El Madrid pasa del espect¨¢culo a la solidez
El duelo de Riazor se convirti¨® en un di¨¢logo entre orden y presi¨®n al rival
El Real Madrid no logr¨® poner tierra de por medio, pero asent¨® en Riazor su liderazgo indiscutible sobre el campeonato. La goleada al Barcelona no enloqueci¨® a los de Valdano. Tras su recital de las dos ¨²ltimas jornadas, el Madrid prefiri¨® vestir en Riazor el traje de la eficacia. De ese modo, renunci¨® a asestar un golpe mortal a la Liga, pero confirm¨® su solvencia en un encuentro que le hab¨ªan planteado como una artera emboscada. El Deportivo sali¨® a esperar a su rival. Y esper¨®, esper¨® y esper¨® hasta que ya no quedaba tiempo. Ame drentados por el rival, los coru?eses, una vez m¨¢s, se olvidaron de que la victoria le correspond¨ªa buscarla a ellos en esa ocasi¨®n. El partido se plante¨® como una apasionante batalla. estrat¨¦gica, un di¨¢logo entre orden y presi¨®n al rival, que logr¨® emparedar el juego y convirti¨® las ocasiones de gol en un bien escaso. El f¨²tbol no reluci¨®, le falt¨® chispa atacante, pero la voraz pugna por el bal¨®n mantuvo vivo el inter¨¦s del encuentro.
El Madrid sali¨® precavido como nunca. Los dos interiores, Luis Enrique y Amavisca, se retrasaron todos los metros que hizo falta, hasta dejar muchas veces a Zamorano y Ra¨²l a expensas de su propio criterio. Solos ante la rocosa y contundente l¨ªnea de centrales deportivistas.
La prudencia del Madrid era razonable. Abandon¨® su habitual modelo defensivo, retras¨® metros para impedir el contragolpe ventajista gallego y renunci¨® a su arma preferida: los fuera de juego. Apenas tir¨® un par de ellos en los 90 minutos.
Los errores del rival
En realidad, el Deportivo, fortificado en ¨¦l centro del campo con los brasile?os Mauro Silva y Donato, estaba tentando mal¨¦volamente a su adversario. Los coru?eses ofrec¨ªan terreno para que el Madrid se obcecase con el gol. O sea, que se suicidase despe?¨¢ndose por el barranco. Pero Valdano ya demostr¨® saberse la lecci¨®n. "El Deportivo vive de los errores del rival", hab¨ªa dicho en la v¨ªspera. Modific¨® su juego osado de otras veces para combatir al adversario con sus mismas armas: miedo.
La presi¨®n deportivista logr¨® ahogar la salida del bal¨®n del Madrid durante el primer cuarto de hora. Los hombres de Jorge Valdano tuvieron muchos problemas para hacerlo circular y tuvieron que quedarse agazapados en la zona ancha. Hasta que Luis Milla fue sacando rendimiento de su silenciosa y eficaz labor de zapa.
Entonces apareci¨® tambi¨¦n Rafael Mart¨ªn V¨¢zquez, elegante e imaginativo, para cumplir sin tacha su misi¨®n de sustituir a Laudrup buscando siempre el pase decisivo. Aunque las ¨¢reas eran un p¨¢ramo, el Madrid lleg¨® en la primera par te con m¨¢s intensidad y mayor intenci¨®n. Ra¨²l desperdici¨® un mano a mano con Lia?o, mientras Hierro lanz¨® una falta envenenada que puso a prueba los reflejos del portero deportivista.
A los de Arsenio les faltaba recorrido. Estaban intachables en la recuperaci¨®n de la pelota, pero sus miras eran muy estrechas. Casi siempre prefirieron el pase corto y c¨®modo a arriesgarse oxigenando el juego con balones largos.
Cuando el Deportivo pis¨® el terreno madridista, hab¨ªa demasiada poca gente para intentar la sorpresa. De ese modo, el ataque coru?¨¦s no existi¨® hasta los ¨²ltimos cinco minutos de la primera parte. Entonces llegaron dos oportunidades y ambas fueron magn¨ªficas. Fran cabece¨® a bocajarro a las manos de Buyo tras una magn¨ªfica asistencia de Nando, y Sanchis lleg¨® en el segundo justo para impedir que Bebeto fusilase a su portero.
Una guerra de nervios
El partido se hab¨ªa transformado en una guerra de nervios, una prueba a la paciencia de. cada equipo. En ese aspecto, el; Deportivo es dif¨ªcil de igualar. Puede pasarse una hora completa sin aparente desesperaci¨®n mientras aguarda a que su rival cometa un error de c¨¢lculo. Aunque en el descanso la sensaci¨®n era que el f¨²tbol cotizaba algo m¨¢s en la bolsa madridista, el gol pod¨ªa llega en cualquier ¨¢rea para romper definitivamente el corte parsimonioso del encuentro. Estaba claro que ganar¨ªa el que menos fallos cometiese.
Manjar¨ªn lo tuvo a punto a los ocho minutos de la reanudaci¨®n. Era el primer despiste de la defensa del Madrid, pero pudo tener para los de Valdano consecuencias funestas. No hab¨ªa nadie entre el bal¨®n y Buyo, pero Manjar¨ªn se empe?¨® en golpear al primer toque. Con los dos palos de la porter¨ªa completamente despejados, la pelota se fue al centro, al ¨²nico hueco que cubr¨ªa el portero.
No hubo m¨¢s errores, ni tampoco la guinda de talento que pudiese destrozar aquel embrollo t¨¢ctico. Todas las piezas estaban sobre la mesa y ninguno de los contrincantes se atrev¨ªa a mover ficha. As¨ª lleg¨® el Deportivo al ¨²ltimo cuarto de hora con la urgencia de buscar el gol porque el resultado, si bien no hund¨ªa a los coru?eses, favorec¨ªa claramente al Madrid. Pero el Deportivo segu¨ªa igual.
Instalado en su fort¨ªn y esperando a que Bebeto sacase el genio. En realidad, quien tuvo que esforzarse a fondo fue Djukic para cortar una y otra vez la mayor ambici¨®n madridista. El brasile?o, sin apenas compa?¨ªa, no pudo resolver nada.
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