Adictos al empate
El Getafe cosecha su sexta igualada consecutiva ante el Marbella
Dicen que la primera vez no pasa nada, que el primer empate no engancha. A partir del tercero, se le empieza coger el gustillo a esa sensaci¨®n de pseudosatisfacci¨®n, a ese suced¨¢neo barato de la Victoria. Al quinto empate, la mera visi¨®n de un marcador desequilibrado, provoca graves trastornos psic¨®l¨®gicos al bloque. Y cuando son seis las igualadas consecutivas que arrastra un equipo, ya se puede hablar de adicci¨®n, de patolog¨ªa. Y as¨ª vive el Getafe, enganchado al empate, subido a ese caballo que le permite, no obstante, seguir trotando a paso ligero por la categor¨ªa.Hay dos tipos de empate: los que dejan volar un punto y los que permiten. recuperarlo. El de ayer fue de los segundos y es, por sus benefactores efectos psicol¨®gico, el m¨¢s recomendable para los adictos. Quedaban ocho minutos de juego, el Marbella estaba a punto de llevarse la victoria, y en eso apareci¨® Guerrero, el mago de Las Margaritas. Con un potente disparo desde m¨¢s de treinta metros devolvi¨® el equilibrio al marcador. Su tiro aplac¨® s¨ªndromes de abstinencia en el equipo y relaj¨® alg¨²n que otro rictus de virtual derrotado.
El partido fue del Geta. El Marbella se atrincher¨® atr¨¢s y apenas jug¨® la pelota. El contraataque era su ¨²nica arma, y Lukic, la punta de lanza. El serbio demostr¨® el peligro que cargan sus botas a los cinco minutos, con un bal¨®n, que Lucio salv¨® cuando se colaba en la porter¨ªa. El Getafe dominaba, pero se entreten¨ªa con pases en el centro del campo, dej¨¢ndose las ideas por el camino a medida que se acercaba a meta. A un minuto del final de la primera parte llegaba la bofetada de Lukic, un gol que congel¨® Las Margaritas.
En la segunda parte, el dominio fue total. S¨¢nchez Duque arriesg¨® con un doble cambio que demostraba sus ganas de darle la vuelta a la tortilla: sac¨® a Paquito (que no daba ni una) y a Angelito, y meti¨® a Mariano, lento y despistado, y al debutante: Pe?a.
Los mansos tiros lejanos, los balones a la olla y los barullos fueron la receta para la remontada. El Getafe ten¨ªa prisa por marcar, y con tanto coraz¨®n se olvidaba la cabeza. En el ecuador de este segundo tiempo se vivieron los momentos de asedio m¨¢s calientes, con la afici¨®n volcada, ilusionada con la igualada. El gol de Guerrero fue la dosis necesaria para aplacar angustias y apagar ansiedades. Su potente chute ayud¨® a que el Geta se sacudiera el mono de empate.
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