Paradojas

A la historia le gustan las paradojas. Cuando est¨¢ en su ocaso, en la ¨²ltima l¨ªnea recta de su principado, Mitterrand ha cele brado con elocuencia la construcci¨®n europea. En su discurso ante el Parlamento Europeo, ayer en Estrasburgo, incluso indic¨® que no aceptaba el inmovilismo que prevaleci¨® en el tema. (...) Mitterrand dijo que Europa ten¨ªa que encarnarse m¨¢s all¨¢ que "en presupuestos econ¨®micos y tonelajes de fletes". (...) Es tiempo de que sue?e con dotarse de un alma para convertirse en la Europa de las culturas, "la de las naciones contra la de los nacionalismos". (...)Como todo el mundo sabe, Europa no goza de buena salud. Es. un lugar com¨²n, pero no una idea falsa. (...) Teniendo en cuenta que este discurso europeo era uno de sus. ¨²ltimos actos p¨²blicos, el presidente ha hecho alarde de casi cincuenta a?os de vida pol¨ªtica para decir: "El nacionalismo es la guerra , y la guerra no es s¨®lo nuestro pasado, puede ser nuestro futuro". Es este miedo de una vuelta de la historia, dicho de otro modo, de una nueva guerra mundial, el que fue la argamasa intelectual de los padres de Europa. Hoy llegan nuevas generaciones. Creen a menudo que la historia ha comenzado en los a?os setenta. En el mejor de los casos, en los a?os sesenta. Pero qu¨¦ importa; Europa es siempre m¨¢s nueva cada. d¨ªa. Como dec¨ªa Luis XVIII a Talleyrand: "La ambici¨®n no envejece".

18 de enero