"?Bienvenido al infierno!" Los rusos bombardean salvajemente la capital de Chechenia
?Bienvenido al infierno!, se puede leer en una pancarta escrita por un "bromista en Grozni. Pero este humor negro corresponde a la realidad para las personas que a¨²n habitan en la capital chechena, salvajemente bombardeada a diario. A cada paso te acecha la muerte. Puede venir de la artiller¨ªa que dispara sin cesar con sus modern¨ªsimos lanzamisiles, de un avi¨®n que lanza bombas o te dispara con una ametralladora de gran calibre, o te puede alcanzar la bala de un francotirador. A¨²n queda una ruta m¨¢s o menos segura para llegar a Grozni: est¨¢ al sur y pasa por Chech¨¦n-a¨²l. Precisamente fue por esta aldea por lo que los rusos comenzaron a llamar chechenos al pueblo nojcho, como se denominan ellos mismos en su lengua.Anoche, el palacio presidencial, s¨ªmbolo de la resistencia, estaba ardiendo, y la televisi¨®n independiente rusa informaba de que las tropas del Kremlin estaban dentro luchando cuerpo a cuerpo. Sin embargo, la agencia Itar-Tass no confirmaba esta informaci¨®n, y aseguraba que no hab¨ªa cambios radicales y que el palacio segu¨ªa bajo control de los combatientes chechenos.
Los rusos vomitan plomo desde el cielo de Grozni
Despu¨¦s de cruzar la frontera con Daguest¨¢n, comienzas a ver a hombres con fusiles Kal¨¢shnikov y otras armas. Cuando, pasado Guderm¨¦s, nuestro grupo se detuvo en el bazar que se extiende a ambas orillas del camino principal, fuimos testigos de la llegada de un cami¨®n repleto de voluntarios armados que se dirig¨ªan a Grozni.
Numerosas vendedoras dejaron sus puestos y corrieron hacia el cami¨®n para entregarles a los guerrilleros lo que ten¨ªan -una, pescados secos; otra, cigarrillos; una tercera, pan-, al tiempo que les dec¨ªan, a juzgar por la expresi¨®n de los hombres, palabras de aliento. S¨®lo una mujer no hablaba y, mientras tend¨ªa productos a los voluntarios, lloraba silenciosamente.
El cami¨®n parti¨® y la mujer continu¨® llorando en silencio: seguramente de pena por esos muchachos que iban decididos a morir, de rabia por su impotencia ante los bombardeos en los que quiz¨¢ perdi¨® a un familiar, de desesperaci¨®n y temor. Pero en la humedecida mirada con que acompa?¨® al cami¨®n tambi¨¦n se reflejaba el orgullo por su pueblo, que no se doblega a pesar del extermino.
Edificio en llamas
Entramos en Grozni por la calle de Us¨²yev y nos detuvimos al llegar a Minutka, plaza en donde suelen reunirse los periodistas para enterarse de la situaci¨®n en la ciudad. A unos doscientos metros ard¨ªa un edificio de nueve pisos. El avi¨®n que lo acababa de bombardear dej¨® siete v¨ªctimas: tres muertos y cuatro heridos.
Un grupo de chechenos contemplaba silenciosamente el incendio: eran los que ya hab¨ªan perdido sus casas y ahora abandonaban la ciudad, hacia el campo, donde tienen familiares. Omar, uno de ellos, me explica que no es partidario del presidente Dzhojar Dud¨¢iev. "Nunca me ha gustado. Pero el problema es que los rusos no luchan contra Dud¨¢iev, sino contra el pueblo checheno, contra nuestras mujeres y ni?os que bombardean sin piedad. A todos nosotros nos han calificado de formaciones armadas ilegales y, por lo visto, nos quieren exterminar", dice tranquilo, mientras, sin cesar, se oye el ca?oneo: los rusos est¨¢n castigando el centro de la ciudad.
Poco a poco fueron apareciendo hombres armados. Rusl¨¢n Ibragu¨ªmov, de 24 a?os, ven¨ªa del centro de la ciudad con su fusil autom¨¢tico: "Anoche los rusos lograron llegar hasta la sede del Consejo de Ministros, frente al palacio presidencial, pero los repelimos y ahora los tenemos rodeados", nos cont¨®, antes de agregar que otro grupo de rusos estaba aislado de sus fuerzas: "Para reagruparse deben pasar por Grozni. Nos tienen por detr¨¢s y por delante".
Al ver a nuestro grupo se detiene un jeep rojo y de ¨¦l sale un barbudo con una cinta verde en la frente, lo que significa que lucha en una guerra santa. A diferencia de la mayor¨ªa, en la cinta lleva una inscripci¨®n en ¨¢rabe: "No hay m¨¢s dios que Al¨¢ y Mahoma es su profeta". "Soy del batall¨®n de Shat¨®i y quiero decirles que los rusos contin¨²an bombardeando las aldeas. Ayer atacaron la estaci¨®n de autobuses y mataron a dos ancianos y dos ni?os. Disparan. contra los civiles, son unas fieras", dijo el barbudo Balaud¨ªn, de 39 a?os y padre de cinco hijos.
A¨²n no hab¨ªamos perdido de vista al jeep cuando pudimos comprobar que los rusos, efectivamente, parecen considerar enemigos a la. poblaci¨®n civil. Se escuch¨® el ruido de un avi¨®n y los chechenos nos, gritaron:
?Corran! ?Prot¨¦janse detr¨¢s de los edificios!". Mientras chapote¨¢bamos por el barro a la carrera los disparos ca¨ªan cerca. Como explicaron los guerrilleros, desde el aire vomitaba plomo una ametralladora de gran calibre.
Conversaci¨®n en el s¨®tano
Despu¨¦s fuimos a un s¨®tano, y mientras esper¨¢bamos que pasara el peligre, conversamos con Alex¨¢ndr, un ruso de 46 a?os, que hace ya cuatro d¨ªas que no puede enterrar a su vecino, tambi¨¦n ruso, ya que no hay ning¨²n veh¨ªculo para llevarlo al cementerio. Su amigo y pariente fue muerto por un francotirador ruso. "Los generales recibir¨¢n el castigo que se merecen. Estoy seguro. Si no lo hacen los chechenos lo har¨¢n los mismos rusos. Yo nac¨ª aqu¨ª y respeto las costumbres de este pueblo. Lo que m¨¢s me duele es que toda Chechenia vot¨® por ese alcoh¨®lico e imb¨¦cil de Yeltsin", dice con amargura Alex¨¢ndr.
Bisl¨¢n Kand¨¢zov, joven guerrillero, asegura que "los chechenos no pueden perder". Incluso si mueren. Dice que ir¨¢n al para¨ªso por haber perecido en una guerra santa: "Al¨¢ nos da la vida. Al¨¢ nos da la muerte. Si quiere, nos llevar¨¢ junto a ¨¦l. No tememos nada". Y agrega: "El d¨ªa pertenece a los rusos, pero la noche es nuestra. Entonces salimos a darles caza".
Cuando el zumbido del avi¨®n ya no se oye, la gente sale de nuevo a la calle. Un ni?o lleva en su mano un bid¨®n, que balancea jugueteando. Va a por agua. Se ha acostumbrado al peligro y no piensa que cualquier d¨ªa puede engrosar las filas de las v¨ªctimas de la barbarie.
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