La legislatura hueca
Opina el diputado de IU que Gonz¨¢lez, obsesionado con las elecciones de mayo y con presidir Europa en el 95, ha dejado de lado las grandes cuestiones de Estado.
Felipe Gonz¨¢lez inici¨® su discurso de investidura con una propuesta destacada: el impulso democr¨¢tico. Ese concepto encierra una idea certera. La Espa?a democr¨¢tica atraviesa su adolescencia -15 a?os de Constituci¨®n- y se encamina definitivamente hacia la edad adulta. Se necesitan otras energ¨ªas, otras iniciativas, otras alianzas, otro talante; sin duda, Otras personas.La propuesta no pas¨® de ah¨ª. Cuando nos acercamos al ecuador de la legislatura, todo el mundo sabe ya que el impulso democr¨¢tico fue una frase que ha devenido ef¨ªmera. No se ha llevado a la pr¨¢ctica.
Era extremadamente dif¨ªcil. Hubiese requerido la apertura progresista que emanaba, l¨®gicamente, del angustiado mensaje de Gonz¨¢lez desde la izquierda el 6-J. Ten¨ªa un precio pol¨ªtico que el PSOE no estaba, en condiciones de pagar por debilidades externas y, sobre todo, internas.
En el pecado llevan Gonz¨¢lez y el, PSOE la penitencia, porque esta legislatura est¨¢, resultando un calvario, ya que la alianza a¨²n no formalizada con Pujol muestra un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n su vulnerabilidad.Han saltado de golpe todos los errores del pasado. La impunidad de los ochenta pasa factura implacablemente. Este Gobierno ha perdido gran parte de la m¨ªnima iniciativa pol¨ªtica que cualquier Gobierno necesita para mantenerse al frente de la nave. Tal iniciativa ha pasado -no por maldad- a manos de los medios de comunicaci¨®n, que en un sistema representativo no deber¨ªan suplantar el papel reservado a los elegidos democr¨¢ticamente. Sucede que cuando el sistema institucional no protagoniza la escena p¨²blica, el vac¨ªo se ocupa medi¨¢ticamente y la agenda pol¨ªtica la marca la prensa, la radio y la televisi¨®n.
No obstante, los medios de comunicaci¨®n tienen sus l¨ªmites naturales. Pueden arrastrar a la opini¨®n y a los pol¨ªticos tras un esc¨¢ndalo, pero no pueden sustituir a los poderes p¨²blicos en lo que s¨®lo ¨¦stos deben hacer: proponer las grandes cuestiones a debate y decisi¨®n, o sea, lo que, con toda precisi¨®n, se ha venido en llamar, desde los umbrales de la edad moderna, "cuestiones de Estado".
Cuestiones de Estado son aquellos problemas pendientes -sometidos, por tanto, a cuesti¨®n- de tal peso que su no resoluci¨®n los convertir¨ªan en esencialmente patol¨®gicos, es decir, amenazantes para la salud de la cosa p¨²blica. Estas cuestiones de Estado son especialmente trascendentes -trascienden el gobierno cotidiano de los asuntos corrientes- en aquellos periodos de un pa¨ªs en donde el tr¨¢nsito a otra etapa de desarrollo origina de forma natural una cierta crisis, s¨®lo superable con el concurso de casi todas las energ¨ªas pol¨ªticas.
Esto sucede hoy en Espa?a. Nuestra joven. democracia requiere dar un salto cualitativo, es decir, dar una buena salida a los nudos no desatados que atenazan la vitalidad del cuerpo social, el cual se resiente, se queja, cuando los dirigentes pol¨ªticos elegidos no saben, no quieren o no pueden comportarse como tales.
Hay, a mi juicio, al menos seis fundamentales cuestiones de Estado que est¨¢n esperando una decisi¨®n pol¨ªtica que, de no darse, convertir¨ªa a esta legislatura en una cierta estafa. Ve¨¢moslo. Primero, el desarrollo urgente del desordenado Estado auton¨®mico, para evitar que entro en un bloqueo, lo que exige al menos dos determinaciones: la reforma constitucional del Senado para que nacionalidades y regiones contribuyan a formar la voluntad del Estado, y la reforma de la Administraci¨®n perif¨¦rica, desposeyendo a la provincia -estructura centralista donde la haya- de todo papel pol¨ªtico.
Segundo, la reforma de la justicia y la fijaci¨®n de un verdadero modelo policial. Conviven ahora restos inerciales del sistema policial franquista basado en lo cuantitativo, lo generalista, lo represivo,
lo no cient¨ªfico, lo centralista, con elementos nuevos (polic¨ªas auton¨®micas) y elementos dispersos (polic¨ªas locales), todo ello sin orden ni con cierto y con nula coordinaci¨®n y comunicaci¨®n de in formaci¨®n entre cuerpos policiales, algo muy grave para seguridad.
Tercero, la lucha contra las ra¨ªces m¨¢s profundas de la corrupci¨®n, empezando por el afloramiento de la financiaci¨®n irregular de partidos, la publicidad patrimonial de los cargos p¨²blicos y la creaci¨®n de una alternativa legal, judicial y policial contra la delincuencia econ¨®mica.
Cuarto, la redefinici¨®n del sistema de comunicaci¨®n privado y p¨²blico espa?ol, en evidente obsolescencia, a trav¨¦s del establecimiento de una autoridad reguladora independiente y una legislaci¨®n de transparencia empresarial que garanticen la libre informaci¨®n veraz.
Quinto, la elaboraci¨®n de una postura n¨ªtida como pa¨ªs frente a la encrucijada de la construcci¨®n europea y la aprobaci¨®n en 1996 de una estructura para la ampliada Uni¨®n. Eso significa que Espa?a tendr¨¢ que plantear, entre otras, sus reivindicaciones sobre los derechos de ciudadan¨ªa, la democratizaci¨®n de las instituciones, el injusto mecanismo de ingresos de la Comunidad y el peso de nuestro pa¨ªs en las decisiones frente a la tesis elitista del modelo duro.
Por ¨²ltimo -que no en ¨²ltimo lugar-, es urgente una estrategia contundente contra el paro, cuya incomprensible tasa en Espa?a, doble de la europea, lo convierte en el gran problema de Estado de nuestro tiempo. Estas cuestiones fundamentales s¨®lo pueden abordarse desde la amplitud de horizontes de las fuerzas pol¨ªticas. En ¨²ltima instancia, el modo de afrontarlas, la forma de intentar solucionarlas, la decisi¨®n final, permite valorar la fuerza de un Gobierno y de un presidente de Gobierno. Y ello con independencia de los casos apabullantes de corrupci¨®n por los que desgraciadamente se recordar¨¢ a este periodo. Pues bien, el Gobierno -o la f¨®rmula de Gobierno si la ampliamos a CiU- no parece saber, responder a este desaf¨ªo insoslayable de temas a resolver. Le resulta sencillamente insuperable la tarea.
El problema auton¨®mico ha encallado ya en lo m¨¢s f¨¢cil: eliminar la decr¨¦pita figura del gobernador civil. En cuanto a la reforma del Senado, la tentaci¨®n de que se convierta s¨®lo en algo para entretener al personal parece tomar cuerpo en alguna declaraci¨®n autorizada de que eso es para la pr¨®xima legislatura. Ser¨ªa un may¨²sculo error, pero, en todo caso, convendr¨ªa dejar claras las intenciones para no producir una frustraci¨®n m¨¢s.
El modelo policial, por su parte, parece que va para largo, aunque sus fallos sean clamorosos. El ministro responsable se ha dado el plazo de un a?o para estudiarlo.
La corrupci¨®n se muestra como la tumba de este Gobierno, por eso es tan sorprendente su reacci¨®n numantina ante el caso Filesa o los fondos reservados, que es premonitoria de lo peor.
Sobre el nuevo dise?o audiovisual nada hay. No hay Estatuto de RTVE, no hay plan estrat¨¦gico del Ente, no hay nada pensado sobre la concentraci¨®n de medios, ni proyecto de regulaci¨®n de la televisi¨®n privada, ni de las televisiones locales.
En cuanto a la posici¨®n espa?ola sobre Europa, est¨¢ empezando a conformarse en el Parlamento, pero las palabras de Gonz¨¢lez, condescendiente con la doctrina del n¨²cleo duro de la CDU alemana, son preocupantes.
Y, en fin, respecto del pavoroso problema del paro, el Gobierno une su voz a la de los ministros del Ecofin que inventan como remedio bajar los subsidios m¨¢s y enterrar el salario m¨ªnimo. Mientras, la reforma laboral -¨²nica ref¨®rma estructural realizada- no es capaz ni siquiera de crear empleo.
No vale aqu¨ª el manido argumento de las carencias de la oposici¨®n. Un Gobierno nunca ser¨¢ cre¨ªble si s¨®lo balbucea defensivamente. Tiene la obligaci¨®n de marcar una orientaci¨®n, sin destinar todo su tiempo a contestar el titular de cada d¨ªa. Un sistema pol¨ªtico no puede dejar, de crear pol¨ªtica, ni que otros se la hagan. En ese caso, la falta de credibilidad contamina a las propias instituciones democr¨¢ticas. Es lo que est¨¢ a punto de pasar, empezando por el Parlamento, sobre cuyo descenso en picado en la valoraci¨®n ciudadana no se ha reflexionado.
Todo parece dejarse a ver qu¨¦ pasa con la cita electoral de mayo y aguantar hasta llegar a la principal obsesi¨®n de Felipe Gonz¨¢lez, que es presidir Europa en el 95. Sin embargo, las grandes cuestiones no esperan y la vida no se para. ?Esta en condiciones el Gobierno de Gonz¨¢lez de plantear una iniciativa, pol¨ªtica de alcance sobre todas estas cuestiones? ?Tiene la autoridad necesaria para ello? Pienso que no. De hecho, a esas preguntas el Gobierno responde negativamente cada d¨ªa con su pasividad. Es verdad que un presidente de Gobierno tan tocado por una responsabilidad que no ha terminado de asumir, dif¨ªcilmente se adapta al ritmo de las exigencias pol¨ªticas de f6ndo, pero un Gobierno que oficialmente se dispone a agotar el mandato no puede ir simplemente capeando el temporal. Y tampoco las fuerzas pol¨ªticas pueden limitarse a transitar por la ancha autopista de las denuncias incesantes de corrupci¨®n. Es ya ocasi¨®n de no dar al Gobierno la coartada para esconderse ante los objetivos pol¨ªticos b¨¢sicos que dan su personalidad a una legislatura y la llenan de contenido real.El tiempo pol¨ªtico -la oportunidad pol¨ªtica- no es como el chicle. Pronto se acabar¨¢ el tiempo ¨²til para que se afronten los dossieres citados con el rigor y profundidad necesarios. En ese momento ya no habr¨¢ ninguna raz¨®n para alargar la agon¨ªa y evitar que unas elecciones anticipadas trasladen la responsabilidad a las ciudadanas y ciudadanos, que son quienes, afortunadamente, deciden en ¨²ltima instancia en un r¨¦gimen constitucional y democr¨¢tico.
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