Barras y estrellas para el rock de los noventa
Predominio de los grupos estadounidenses en una m¨²sica que a¨²n mira hacia atr¨¢s
El rock que se hace en los a?os noventa sufre una crisis de identidad. Algo comprensible cuando los grandes nombres de los sesenta y setenta siguen llenando estadios y el imperio de la nostalgia hace creer que ya no se crea nada nuevo. A la vez, el rock se enfrenta con la competencia y la influencia de la m¨²sica de baile, aparte del creciente mestizaje con sonidos perif¨¦ricos.El rock que domina en los a?os noventa lleva la bandera de las barras y estrellas. Desde la aparici¨®n de los Beatles, el Reino Unido marcaba tendencias y exportaba sus descubrimientos; ahora intenta lo mismo, pero con muy escasa fortuna. Por el contrario, el rock estadounidense se beneficia d e su solidez y sus ra¨ªces: funcionando a nivel regional, respirando a trav¨¦s de compa?¨ªas independientes, gener¨® un circuito que ha amamantado a REM, Nirvana y otros grandes triunfadores actuales. A diferencia del rock brit¨¢nico, ha sabido captar el esp¨ªritu del tiempo y plantear una propuesta basada en la credibilidad.
Una credibilidad que se manifiesta en la oposici¨®n al star system, que lleva a Pearl Jam, grupo puntero del momento, a renunciar a los videoclips y combatir en Washington el alto precio de las entradas.Rebeliones menores, pero se podr¨ªa pensar que las ¨²nicas posibles cuando el rock ha alcanzado una aceptaci¨®n social que casi le ha despojado de cualquier posible potencial subversivo.
Sellos independientes
Ellos son tambi¨¦n los abanderados de un fen¨®meno propio de estos a?os: la fuerza de los peque?os sellos independientes. Ignacio Men¨¦ndez,de Triquinoise, cree que es la verdadera alternativa para revitalizar la escena musical.Lo oculto, lo prohibido, es lo interesante y es aquello a lo que no se arriesgan las multinacionales" comenta. "Nosotros empezamos con, la idea de sacar un solo disco. En el 91 encontramos una distribuidora que adem¨¢s lleva nuestros discos a otras muchas independientes de otros pa¨ªses".
Al otro lado del espejo encontramos a veces casos imprevisibles hace unos a?os. Bono canta con Sinatra, Sting graba con, Julio Iglesias. Sonic Youth hace respetuosos homenajes a los Carpenters. El ¨²ltimo terna del disco P¨®stumo de Nirvana es una canci¨®n folcl¨®rica del siglo XIX.
El rock de los noventa vive, adem¨¢s, acomplejado por su pasado. Gran parte de los mitos de los sesenta y setenta contin¨²an en activo: Pink Floyd y los Rolling Stones ofrecen circo intergeneracional y exhiben sus pactos faustianos Se revive Woodstock y la tentaci¨®n de la nostalgia por lo no vivido resulta demasiado fuerte. La tendencia a nutrirse de los muchos estilos que ha albergado el rock a lo largo de 40 a?os propicia una m¨²sica que oscila entre el plagio y el gui?o c¨®mplice. Es una esclavitud voluntariamente aceptada.
Jos¨¦ Mar¨ªa C¨¢mara, director en Espa?a de la discogr¨¢fica multinacional BMG Ariola, ve el fen¨®meno de la vigencia o el retorno de las viejas leyendas del rock como un cambio en los patrones de consumo de m¨²sica popular. "Las generaciones que crecieron con el rock en los sesenta y los setenta, a diferencia de lo que ocurr¨ªa antes, no lo han abandonado, y esa fidelidad mutua se traduce en ventas" afirma C¨¢mara. Sin embargo, lo que se ha ganado en difusi¨®n se ha perdido en riesgo; el rock que ofrecen las viejas figuras ya no tiene el latido revolucionario y ha pasado a ser una caricatura
Pero C¨¢mara quiere ser positivo. "En los sesenta. y los setenta hubo una explosi¨®n creativa, los ochenta fueron la d¨¦cada de la especulaci¨®n, que qued¨® exhausta a principios de los noventa. Sin embargo, la cosa empieza a cambiar y ahora se impone un renacimiento".
El canibalismo del rock coincide con la ascensi¨®n del principal aspirante a la hegemon¨ªa en el gusto juvenil. La m¨²sica de baile, utilitaria y an¨®nima, satisface necesidades primarias que el rock, tan fragmentado y consciente de s¨ª mismo, no puede atender.Una m¨²sica que ha prendido en Espa?a, desdichadamente sin la cultura del club que enriquece al fen¨®meno en sus pa¨ªses de origen: la zafiedad de unos remezcladores que recurren a Chiquito de la Calzada habla por s¨ª sola.
M¨²sica de baile
La m¨²sica de baile en Espa?a fue v¨ªctima de su propia fogosidad. Amando Cifuentes, ex bajista de los Elegantes y director art¨ªstico del sello Arcade, que difunde este tipo de m¨²sica, ha visto desvanecerse en sus manos un potencial que el ve desperdiciado. ''La m¨²sica de baile en Espa?a naci¨® en, el circuito underground valenciano con el ir de fiesta, que significaba colocarse y pasar todo el fin de semana bailando obsesivamente", dice Cifuentes. "A principios de los ochenta estaba mal visto bailar, pero a partir del 88 fue un descubrimiento hacerlo sin parar".
"Este tecno valenciano, la ca?a de la huerta, era m¨²sica sin m¨²sicos, todo estaba programado, enlatado, prestado de otros, pero era un campo creativo impresionante. Los sonidos se recambiaban de forma innovadora. El problema es que es incre¨ªblemente perecedera. Ahora no hay nada nuevo".
En Espa?a estamos asistiendo a un silencioso recambio generacional. Los grupos surgidos en los a?os ochenta hacen malabarismos para mantenerse: s¨®lo El ¨²ltimo de la Fila parece haber encontrado el equilibrio justo para llegar a un p¨²blico mixto y masivo. La alternativa, en el underground, no parece tener esas ansias de conquista: sus puntos de partida el cantar en ingl¨¦s, el apoyarse en tradiciones remotas, el ombliguismo chocan con unos medios de comunicaci¨®n nada dispuestos a arriesgar.
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