Demasiada sensatez en luna llena
?Camino del estadio de Riazor, en una valla publicitaria que anuncia rebajas, leo un grafiti: "Arsenio, inculca a tus muchachos conciencia, educaci¨®n f¨ªsica y pases matem¨¢ticos". Conozco al autor. Es un viejo l¨²cido que rotula Con pulcritud cuanto espacio blanco encuentra en la ciudad, con consejos a cualquiera que mande en cualquier lugar. Si hicieran caso a este hombre, no tendr¨ªamos el pa¨ªs patas arriba ni habr¨ªa problemas de colesterol en la sangre de las instituciones. Hasta hace unos a?os, este hombre estaba internado en el psiqui¨¢trico de Conxo.En este mundo de locos tan cuerdos, era dif¨ªcil esperar alg¨²n cruce de cables en Riazor. Pero si no el rayo o el vendaval, cab¨ªa la errata, el desliz o u?o de esos luminosos poemas orientales que hacen el efecto de guijarros en la calma chicha y crean una nueva armon¨ªa.
Pero el punto de partida era muy otro. La libertad, al contrario de lo que cre¨ªan los surrealistas, no nace del azar. Depender de la suerte es una esclavitud. As¨ª que sobre el campo hab¨ªa dos equipos de iguales, de hombres libres, tejiendo redes invisibles y vigil¨¢ndose con sutileza conservadora.
El Deportivo y el Real Madrid no necesitan a estas alturas discutir sobre la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos. Hoy en d¨ªa son naciones soberanas, respetuosas con las fronteras, y que buscan la hegemon¨ªa por v¨ªas culturales, tratando de imponerse con sus factor¨ªas de sue?os o por las autopistas de comunicaci¨®n. No cabe entre ellas la diplomacia de las ca?oneras.
Para que no se marearan de adultos en el mar, a los ni?os fenicios se les ejercitaba colocando un. columpio en medio de un estanque con nen¨²fares. Mientras se balanceaban pl¨¢cidamente, perd¨ªan el miedo a las traves¨ªas por el oc¨¦ano. Los dos equipos pasaron gran parte del encuentro columpi¨¢ndose en el centro del campo y dejaron la aventura marina para otra ocasi¨®n.
Era un espect¨¢culo delicado. Dos sabios humanistas, el cristiano Arsenio y el agn¨®stico Valdano, carte¨¢ndose en el Renacimiento y en versos endecas¨ªlabos. En este tipo de correspondencia, uno admira la educaci¨®n, la profundidad reflexiva y el buen sentido.
Todo eso est¨¢ muy bien. Pas¨® el tiempo, al menos en el f¨²tbol espa?ol, de los imperios prepotentes y de las ideas recibidas. Pero llega un momento en que miramos a la luna y a?oramos una locura. Demostrada inteligencia y ¨¦tica, convencidos ya de que sobre el campo hay 22 hombres libres y honrados, esperas que aparezca una idea suicida, una especulaci¨®n disparatada, alg¨²n pirado dispuesto a salirse de la m¨¦trica y apostar la. cabeza o por lo menos la dentadura.
Ese momento, ese instante que los cazadores llaman solunar, fue lo que se ech¨®. en falta en Riazor. Hubo alg¨²n destello en los ojos del zorro pero, claro, no se med¨ªa con una gallin¨¢cea, sino con un duende llamado Franciso Buyo.
Un orden, pues, muy democr¨¢tico. El racionalismo sali¨® muy bien parado. No hubo escalofr¨ªos. No hubo rasgos de humor ni osad¨ªas. Ni siquiera haikus, esos poemas breves e intensos en el ¨¢rea que uno espera de Bebeto o Ra¨²l y que valen una eternidad. Demasiada sensatez para una noche de luna llena.
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