"Su Dios es la libertad, su ley es la guerra"
Como oficial del Ej¨¦rcito del zar hace m¨¢s de 150 a?os, el poeta ruso Mija¨ªl Lermontov aprendi¨® de la ferocidad del pueblo checheno, lo que le hizo escribir: "Salvajes son esos ca?ones tribales. Su Dios es la libertad, su ley es la guerra".El actual ministro de Defensa de Rusia, el general P¨¢vel Grachov, quien hace un mes alarde¨® de que un solo regimiento de paracaidistas bastar¨ªa para tomar Grozni en dos horas, debi¨® haber le¨ªdo antes a Lermontov para entender que, cuando el valor y la violencia entran en escena, los chechenos son casi imbatibles.
De todas las tribus de las monta?as del C¨¢ucaso que los zares trataron de someter en el siglo XIX, ninguna result¨® tan dura corno los chechenos.
Lermontov los homenaje¨® por "sus feroces batallas y su extraordinario pundonor". En otro momento, el poeta escribi¨®, textos que a¨²n tienen vigencia: "Su valent¨ªa es terrible para los rusos".
Unidos por sus tradiciones familiares isl¨¢micas, los chechenos se enfrentaron en. el siglo pasado durante m¨¢s de 50 a?os con el Ej¨¦rcito ruso, m¨¢s numeroso y moderno.
Historia sangrienta
Para Rusia, la conquista de lo que hoy es rep¨²blica de Chechenia fue uno de los m¨¢s sangrientos cap¨ªtulos. de la historia de la expansi¨®n del imperio zarista. Fue una larga lucha que produjo hombres crueles como el general Alexei Yerm¨®lov, quien mat¨® y quem¨® todo lo que encontr¨® a su paso.
El sentido de identidad nacional chechena se forj¨® en esos a?os de carnicer¨ªa y drama. Los j¨®venes chechenos se han educado desde entonces en la historia de la sangrienta conquista rusa del C¨¢ucaso y la represi¨®n que. ¨¦sta desencaden¨® desde entonces.
En las cunas de los reci¨¦n nacidos, cuenta tambi¨¦n Lermontov, las mujeres chechenas asustaban a los ni?os con el canturreo de una retah¨ªla de nombres rusos.
A los chechenos no les fue mucho mejor bajo el dictado de la URSS. El dictador Jos¨¦ Stalin orden¨® una gran purga en agosto de 1937. En la primera fase de la operaci¨®n, cerca de 14.000 chechenos y primos ¨¦tnicos de Ingushetia fueron detenidos y ejecutados.
En 1944, medio mill¨®n de chechenos fueron introducidos en camiones de carga y enviados sin aviso a Asia Central. M¨¢s de 200.000 murieron en la operaci¨®n. El Estado los estigmatiz¨® con la acusaci¨®n de haber colaborado con los invasores nazis, aunque los alemanes nunca ocuparon su territorio.
A cientos de kil¨®metros de su tierra, los chechenos permanecieron en exilio en Kazajst¨¢n hasta 1957, cuando Nikita Jruschov les permiti¨® regresar a su hogar. A pesar de ese gesto, la memoria se mantuvo viva. Hasta hoy.
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