?Qui¨¦n mat¨® al comendador?
El sorpresivo regreso de Antonio Gades a la escena de la danza espa?ola se produce a apenas unos meses del insistente rumor que le situaba como candidato ideal a ocupar por segunda vez la direcci¨®n del Ballet Nacional de Espa?a, aunque hab¨ªa declarado que estaba cansado y no volver¨ªa a embarcarse en la siempre quim¨¦rica y arriesgada aventura de formar otra compa?¨ªa privada de danza. Pero lo ha hecho, por el gusanillo del arte o el hueco del bolsillo, por la ilusi¨®n de un proyecto o por creerse, con justicia, que a¨²n puede jugar un importante papel en la danza teatral espa?ola de nuestro tiempo. Si todo sale bien, Fuente Ovejuna puede ser el agua de mayo para un g¨¦nero en franca crisis evolutiva. Hasta ahora, todas las experiencias de Gades han obtenido un ¨¦xito rotundo, menos El amor brujo.
Antonio Gades es en gran parte el art¨ªfice del estilo y est¨¦tica de la moderna danza espa?ola, continuador de una tradici¨®n innovadora que tiene su origen en Antonia Merc¨¦, Encarnaci¨®n L¨®pez, Pilar L¨®pez (con la que se inici¨® teatralmente despu¨¦s de emerger en un prestigioso tablao de su ¨¦poca) y Vicente Escudero, con quien se le ha comparado en muchas ocasiones, sin haber sido en realidad su disc¨ªpulo ni seguidor. Gades pudo con apenas tres creaciones: Don Juan, Bodas de Sangre y Carmen, estructurar una corriente que a¨²n hoy es imitada y seguida con desigual fortuna por m¨¢s de una generaci¨®n de creadores y bailarines. En ello fue decisivo el papel jugado por los filmes de Carlos Sauta, que contribuy¨® a la afirmaci¨®n de ciertas maneras en la luz y los escenarios.
La ¨²ltima aparici¨®n esc¨¦nica de Gades se produjo hace tres a?os en el Teatro de La Zarzuela de Madrid, cuando Jos¨¦ Antonio Ruiz, entonces director art¨ªstico del Ballet Nacional, le invit¨® a bailar Bodas de Sangre en una funci¨®n conmemorativa del aniversario de la agrupaci¨®n. Al frente del BN, Gades estuvo poco y trat¨®, con brillante intuici¨®n, de conciliar pasado y futuro, alternando el repertorio con la creaci¨®n, pero al final, por el sino que persigue a los puestos oficiales, se march¨® en airada bronca; aun est¨¢ por estudiar la impronta que ha sellado Gades, plena de sobriedad y contenci¨®n.
La primera versi¨®n en ballet -hoy leyenda- de la pieza teatral de Lope de Vega la estren¨® en 1939 el georgiano Vajtlan Chabukiani en el teatro Kirov de Leningrado sobre una partitura de Alexander Crein, y se convirti¨® en la preferida de Stalin (gracias a esto se film¨® para que el l¨ªder lo viera en privado). Era el apogeo del realismo socialista, coleaban los tr¨¢gicos ecos de la guerra civil espa?ola y los temas del ol¨¦ eran moda rabiosa en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Chabukiani titul¨® su ballet Laurencia, por esa tradici¨®n de nombrar a las grandes obras por su protagonista.
Fue un ¨¦xito de p¨²blico y no tanto de la cr¨ªtica, que estim¨® hab¨ªa demasiado baile y poca m¨ªmica realista que explicitara el argumento. Pronto se represent¨® en toda Rusia, pero en los a?os 60 desapareci¨® del repertorio activo dada su complejidad. La ¨²ltima vez que se bail¨® fue en el mismo teatro Kirov, en el Festival Bailar Espa?a 1990, en el que se desempolvaron trajes y decorados originales inspirados en el paisaje cordob¨¦s.
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