Ram¨®n no arrojes la toalla
Un escritor noruego, 45 a?os paral¨ªtico, lanza un mensaje al tetrapl¨¦jico de La Coru?a
Einar Pedersen, escritor noruego de 64 a?os, est¨¢ paral¨ªtico de la cabeza a los pies desde los 18 a?os. Ha permanecido inmovilizado en el hospital de inv¨¢lidos de Ottestad, a dos horas de Oslo, 45 a?os de su vida. Pero, a diferencia de Ram¨®n Sampedro, el tetrapl¨¦jico de La Coru?a que escribi¨® recientemente al Rey para exponerle su deseo de morir, Einar Pedersen recibi¨® una medalla del monarca noruego d¨¢ndole ¨¢nimos para que no desfallezca. Para que no arroje la toalla.La toalla de Pedersen exige un desembolso anual del erario p¨²blico de 584.000 coronas (unos 12 millones de pesetas) de las que un mill¨®n de pesetas provienen de su pensi¨®n de 1,5 millones de pesetas. Los derechos de autor de sus 15 libros se los queda ¨ªntegros, pero invierte una buena cantidad anual en un fondo creado por ¨¦l para ayudar a los tetrapl¨¦jicos. Einar Pedersen cree en Dios, la patria del Estado-providencia, y el rey Eros como protagonista de sus novelas.
Cuando a los 18 a?os le diagnosticaron la enfermedad de Becliterens, Pedersen tuvo deseos de acabar con su vida. Era pinche de cocina en un barco mercante. "Todo se vino abajo. El cuerpo s¨®lo me ha producido dolor. Pero me ayudaron a superar la ¨²nica depresi¨®n grave de mi vida. Cuando me vi tumbado para el resto de mis d¨ªas en una cama, decid¨ª aprender a escribir. Hice un curso por correspondencia. Le¨ª mucho. Empec¨¦ a inventarme historias. La literatura me ha salvado. Siempre hay algo a lo que agarrarse. ?No podr¨ªa el tetrapl¨¦jico de La Coru?a hacer algo as¨ª? ?No le ayudan a descubriralgo que le haga soportar su tragedia?".
Empez¨® dictando pensamientos. Luego vinieron cinco libros de poemas con tiradas de 70.000 ejemplares. Despu¨¦s, dos libros de cuentos infantiles. Una biograf¨ªa- Gracias por vivir- de la que vendi¨® 16.000 ejemplares. Y el resto han sido novelas. Pedersen no tiene ning¨²n reparo en decir que le atraen los temas er¨®ticos. "Es un mundo en el que mis personajes est¨¢n c¨®modos y me lo hacen pasar bien a m¨ª".
Tuvo una novia. Ven¨ªa a verle al hospital. Fue en los a?os sesenta. "La dej¨¦ embarazada. Abort¨®. A¨²n no lo he superado. Todav¨ªa me duele. Pero ella cre¨ªa que el hijo podr¨ªa heredar mi enfermedad. Fue muy duro".
Einar se encuentra muy a gusto, "incluso feliz", en este pabell¨®n de inv¨¢lidos, con vistas al bosque y donde dos personas le ba?an a diario, le visten, le pasan de la cama a una especie de camilla con motor, le encienden el ordenador y ponen entre sus tres dedos que todav¨ªa acciona un puntero con el que golpea lentamente el teclado para formar palabras. Sabe que estos restos de movilidad desaparecer¨¢n un d¨ªa. "Pero ya ser¨¦ viejo y algo m¨¢s sabio. No sufrir¨¦ demasiado".
Einar vuelve a referirse al tetrapl¨¦jico espa?ol que implora que le apliquen la eutanasia. "Le pido que encuentre un inter¨¦s en la vida. Que utilice sus ojos. La voz. D¨ªgale que aunque no crea en nada haga un ¨²ltimo esfuerzo. Que intente crear algo por s¨ª mismo".
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