El triste r¨¦cord de Sarajevo
Sarajevo ha batido el triste r¨¦cord de Leningrado, aquellos tr¨¢gicos.y gloriosos 900 d¨ªas que constituyeron el asedio m¨¢s largo de la II Guerra Mundial. La capital bosnia va a cumplir mil d¨ªas de total agotamiento y de abandono. Im¨¢genes crueles e insoportables se desarrollan ante nuestros ojos, que terminan por habituarse: m¨¢s de 200.000 muertos, m¨¢s de dos millones de personas que han abandonado sus hogares o se han exiliado, pueblos y ciudades en ruinas, puentes y edificios, escuelas y hospitales bombardeados y destruidos a ca?o nazos, templos y monumentos arrasados y profanados, violen cia y torturas de todo tipo, estupros y humillaciones, campos de concentraci¨®n y depuraci¨®n ¨¦tnica, urbicidio y memoricidio, innumerables existencias mutiladas y desgarradas. Es imp¨®sible resumir el sufrimiento hu mano.Se anuncia un tercer invierno en la ciudad sitiada. El fr¨ªo es crudo en Sarajevo. En los jardines p¨²blicos, transformados en cementerios, ya no quedan ¨¢rboles que cortar. Alimentos, agua, electricidad, todo falta. Los habitantes est¨¢n fisicamente arruinados, moralmente abatidos. Los he observado m¨¢s de una vez durante estos a?os de guerra. Al principio cre¨ªan firmemente que Europa acudir¨ªa en su ayuda. Hace un a?o todav¨ªa se rebelaban contra la inercia y la indiferencia del mundo. Ahora sevuelven ellos mismos indiferentes, resignados frente al presente y el futuro. Es el peor de los estados. No hablo de los que luchan en el frente, sino de los ciudadanos de Sarajevo.
No se puede calificar de la misma manera cada fase de una guerra ni a los que han tomado parte en ella. Al principio, cuando Eslovenia y Croacia fueron atacadas, se trataba de un conflicto entre naciones o Estados, de diversas concepciones de Yugoslavia o de su constituci¨®n: federalismo, autonom¨ªa, secesi¨®n. La agresi¨®n de bosnia por los serbios, y despu¨¦s la de Herzegovina por los croatas, tiene todo los visos de una guerra civil y ¨¦tnica. En este espacio marcado por el cisma cristiano y los conflictos entre Cristianismo e Islam, las divergencias religiosas han creado en el pasado un odio latente: se trata tambi¨¦n de una guerra de religi¨®n que se desear¨ªa disimular.
Estos arreglos de cuentas nacionales, ¨¦tnicos, civiles, religiosos y de otro tipo, que ya ensangrentaron el pa¨ªs durante la II Guerra Mundial, han dejado huellas. La guerra actual es, por una parte, una prolongaci¨®n de la precedente. Chetniks y ustashis han vuelto a aparecer en el proscenio con sus fan¨¢ticas ideolog¨ªas y sus pr¨¢cticas asesinas. La historia y la vida en com¨²n no han borrado recuerdos despiadados. Perduraban en sordina antes de reavivarse repentinamente: hay elementos de una guerra de memoria, dif¨ªcil de circunscribir, quiz¨¢ la m¨¢s perniciosa.
En las anteriores guerras que han tenido lugar en nuestro continente, y posiblemente tambi¨¦n en las que han tenido lugar en otros lugares, la gran mayor¨ªa de las v¨ªctimas encontraba la muerte en el campo de batalla. Incluso en la II Guerra Mundial, en la que hubo tantas ciudades fueron cruelmente bombardeadas, todav¨ªa era as¨ª. La proporci¨®n parece haber cambiado. En Bosnia, los civiles parecen ser los blancos principales, el n¨²mero de v¨ªctimas en ese campo es diez veces mayor que las de las filas militares. El bandidismo, la mafia, el chantaje est¨¢n convirti¨¦ndose en caracter¨ªsticas, predominantes, y no solamente en la guerra de la ex Yugoslavia. Aqu¨ª las definiciones se muestran penosas, a veces absurdas.
Los medios de comunicaci¨®n, tan aptos para captar la informaci¨®n, dif¨ªcilmente logran circunscribir o delimitar el acontecimiento en todas sus dimensiones. De ah¨ª la ambig¨¹edad del discurso sobre la ex Yugoslavia, tanto en el extranjero como en el interior del pa¨ªs. Clausewitz aport¨® sobre este punto una advertencia que no ha perdido ninguna actualidad: "Un acontecimiento que no se reconstruye cuidadosamente en todas sus partes es como un objeto visto desde muy lejos: se presenta igual en todas sus facetas y no es posible distinguir la disposici¨®n de sus partes. Es dif¨ªcil reconstituir y evocar los acontecimientos hist¨®ricos de tal forma que se puedan utilizar como pruebas". Y es muy f¨¢cil perder de vista esta dificultad cuando se intenta definir la verdadera naturaleza de los acontecimientos que tienen lugar en la ex Yugoslavia y particularmente en Bosnia-Herzegovina. La propaganda en el pa¨ªs, difundida a trav¨¦s de una jerga comunista y nacionalista a la vez, "utiliza como prueba" adrede acontecimientos mal "reconstruidos". Una lengua ambivalente, de la que hacen uso numerosos observadores extranjeros, confunde sin problema agresores,y agredidos , sitiadores y sitiados, v¨ªctimas y verdugos, as¨ª como sanci¨®n e intervenci¨®n, negociaci¨®n y di¨¢logo, crimen y castigo.
No es necesario repetir lo que ya es bien conocido, a saber: qui¨¦n ha cometido m¨¢s cr¨ªmenes, abierto los primeros campos de concentraci¨®n o practicado la "depuraci¨®n ¨¦tnica". Sigue siendo cierto que quien m¨¢s ha sufrido es Bosnia-Herzegovina. Ha vertido m¨¢s sangre que nadie en la historia de los eslavos del sur: m¨¢s que los croatas durante el ¨²ltimo conflicto, m¨¢s que los serbios en la II Guerra Mundial. Una propaganda tendenciosa, proveniente fundamentalmente de Serbia, pero tambi¨¦n de Croacia durante la fase de la guerra, ha presentado a todos los musulm¨¢nes de Bosnia como "fundamentalistas" o "integristas", la "amenaza isl¨¢mica en el coraz¨®n de la Europa cristiana". Ni el primer centenar de millares de v¨ªctimas y ni buena parte del segundo han bastado para desmentir tales falsedades. No bast¨® que un mill¨®n de refugiados tuvieran que abandonar sus hogares, deb¨ªa, alcanzarse otro mill¨®n m¨¢s. ?Acaso no elev¨® su voz Nul Santic(*) ante el ¨¦xodo de los musulmanes para clamar: "?Quedaos aqu¨ª!"? Hoy su grito hubiera sido en vano: los imprudentes que decidieron quedarse se convirtieron en v¨ªctimas. El monumento erigido a ese bardo ha sido destruido, la rabia ha llevado incluso a profanar su tumba. En el medio intelectual, a menudo tan tradicionalista o frustrado, raros son aquellos que sit¨²an los valores de la humanidad por encima de la nacionalidad. Para algunos es una traici¨®n.
Para el nacido en ese pa¨ªs, que liana vez fue un pa¨ªs sereno, ha sido dif¨ªcil tomar partido por las v¨ªctimas independientemente de cu¨¢l fuera su origen: ya se tratara de Vukovar o Dubrovnik, Sarajevo o Mostar. He perdido a la mayor¨ªa de mis amigos serbios, a los que no quer¨ªan "abandonar a sus hermanos" o encontraban otras coartadas para no dejar de solidarizarse con la pol¨ªtica impuesta por su jefe de Estado y sus secuaces de manos ensangrentadas. Cuando me puse del lado de Bosnia, muchos compatriotas me dieron la espalda. Una emigraci¨®n voluntaria o una postura "entre asilo y exilio" a la que a menudo he hecho referencia, me ha parecido la menos comprometedora desde el punto de vista moral. Puede ser una evasi¨®n, pero m¨¢s justificable que otras. En "Herzeg-Bosnia" donde nac¨ª 31 a la que siempre he considerado como parte integrante de esa Bosnia-Herzegovina, una e indivisible, tambi¨¦n ha corrido la sangre. Nadie me impedir¨¢ gritar contra los "compatriotas" croatas que nos deshonran, aunque sus cr¨ªmenes sean menos numerosos que los cometidos por los chetniks serbios.
Frente a tal tragedia, qu¨¦ decir de una ONU que no se adapta a los cambios de nuestro mundo, de una OTAN que permanece prisionera de la guerra fr¨ªa, de una Uni¨®n Europea que se preocupa tan poco del resto de Europa, de una Rusia que intenta ocupar el puesto de la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica a riesgo de parecer un oso de circo, de una Unfropor encargada de un rol a la vez parad¨®jico y absurdo -el de mantener la paz donde s¨®lo hay guerra-, qu¨¦ decir de todos esos juegos apenas disimulados de las grandes potencias con sus intereses, altos el fuego mil veces violados, acuerdos constantemente traicionados, negociaciones que se toman en broma y negociadores que tantas veces provocan la risa, resoluciones internacionales ignoradas o soslayadas, convoyes humanitarios convertidos ellos mismos en blanco de una delectaci¨®n vengativa y asesina. Las estaciones de este calvario se llaman V¨²kovar, Srebenica, Gorazde, Mostar, Bihac, con el G¨®lgota de Sarajevo que lleva n¨²l d¨ªas triturada por las tenazas serbias y ha superado el triste asedio de Leningrado. ?No es suficiente?
Bosnia-Herzegovina, multinacional y multicultural est¨¢' mortalmente herida, y con ella nuestra fe en un mundo en el que sea posible y est¨¦ asegurado el pluralismo nacional y cultural. Brutalidad y barbarie se ven alentadas por la inercia y la indiferencia. Hace tres a?os que las campanas doblan sin conmover la conciencia de los que deber¨ªan decidir por nosostros y en nuestro nombre. Europa ha dimitido en Bosnia. Sus Gobiernos niegan su responsabilidad o se la arrojan los unos a los otros. Maastricht ha capitulado moralmente en Sarajevo. Nuestros valores y principios m¨¢s elementales son . escarnecidos, nuestra dignidad envilecida. Ante tal humillaci¨®n, no nos queda m¨¢s que clamar nuestra c¨®lera aunque sea en el desierto, como tan a menudo ha ocurrido en el pasado.
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