Las fuertes mujeres de 50 a?os
Un 80% de los tres millones de norteamericanas maduras con t¨ªtulo universitario tiene trabajo
Las mujeres que ahora tienen cincuenta y tantos a?os no participaron en la revoluci¨®n sexual de los a?os setenta, ni vivieron el furor feminista el escal¨®n m¨¢s joven. Sin embargo, las l¨ªcenciadas universitarias est¨¢n ocupando puestos de trabajo en EE UU en una proporci¨®n y eficiencia que no las diferencia de las otras y superan, a menudo, retribuci¨®n y empleo a sus pares masculinos de semejante cualificaci¨®n. El fen¨®meno se atribuye, de una parte, a la combatividad de esta cohorte demogr¨¢fica que sufri¨® el primer gran ascenso del divorcio -con tasas del 30%- o la insuficiencia del sueldo que aportaba el marido.En una importante proporci¨®n se trata de mujeres, que por largas temporadas han vivido solas con sus hijos y han tenido que combinar las tareas del hogar con un empleo fijo u acasional fuera de casa. Actualmente, un 80% de los casi tres millones de norteamericarias que se encuentran en esta edad y poseen t¨ªtulo universitario o similar tienen puesto de trabajo y casi los tres cuartos de ese colectivo est¨¢n incluidos en n¨®mina.
Las cifras pr¨¢cticamente igualan a las que se registran en cualquier otro grupo de mujeres m¨¢s j¨®venes. "Por lo com¨²n, se creeque las mujeres alcanzan su punto m¨¢s alto de productividad mental en- la d¨¦cada de los veinte y que declinan en la menopausia dice Betty Friedan, la autora de La m¨ªstica de la feminidad.
"Lo cierto" a?ade, "es que una mujer en los cincuenta es tan capaz o m¨¢s que en sus veinte o treinta". Los empresarios deben haber constatado eso m sino. En la ¨²ltima d¨¦cada, la fuerza de trabajo de las mujeres con cincuenta a?os, sea cual sea su cualificaci¨®n, ha superado los 8,1 millones, el, 65% de la poblaci¨®n femenina con esa edad, un 11% m¨¢s que la ocupada en 1984.
Pocas de las mujeres ahora empleadas hab¨ªan proyectado trabajar fuera del hogar. Pero despu¨¦s han resistido tanto o m¨¢s en sus empleos que los hombres durante las crisis" no, pocas de ellas han recibido salarios r encima de la in ci¨®n mientras se ngelab,i o reduc¨ªa t¨¦rminos reales elae sus parejas.
La mayor¨ªa' ha venido a cubrir tan s¨®lo los puestos que los hombres les pemit¨ªan ocupar -relaciones p¨²blicas, edurcaci¨®n, -servicios sociales, cuidados de salud u organizaciomes sin fines lucrativos, pero al cabo han salido beneficiadas con estas dedicaciones para las que la Administraci¨®n destin¨® fondos especiales desde finales le los sesenta.
El ejercicio de adaptaci¨®n y trabajo duro a que les oblig¨® la vida y su entrenamiento en empleos ocasionales, diversos han wilaborado tambi¨¦n al curr¨ªcuo de sus buenas prestaciones. Estas mujeres' adem¨¢s no han chusado reciclarse cuando fue preciso, volvieron a la escuela, culminaron sus carreras inacabadas, se comportaron y, comportan, dec¨ªa Betty Friedan en The New York Times, como la primera tropa que super¨® la m¨ªstica de la feminidad y abri¨® el camino a lo femenino.
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