El l¨ªder militar checheno dice que est¨¢ dispuesto a negociar, pero no a capitular
ENVIADO ESPECIAL, El cuartel general de Asl¨¢n Masj¨¢dov, jefe de Estado Mayor de la Rep¨²blica de Chechenia y l¨ªder m¨¢ximo, de la defensa de Grozni, parece una granja. Hay una docena de ovejas en pose de trasquile, no m¨¢s de cuatro vacas pardas abrazadas por los huesos del hambre y una manada de cerdos ?atos que olisquean entre una marea de mierda. Est¨¢ en el sur, a tres kil¨®metros de la martirizada plaza Minutka. All¨ª se urden planes y estratagemas para evitar la ca¨ªda de la ciudad, el ¨²ltimo s¨ªmbolo de la resistencia chechena.
Masj¨¢dov y su lugarteniente, Samil Basa¨ªev, que fue comandante de la fuerza expedicionaria chechena enviada a luchar junto a los separatistas abjazos, van armados con Kal¨¢shnikov, dos cuchillos capaces de rebanarle el alma a un incauto y unos walkie-talkies ¨²ltima generaci¨®n. "Estamos listos para sellar cualquier acuerdo con los rusos, pero no estamos dispuestos a la capitulaci¨®n", advierte Masj¨¢dov. Sobre el futuro inmediato de Grozni y de la temida ofensiva final rusa, el jefe checheno responde seguro:"A pesar del bombardeo intensivo de ahora no han podido avanzar en ning¨²n frente".
Sentados sobre una sucia mesa de madera, en un cuartucho pegado a unas cocinas de colegio estalinista, los jefes de la resistencia chechena discuten, con rostro de cansancio, el plan de la jornada y las instrucciones para los defensores de la ciudad.
"Antes de que P¨¢vel Grachov, ministro ruso de Defensa, dijera aquello de que iba a tomar Grozni en dos horas con un solo regimiento de paracaidistas debi¨® consultar el mapa y leer un poco de historia", dice Masj¨¢dov. Abajo, en Minutka, los bombardeos son continuos. Mort¨ªferos. "Despu¨¦s de sus ¨¦xitos
[del Ej¨¦rcito ruso] en Tayikist¨¢n, Moldavia y Georgia, pensaron que aqu¨ª era lo mismo. Y se equivocaron".
Basa¨ªev, vestido de uniforme blanco de camuflaje para la nieve, barba negra, nariz romana con una herida en el puente, escucha callado, como un confesor. Cabizbajo. En la frente porta una cinta verde, ancha, con una inscripci¨®n ribeteada en ¨¢rabe: "Libertad o muerte". "No hay avance ruso... Lo ¨²nico que hacen es destruir la ciudad de una manera ca¨®tica, sin orden alguno", dice Basa¨ªev mientras mastica un pan de harina. Su jefe, Masj¨¢dov, prosigue la conversaci¨®n. "Ellos
[los rusos] tienen que demostrar al mundo entero que son un ej¨¦rcito invencible, y lo tienen que demostrar a las otras rep¨²blicas aut¨®nomas". Por eso no pueden detener la guerra. Y si intentan el asalto final, ?volver¨¢n a fracasar? "El tiempo lo ense?ar¨¢ , responde seco Basa¨ªev.
"Hemos mantenido conversaciones con los rusos para intercambiar prisioneros, heridos o cad¨¢veres y sobre un alto el fuego", dice el jefe de Estado mayor checheno, "pero Mosc¨² siempre pone la misma condici¨®n: que saquemos bandera blanca, que nos despojemos del uniforme y entreguemos las armas. Y eso es innegociable para nosotros. No capitularemos".
Sin miedo a morir
Ni Masj¨¢dov, ex coronel del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico, artillero de profesi¨®n, ni Basa¨ªev, un temible, guerrillero experto en lucha urbana, tienen miedo a morir. Su granja-cuartel general, donde en el momento de la entrevista comen los m¨¢ximos jefes de la resistencia de Grozni, es un objetivo prioritario para los rusos. Dos o tres bombas pasan de largo. Silbando como locas. Es como si los artilleros rusos a¨²n no tuvieran el lugar exacto. "No es que me quieran matar a m¨ª; es que, quieren matar a todo el pueblo checheno", responde r¨¢pido Basa¨ªev.
Masj¨¢dov ya sabe lo que va ense?ar a la delegaci¨®n de los derechos humanos de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y la Seguridad en Europa (OSCE) que est¨¢ en Grozni: "Las bombas de f¨®sforo y las de fragmentaci¨®n" de los rusos. La llegada de la delegaci¨®n extranjera no disuadi¨® a los rusos de seguir bombardeando la capital chechena. Los cinco miembros de la misi¨®n dijeron que planeaban conversar con los habitantes de la ciudad a pesar de los combates e independientemente de sus ideas.
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