Armani eclipsa a Mozart en el Covent Garden
El dise?ador italiano acapara a los espectadores de 'Cos¨¬ fan tutte'
No es el primer dise?ador de moda que se atreve con un escenario oper¨ªstico. En 1991, Gianni Versace proporcion¨® el vestuario para una versi¨®n de El capricho, de Ricardo Strauss. Tambi¨¦n Valentino, en 1982, en una producci¨®n norteamericana del Sue?o de Valentino, de Dominick Argento. En 1995, Glorgio Armani parece anular cualquier otro nombre por rutilante que sea.
El uso de modelos de la pr¨®xima colecci¨®n primavera-verano de Armani en la modern¨ªsima producci¨®n de la ¨®pera Cos¨¬ fan tutte, de Mozart, estrenada hace una semana en el Covent Garden de Londres, amenaza con convertirse en la sensaci¨®n de la temporada oper¨ªstica londinense.La idea fue del propio director de esta versi¨®n de Cos¨¬ fan tutte, el brit¨¢nico Jonathan Miller, que pretend¨ªa dejar a los cantantes desnudos de los artificios est¨¦ticos que suele aportar un vestuario de ¨¦poca. Miller se entrevist¨® con Armani en su estudio de Mil¨¢n y ambos quedaron de acuerdo en unir sus nombres al del m¨ªtico compositor austriaco.
Para Armani, la elecci¨®n de sus modelos ten¨ªa un sentido: "Quieren mi ropa porque ven en ella una suerte de emblema de la moda contempor¨¢nea; especialmente quer¨ªan prendas de mi ¨²ltima colecci¨®n". Los colores p¨¢lidos, los cortes impecables que han hecho de Armani el n¨²mero uno de las pasarelas internacionales, sirven ahora para enmarcar la vieja historia de amor y sospecha relatada admirablemente por Mozart. ?Son las mujeres capaces de mantener la fidelidad en el amor ante la ausencia del amado? Los ojos de las espectadoras parec¨ªan m¨¢s pendientes de los magistrales modelos que lucen las dos cantantes principales en la escena final que del triunfo del amor y la honestidad.
Pero, si bien Dorabella y Fiordiligi -interpretadas por Susan Graham y Amanda Roocroft, respectivamente-, tienen la oportunidad de lucir una colecci¨®n de ropa envidiable, la parte peor ha sido para el reparto masculino. Los trajes de los hombres carecen de gracia por m¨¢s que lleven la etiqueta de Armani. Bruce Ford, en el papel de Ferrando; Simon Keenlyside, en el de Guglielmo, y Thomas Allen, en el de Don Alfonso, se ven reducidos a la condici¨®n de se?ores normales con sus trajes de corte sobrio que no invitan a demasiadas evocaciones rom¨¢nticas. En un detalle de cierta comicidad, Miller coloca cascos de Naciones Unidas en la cabeza de los pretendientes de Fiordifigi y Dorabella cuando fingen partir para la guerra. Un gui?o de modernidad que ha sido bien acogido por la cr¨ªtica londinense. Aunque nadie puede negar que hay algunos aspectos negativos en la austeridad que aporta a la obra el vestuario de Armani.
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