Aldabonazo del Rey contra la corrupci¨®n
Don Juan Carlos comprende la "justa inquietud e indignaci¨®n" ante algunos comportamientos
El rey Juan Carlos ha elegido su mensaje de Nochebuena, emitido por radio y televisi¨®n, para dar un en¨¦rgico aldabonazo contra la corrupci¨®n. "Existen unos deberes inexcusables de ejemplaridad para quienes tienen responsabilidades p¨²blicas" dijo. El constraste entre esos deberes y algunas realidades, a?adi¨® el Rey, "explican que deternimados comportamientos de corrupci¨®n hayan levantado sentimientos de justa inquietud e indignaci¨®n". En su discurso a la naci¨®n, don Juan Carlos subray¨® que el a?o que concluye "no ha sido f¨¢cil" y que "se percibe inquietud y des¨¢nimo", aunque asegur¨® que "hay signos alentadores de recuperaci¨®n econ¨®mica". Sus palabras han tenido este a?o una especial atenci¨®n para los m¨¢s d¨¦biles econ¨®micamente.
El Rey hizo llamamientos muy significativos a la solidaridad y a la justicia, as¨ª como a la "permanente referencia ¨¦tica" que debe presidir la vida social en todos los ¨®rdenes, con referencias expresas a la pobreza, al problema de la drogadicci¨®n, a la necesidad de atenci¨®n a la infancia y los ancianos y de evitar cualquier muestra de racismo o xenofobia.La preocupac¨®n central del mensaje real, junto al llamamiento a la justicia, fue la corrupci¨®n. Don Juan Carlos comenzo por abordar el problema desde una perspectiva ¨¦tica: "Es preocupaci¨®n muy extendida que vivimos una crisis de valores. Pero quiero deciros que estoy convencido de que esa crisis no es de fondo ni esencial, sino coyuntural. Lo creo as¨ª", prosigui¨®, "porque tengo la certeza de que todos y cada uno de nosotros sabemos y asumimos sin reservas que, tanto en la vida individual como en la colectiva, las referencias ¨¦ticas son imprescindibles para el pleno y feliz desarrollo del hombre y de la sociedad. Los grandes valores de justicia del mundo moderno, la libertad, la igualdad y la solidaridad, est¨¢n recogidos en nuestra Constituci¨®n, norma b¨¢sica del juego limpio de nuestra convivencia en paz.
La misma ley para todos
A partir de esa reflexi¨®n inicial, don Juan Carlos aludi¨® al comportamiento de los responsables p¨²blicos y asegur¨® que "la ley es igual para todos, hombres y mujeres, tanto si ejercen actividades privadas como p¨²blicas. Pero existen", a?adi¨®, "unos deberes inexcusables de ejemplaridad para quienes tienen responsabilidades p¨²blicas. ?stas explican que determinados comportamientos de corrupci¨®n hayan levantado sentimientos de justa inquietud e indignaci¨®n porque, con el mal ejemplo que suponen, erosionan la convivencia y relativizan el valor moral de la democracia".
Inmediatamente despu¨¦s, el Rey introdujo un llamamiento a la calma y un reconocimiento expl¨ªcito a la honestidad de la mayor¨ªa de la clase pol¨ªtica. Seg¨²n don Juan Carlos, "debemos seguir corrigiendo con firmeza los abusos que se han cometido, pero tenemos tambi¨¦n que reflexionar sobre sus causas y circunstancias para conseguir erradicarlos. Es conveniente que esa reflexi¨®n la hagamos en todo caso desde una ¨®ptica serena, sin caer en generalizaciones ni simplificaciones, y en el respeto y el aprecio por quienes, en su mayor¨ªa, desempe?an de manera honesta y desinteresada tareas de servicio a los ciudadanos y al Estado. en el ejercicio de su vocaci¨®n p¨²blica".
La f¨®rmula para encontrar soluciones la apunt¨® el Rey con referencias expresas al cumplimiento del ordenamiento legal: "El riguroso acatamiento de las leyes, el recto proceder y el cultivo de ideales de servicio y respeto a los dem¨¢s son valores que todos, cualquiera que sea nuestra condici¨®n o circunstancia, debemos exigir y debemos practicar".
El Monarca abord¨® la tensi¨®n internacional, pero destac¨® los "pasos de gigante" que se han dado en Oriente Pr¨®ximo y se mostr¨® abiertamente esperanzado porque "la voluntad de los pueblos de convivir en paz va progresivamente abri¨¦ndose paso frente al deseo de imponerse sobre los otros por cualquier medio.
Tambi¨¦n mostr¨® una especial preocupaci¨®n por todo lo que pudiera englobarse bajo la r¨²brica de la marginalidad. Don Juan Carlos, que recientemente ha visitado los barrios y poblados marginales de Madrid, utiliz¨® tonos de abierto dramatismo al referirse al "triste espect¨¢culo de la miseria., la ignorancia, el hambre y la opresi¨®n que atenazan a miles de millones de seres humanos en amplias regiones del mundo. Sabemos, porque nos lo grita nuestro coraz¨®n, que este estado de cosas es incompatible con la verdadera paz que todos anhelamos".Frente a ello, don Juan Carlos destac¨® c¨®mo "resulta alentador constatar que la sociedad espa?ola, y en especial nuestra juventud, ha dado muestras elocuentes de su ejemplar capacidad para movilizar las conciencias en favor de nobles ideales y para aportar su esfuerzo generoso en beneficio de los que menos tienen y de los que m¨¢s sufren".Las secuelas de la crisis no las abord¨® el Rey en t¨¦rminos economicistas, sino, precisamente, desde la perspectiva de las consecuencias inmediatas que provoca en muchos ciudadanos. "Este a?o que estamos finalizando no ha sido f¨¢cil", dijo, y a?adi¨®: "En nuestra sociedad se perciben muestras de inquietud y des¨¢nimo. Seguimos arrastrando las graves consecuencias sociales que ha generado la crisis econ¨®mica. El desempleo contin¨²a afectando a un n¨²mero importante de personas, en especial a los m¨¢s j¨®venes y a los sectores de poblaci¨®n m¨¢s fr¨¢giles".
Rebeli¨®n contra la miseria
Tambi¨¦n aqu¨ª coloc¨® el contrapunto de la esperanza al indicar que "hay signos alentadores de recuperaci¨®n econ¨®mica", pero advirti¨®: "Para que sus efectos tengan la incidencia deseada en la vida de cada ciudadano y en el desarrollo armonioso y equitativo de nuestra sociedad, debemos aprovecharlos a fondo en beneficio del empleo, del crecimiento y del progreso para todos".Tras una referencia a la fortuna que disfrutamos "porque vivimos en democracia y bajo el imperio de la ley que nos asegura una convivencia libre y pac¨ªfica", don Juan Carlos volvi¨® a pedir una aut¨¦ntica actitud de rebeli¨®n moral contra la miseria: "No podemos aceptar como inevitable el que importantes sectores de poblaci¨®n vivan a¨²n en condiciones de pobreza y permanezcan al margen del progreso econ¨®mico y social". A partir de ah¨ª desgran¨® sus inquietudes sobre aspectos muy cotidianos de la marginalidad: "Es necesario que intensifiquemos nuestros esfuerzos para evitar que nuestros j¨®venes se refugien en las drogas, arruinando o perdiendo sus vidas".
No falt¨® en el mensaje real una alusi¨®n a la necesidad de Combatir la violencia terrorista y un recuerdo para "nuestros compatriotas que, en el territorio de la antigua Yugoslavia, est¨¢n llevando a cabo acciones de paz en circunstancias particularmente dificiles, y a los que se encuentran prestando su ayuda generosa en pa¨ªses del Tercer Mundo".
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