Cient¨ªficos y t¨¦cnicos afrontan el reto del terremoto de Jap¨®n
La licuaci¨®n del suelo aument¨® el impacto de la cat¨¢strofe
En el mundo hay todos los a?os unos 150 movimientos s¨ªsmicos de magnitud semejante al que asol¨® la semana pasada la ciudad japonesa de Kobe (1,5 millones de habitantes). Esta magnitud, fijada en 6,8 en la escala de Richter por los observatorios extranjeros y en 7,2 por los sism¨®logos japoneses (la magnitud local siempre es distinta y mayor que la general), no es, por tanto, excepcional, y mucho menos en Jap¨®n. Sin embargo, ya es seguro que habr¨¢ un antes y un despu¨¦s del terremoto de Kobe para los cient¨ªficos e ingenieros dedicados a estudiar y evitar en lo posible las consecuencias de los movimientos s¨ªsmicos, que empiezan a tomar nota de las caracter¨ªsticas del. desastre.La naturaleza manda
Los primeros son los cient¨ªficos e ingenieros japoneses, que cre¨ªan estar haciendo lo correcto. La naturaleza ha venido a recordarles que es muy poco lo que se puede hacer, en predicci¨®n y en prevenci¨®n, cuando a la tierra le da por temblar cerca de zonas muy pobladas y que hay que centrarse -dicen ahora los especialistas en cat¨¢strofes- en tener buenos planes de emergencia para el minuto despu¨¦s del terremoto, ya que cada uno es distinto.
En este caso, seg¨²n los primeros datos, el factor que m¨¢s ha influido en la magnitud de la cat¨¢strofe t¨¦cnica (ya que el fuego ha sido el otro gran factor) es la licuaci¨®n del suelo, explica Julio Mezcua, subdirector del Instituto Geogr¨¢fico Nacional. En muchas zonas ganadas al mar o en las que el nivel fre¨¢tico est¨¢ muy cerca de la superficie, el suelo, al moverse, se comporta pr¨¢cticamente como un l¨ªquido. Los anclajes de los edificios fallan entonces e importa poco que las estructuras est¨¦n preparadas para aguantar la aceleraci¨®n horizontal (los vaivenes) propios de los terremotos. Evitar construir en estas zonas es pr¨¢cticamente la ¨²nica soluci¨®n, y para ello hay que hacer estudios de microzonaci¨®n del terreno, por otra parte muy caros.
En una primera estimaci¨®n, los ingenieros japoneses han podido observar que los edificios ca¨ªdos son en su mayor parte los construidos antes de 1960. Pero tambi¨¦n est¨¢ el espectacular colapso de una autopista elevada, la Hanshin Expressway. La construcci¨®n estaba soportada por columnas de hormig¨®n. El colapso parece deberse a fallos de estas columnas, que no eran d¨²ctiles, a fallos en las juntas de expansi¨®n de las estructuras, lo mismo que ocurri¨® en el puente de Oakland, en San Francisco (EE UU). Tanto en California como en Jap¨®n ya hay programas para prever estos fallos, pero en esta zona no se hab¨ªan aplicado porque se considerada como de sismicidad moderada.
Aqu¨ª es donde entra la predicci¨®n. Se sabe ya mucho sobre el riesgo s¨ªsmico de cada zona terrestre. En Jap¨®n, por ejemplo, hay una zona de subducci¨®n: la placa del Pac¨ªfico se mete por debajo de las islas, de la placa continental euroasi¨¢tica. Esto produce una continua fricci¨®n que genera grandes terremotos. Sin embargo, cuando se trata de afinar, a una escala menor, este riesgo es mucho menos cuantificable. En el caso de Kobe, una ciudad grande, se consideraba que el. riesgo era s¨®lo moderado porque hac¨ªa mucho tiempo que no se produc¨ªan grandes movimientos s¨ªsmicos en esa zona concreta. En el mapa s¨ªsmico de Jap¨®n -un pa¨ªs que enfrenta con medios los riesgos de estar sobre el lugar de confluencia de tres de las placas tect¨®nicas que forman la fracturada corteza terrestre-, Kobe no era objeto de especial atenci¨®n, al contrario que otras zonas, como Tokai, sembradas de instrumentos s¨ªsmicos.
Jap¨®n y California son las dos zonas s¨ªsmicas del mundo en las que se han invertido m¨¢s recursos para prevenir o limitar el alcance de estas cat¨¢strofes naturales, pero los resultados son todav¨ªa muy limitados y el desaliento cunde, especialmente en cuanto a la predicci¨®n se refiere. Los cient¨ªficos, como el catedr¨¢tico de Geof¨ªsica Agust¨ªn Ud¨ªas, explican que son necesarias redes muy densas de instrumentos, algo muy caro y que s¨®lo se ha podido experimentar en peque?as zonas consideradas de alto riesgo. Y as¨ª y todo, las pistas. sobre lo que est¨¢ pasando en la corteza terrestre que dan estos instrumentos no son de f¨¢cil lectura. "La corteza terrestre es muy compleja", explica Ud¨ªas "Si fuera un material homog¨¦neo, sometido a esfuerzos homog¨¦neos, se podr¨ªa predecir cu¨¢ndo se va a superar el nivel de resistencia, pero es un material muy heterog¨¦neo y sometido a esfuerzos muy heterog¨¦neos".
Predecir no es decir que se va a producir un terremoto en los pr¨®ximos 20 a?os en determinada zona, sino decir exactamente d¨®nde se va a producir, cu¨¢ndo y de qu¨¦ tama?o, y eso es lo que no se ha conseguido. La ¨²nica predicci¨®n oficial que se hizo en Estados Unidos result¨® falsa. "Del optimismo de los a?os setenta se ha pasado a un escepticismo muy grande. Incluso los estadounidenses prometieron al Senado que en 10 a?os estaba resuelto el problema. Se les dio mucho dinero y nada. Los ¨²ltimos terremotos de California, el de Landers y el de Loma Prieta, los que ha habido en los ¨²ltimos cinco a?os, ninguno de ellos se predijo".
El horror urbano
Mientras un terremoto en el campo apenas produce da?os, un terremoto en una zona urbana densamente poblada constituye un horror, como bien saben los que se han visto envueltos en estas cat¨¢strofes. Y contra este horror hay muy pocas armas: la construcci¨®n de edificios reforzados con criterios de sismorresistencia, de forma que aunque queden da?ados causen las menos v¨ªctimas posibles, instalaciones de gas y electricidad que se corten autom¨¢ticamente para evitar incendios y, sobre todo, buenos planes de reacci¨®n ante estas cat¨¢strofes siempre masivas por la gran concentraci¨®n de poblaci¨®n en las ciudades. Casi todo ello ha funcionado mal en el caso de Jap¨®n, pero ser¨ªa dif¨ªcil asegurar que en otros lugares las cosas resultar¨ªan mejor en las mismas condiciones.
Y es que "la Tierra est¨¢ viva, y menos mal, porque si no, probablemente no existir¨ªa la vida", como reflexionan tanto Ud¨ªas como Mezcua, para justificar su f¨¢cil predicci¨®n de que estos terremotos van a seguir produci¨¦ndose y van a seguir causando cuantiosos da?os, en vidas y en bienes. "Cada sociedad asume unos riesgos y fija unas prioridades en funci¨®n de los riesgos que est¨¢ dispuesta a asumir, tomando, eso s¨ª, todas las medidas posibles", afirma Mezcua.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.