Despavorida huida hacia lo desconocido
Carros de combate y patrullas armadas hasta los dientes y con perros esperan en la frontera a miles de refugiados
PILAR BONET A¨²n no acabo de comprender que me he convertido en una refugiada y no s¨¦ lo que ser¨¢ de mi vida a partir de ahora. Estoy en estado de choque", confiesa Liudmila, al final de una enloquecida jornada, que la ha llevado por tortuosas carreteras desde su hogar en Grozni hasta Majashkal¨¢, la capital de Daguest¨¢n, a unos 160 kil¨®metros al Este de la capital chechena.
Est¨¢bamos en el destartalado hotel del aeropuerto de Majashkal¨¢, y juntas pasamos la medianoche del s¨¢bado, hora en que conclu¨ªa el. ¨²ltimatum del presidente ruso, Bor¨ªs Yeltsin, para iniciar las operaciones b¨¦licas.
Hasta el domingo, Liudmila era una funcionaria del aeropuerto de Grozni. Sus - nervios sufrieron una dura prueba durante el bombardeo que planch¨® toda la aviaci¨®n civil chechena. El s¨¢bado no aguant¨® m¨¢s y se fue con lo puesto, sin dinero y sin saber adonde. Sus colegas del aeropuerto de Majashkal¨¢ la dejaron dormir en el hotel. Hoy, Ludmila es una m¨¢s entre los miles de refugiados que abandonan Chechenia. Nadie les ha dicho qu¨¦ hacer y adonde acudir, y vayan a donde vayan lo m¨¢s probable es que tengan que recurrir a la caridad hasta encontrar instituciones que les acojan.
En la frontera de Chechenia con Daguest¨¢n, que cruc¨¦ sobre las 20.00 horas del s¨¢bado, los ¨²nicos que esperaban a los refugiados eran carros de combate y patrullas militares, armadas hasta los dientes y provistas de perros, que registraban todos los veh¨ªculos. Las patrullas produc¨ªan una impresi¨®n muy diferente a los oficiales que hab¨ªa visto por la ma?ana en el frente occidental, uno de los cuales lleg¨® incluso, a cambiar una granada por un chicle a un periodista. Sin embargo, los soldados hac¨ªan preguntas que trasluc¨ªan una enorme avidez de informaci¨®n. "?Hay combates?", ?"Ha llegado Shajrai?" en referencia a Sergu¨¦i Shajrai, el vicepresidente del Gobierno que fuera responsable de cuestiones nacionales.
La salida masiva de corresponsales extranjeros de Grozni se produjo a media tarde, aunque alguno opt¨® por quedarse. La Casa de los Franceses, la pensi¨®n donde resid¨ªa la mayor¨ªa, se qued¨® casi vac¨ªa, pues el modesto establecimiento est¨¢ muy cerca de los objetivos estrat¨¦gicos de un eventual bombardeo. S¨®lo permaneci¨® all¨ª el equipo de la televisi¨®n de la provincia de St¨¢vropol, dirigido por Nikol¨¢i Shevalkov. Se quedaron para entrevistar al general Dzhojar Dud¨¢lev aunque sab¨ªan que sus jefes de la primera cadena estatal aprecian poco sus reportajes, y tal vez los desde?en como han hecho con sus primicias.
Dos horas dur¨® el trayecto desde Grozni hasta Majashkal¨¢. La. caravana de coches que se alejaban, dejando atr¨¢s el palacio presidencial con sus ventanas iluminadas, era largu¨ªsima. En los, mercadillos de junto a la carretera se segu¨ªan vendiendo cerveza y pinchitos. Hibraguim, el conductor del coche, quiso parar en su casa, en las inmediaciones de Guderm¨¦s para dejar su fusil- y su traje de combate. La casa estaba atestada de parientes refugiados de Grozni. Zulai, la esposa, sent¨® a los dos ni?os menores en el Sof¨¢ (el mayor, de 15 a?os, se hab¨ªa marchado al frente) y nos sirvi¨® de comer. "?C¨®mo me gustar¨ªa que todo fuera como antes, trabajar ocho horas y despu¨¦s ver la televisi¨®n!", dijo Hibraguim. En el aeropuerto de Majashkal¨¢, nos transmiti¨® las palabras de su esposa: "Si se van los corresponsales extranjeros estamos perdidos".
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