Desprecio
S¨®lo con la actuaci¨®n policial, dentro del m¨¢s estricto respeto a la legalidad, se debe responder al crimen que ha hecho caer a Gregorio Ord¨®?ez. Pero al resto de la sociedad democr¨¢tica nos queda el desprecio, sobre todo a los dem¨®cratas de Euskadi. Desprecio para que ni ETA ni sus c¨®mplices de HB encuentren un resquicio de comprensi¨®n. Desprecio, para que los simpatizantes no puedan celebrar luego el desm¨¢n tomando chiquitos, para que se les rechace en los enclaves donde se re¨²ne la gente decente. ?Se acuerdan de c¨®m6 se vaciaban los bares en el Pa¨ªs Vasco -tiempos no tan lejanos- cuando entraba alguien sospechoso de espa?olismo o de trabajar para las fuerzas de seguridad? Pues que se vac¨ªen de nuevo, pero para ellos, para los que ensucian la convivencia con sus actos de pistoleros y el derramamiento de sangre inocente, para los que aprueban sus delitos o callan por miedo. Desprecio y vac¨ªo.El enorme crecimiento de la protesta en la calle contra estos canallas, en el Pa¨ªs Vasco, impensable hace a?os y hoy firme promesa de que las cosas pueden ser distintas, tiene que dar un paso m¨¢s, para que cada cual, en la medida de sus posibilidades, les haga sentir el aislamiento y la verg¨¹enza. Para que se sientan como lo que son: alima?as. Y quienes no reconozcan serlo, que se desmarquen, como Bego?a Garmendia, portavoz de HB en el Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n hizo ayer. De lo contrario, que no haya piedad social.
Los asesinos merecen el castigo, y sus consentidores, los que callan, los que creen en la pamema del patriotismo esgrimida por un grupo de vagos y maleantes, se han hecho acreedores a la exclusi¨®n. Entretanto, nuestros pol¨ªticos deber¨ªan prolongar ese abrazo de todos los grupos en torno al f¨¦retro de Ord¨®?ez para sacar a este pa¨ªs del delicado momento en que se encuentra.
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