado el control del Congreso. En sustancia, los republicanos no quieren que sea el Estado sino las organizaciones privadas de caridad quienes se ocupen de los pobres.
El Contrato con Am¨¦rica, el programa legislativo de la nueva mayor¨ªa parlamentaria, propone que el Estado no preste ninguna clase de asistencia a las madres menores de 2.1 a?os (25 a?os a partir de 1998) con ni?os nacidos fuera del matrimonio, ni a las de cualquier edad que no puedan identificar a los padres. Para los ni?os que queden desprotegidos en esas circunstancias ofrece crear mecanismos r¨¢pidos de adopci¨®n y orfanatos.
El programa republicano coincide con el programa de Clinton en limitar la cobertura del welfare a dos a?os, pero difiere en que no ofrece puestos de trabajo en el sector p¨²blico. Para los casi 28 millones de pobres que reciben ayuda para alimentaci¨®n, el Contrato con Am¨¦rica exige que tengan que trabajar al menos 35 horas por semana para seguir dentro de ese programa.
La discusi¨®n de esta propuesta promete ser uno de los asuntos m¨¢s controvertidos del pr¨®ximo periodo legislativo. La Casa Blanca y el Congreso est¨¢n de acuerdo en reducir el enorme gasto del welfare: 34.000 millones de d¨®lares en las ayudas a las madres sin recursos y 40.000 millones en ayuda sanitaria y alimenticia para los pobres. Pero hay fuertes discrepancias en c¨®mo hacerlo. Hillary Clinton dijo esta semana que "es preciso hacer antes de seis meses una reforma decente que lleve a la gente de la benificencia p¨²blica a un puesto de trabajo, pero una reforma que reconozca tambi¨¦n que hay algunas necesidades que tienen que seguir siendo cubiertas".
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