Rusia y Chechenia realizan un primer intercambio de 94 prisioneros de guerra
ENVIADO ESPECIAL, Con m¨¢s de cuatro horas y media de retraso se produjo ayer, en una presa helada de la frontera de Chechenia con Daguest¨¢n, el primer intercambio numeroso de prisioneros entre chechenos y rusos (47 por cada lado) desde que comenz¨® la guerra, el 12 de diciembre. En una emotiva y desorganizada escena, en medio del puente del embalse, rodeados de cientos de soldados chechenos armados con llamativos lanzagranadas anticarro y de rusos con unos mucho m¨¢s discretos fusiles Kal¨¢shnikov, los presos fueron transitando de uno en uno del cautiverio a la libertad. Muchos de los 37 paracaidistas rusos capturados en los bosques de Shal¨ª se despidieron de sus captores con un gran apret¨®n de manos. Al otro lado, compa?eros rusos liberados les saludaban euf¨®ricos con un acto casi reflejo: el pu?o en alto.
Las madres de los soldados rusos, como Nina, la astrajana que amenaz¨® el d¨ªa anterior con llevarse a su hijo, Kafur, de 20 a?os, ayer logr¨® su objetivo. El mismo interior cuartelero e inc¨®modo de los tres camiones militares que hab¨ªan tra¨ªdo los prisioneros chechenos fue ocupado por soldados y madres con los ojos enrojecidos.Algunas de ellas cruzaron el puente prendidas como novias de las manos y brazos de sus hijos para que no se evaporaran. Una de ellas se lo llev¨® en medio de la confusi¨®n hasta su autom¨®vil particular. All¨ª lo escondi¨® entre dos cortinillas sucias, pensando que as¨ª ser¨ªa invisible para los militares rusos. Nadie le ech¨® en falta.
El comandante Igor Morozov, un hombre robusto de barba y boina negras, el que rindi¨® sus 37 paracaidistas lanzados en una misi¨®n de inteligencia de dudoso acierto, lo hizo para salvarles la vida. Ahora, casi veinte d¨ªas despu¨¦s, no se arrepiente de nada. "Hice lo que ten¨ªa que hacer". Ahora tal vez se enfrente a un consejo de guerra. "Todo ir¨¢ bien, todo ir¨¢ bien", asegur¨® tras ser liberado. Las madres y padres de sus hombres, como Ismaei Serga¨ªev, le veneran como a un dios. "No le pueden hacer nada, es un h¨¦roe aut¨¦ntico", dice Ismaei. Otros, como Victor Chumak, anuncian una campa?a p¨²blica de presi¨®n a favor de Morozov.
El intercambio de prisioneros, negociado arduamente el pasado mi¨¦rcoles en una gasolinera del puesto fronterizo de Girzil entre el general ruso Kim Zagolov, viceministro para las Nacionalidades de la Federaci¨®n y veterano de la guerra de Afganist¨¢n, y el jefe checheno de la regi¨®n de Shal¨ª, Abu Musa¨ªev, estuvo a punto de echarse ayer a perder.
Musa¨ªev, indignado, mostr¨® a la prensa restos de bombas de fragmentaci¨®n, repletas de rodamientos que al explosionar se transforman en balines mort¨ªferos, que la aviaci¨®n rusa supuestamente hab¨ªa lanzado horas antes, entre las siete y las ocho de la ma?ana, sobre las localidades de Shal¨ª y de Atari Atagui, donde se halla un hospital de primera emergencia que acoge a los heridos de la batalla de Grozni. El objetivo del ataque sobre Atagui fueron unas instalaciones petroleras que, seg¨²n testigos independientes, ard¨ªan en la ma?ana de ayer.
Sobrevuelos de 'cazas'
A las doce, hora en que deb¨ªa iniciarse el intercambio, seg¨²n lo acordado en el d¨ªa anterior, la presa s¨®lo estaba llena de chechenos. Los ¨²nicos rusos visibles eran dos cazabombarderos Sukoi-27, como los que atacan Grozni, sobrevolando la zona del embalse. Algunas de las pasadas a¨¦reas fueron a muy baja altura.
El jefe checheno Musa¨ªev amenaz¨® con frenar todo intercambio de presos si no cesaban de inmediato los bombardeos. La comunicaci¨®n con los rusos se hac¨ªa, ante la ausencia de radio o tel¨¦fono, a trav¨¦s de un autom¨®vil desvencijado que iba de un lado a otro de la frontera, superando un barrizal, para informarse y ver si los presos chechenos estaban preparados. Los rusos que iban a ser intercambiados se encontraban al otro lado, cerca de la frontera. En un lugar secreto. El recelo y la desconfianza eran grandes en los chechenos. "No han cumplido con su palabra", espet¨® Musa¨ªev.
Una inesperada nueva reuni¨®n entre ¨¦l y el general Zagolov, sobre el mismo hule verde de la gasolinera de Girzil, ayud¨® a disipar los malentendidos. El general lo dijo despu¨¦s: "Habr¨¢ intercambio de prisioneros". Hablaron de m¨¢s asuntos, adem¨¢s del de los presos. Al¨ª Amirov, segundo de Musa¨ªev, dijo optimista: "Estamos hablando tambi¨¦n de parar todos los bombardeos". Zagolov, sin embargo, lo dej¨® muy claro tras el apret¨®n de manos final: "S¨®lo tengo autoridad para negociar el intercambio de presos. Escucho las ideas de los chechenos y las transmito a mis superiores". Ellos son, al parecer, los ¨²nicos que deciden sobre esta guerra.
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