Nueva organizaci¨®n internacional
NACE UNA nueva organizaci¨®n para la custodia y el pensamiento de la paz. La CSCE (Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa), constituida en 1975 como foro de discusi¨®n entre los dos bloques, se ha transformado en la OSCE (Organizaci¨®n para la Seguridad y la Cooperaci¨®n en Europa), de acuerdo con lo decidido ayer en Budapest al t¨¦rmino de una reuni¨®n de los 52 pa¨ªses miembros. De una conferencia, un club de discusiones, se pasa a una estructura, un aparato que se quiere operativo y con el que se persiguen varios objetivos.La OSCE pretende cuadrar un c¨ªrculo de dif¨ªcil contorno: aplacar a Rusia por la pr¨®xima extensi¨®n de la OTAN al Este; es decir, que Mosc¨² acepte el trasvase a la Alianza de algunos de sus antiguos pupilos en ¨¦l fallecido Pacto de Varsovia, al tiempo que se le dice que su turno puede esperar. Y bastante. Los recelos rusos ante la extensi¨®n de la OTAN a Polonia y Hungr¨ªa son comprensibles, Los Estados sat¨¦lites del Este de Europa cumpl¨ªan, entre otros objetivos, la funci¨®n de establecer un cintur¨®n de seguridad, de dar una profundidad defensiva a las fronteras occidentales de la URSS. No hab¨ªa contacto territorial entre los pa¨ªses de la OTAN y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y ahora, con la extensi¨®n de la Alianza, s¨ª habr¨¢ esa fricci¨®n. Adem¨¢s, si a Rusia se le niega el derecho aentrar en la OTAN ello s¨®lo puede ser porque, por muy capitalista y democr¨¢tica que sea, constituye el ¨²nico peligro para sus vecinos centroeuropeos.
Por todo ello, la OSCE se concibe como una especie de organismo colocado pol¨ªticamente, si no por encima, s¨ª al menos antes de la propia OTAN. Como dice el comunicado, se trata de crear "una aut¨¦ntica asociaci¨®n para la seguridad entre todos los Estados miembro" -tanto si pertenecen a unas u otras organizaciones-, en defensa de los valores democr¨¢ticos, de la estabilidad y, en general, de la cooperaci¨®n internacional. Es decir, que se ofrece a Mosc¨² una especie de paraguas pol¨ªtico desde el que la OTAN se ver¨ªa como brazo militar de la nueva organizaci¨®n.
Los problemas que ello plantea son de una regular dimensi¨®n, y al final puede quedar todo en mera ret¨®rica. Efectivamente, el presidente ruso, Bor¨ªs Yeltsin, ya hab¨ªa advertido en la sesi¨®n inaugural que olvidar los intereses estrat¨¦gicos de su pa¨ªs expon¨ªa al mundo a un periodo de paz fr¨ªa como sucesor de la guerra fr¨ªa, felizmente liquidada.
Las dificultades para elaborar un comunicado m¨ªnimamente significativo reflejan el desacuerdo puesto de relieve en relaci¨®n a Yugoslavia. Rusia ha impedido que se produjera, no ya una condena de los serbobosnios en su ofensiva actual contra Bihac y su negativa a aceptar el plan de paz internacional, sino la menci¨®n directa del problema. S¨®lo se afirma en el comunicado que la OSCE "se ocupar¨¢ de los problemas espec¨ªficos de seguridad regional, y particularmente de la estabilidad de la Europa suroriental".
De momento, la idea de la OSCE s¨®lo es un remiendo a un problema inmediato, aunque el planteamiento de convertirla en una organizaci¨®n, con lo que se supone que ser¨¢n, en su d¨ªa, competencias concretas, exist¨ªa ya de antiguo. Lo que se ha hecho ahora es darle al comunicado un tono que trate de mitigar las suspicacias de Mosc¨², pero provocando una aguda sensaci¨®n de fracaso entre los occidentales. Especialmente el canciller alem¨¢n, Kohl, estima justificadamente que volver a casa sin haber tratado el problema de Bosnia es un desastre diplom¨¢tico y moral.
Nace, por tanto, la OSCE en un clima de descontento generalizado. Estados Unidos y Alemania no han logrado lo que pretend¨ªan y Rusia no por ello se siente satisfecha. De todo ello queda la declaraci¨®n de que la nueva organizaci¨®n defender¨¢ los valores democr¨¢ticos en su ¨¢mbito. Siendo ¨¦ste un cambio de marca sobre lo que era la CSCE, no puede decirse que su nacimiento haya sido auspicioso.
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