Un pelotazo de mil duros
Amenaza de embargo para los padres de un ni?o zaragozano multado por jugar al bal¨®n en la calle
Al Ayuntamiento de Zaragoza se le acumulan los problemas. Mientras la gesti¨®n pol¨ªtica de los socialistas hace equilibrios con el apoyo de un diputado tr¨¢nsfuga del PP y los fiscales han comenzado a visitar el caser¨®n de la plaza del Pilar en busca de irregularidades econ¨®micas un juego de ni?os le ha puesto a parte de la ciudadan¨ªa en contra.La implacable maquinaria recaudatoria municipal ha desempolvado, tras un a?o de silencio, la multa de 5.000 pesetas impuesta a Javier Villa, un inquieto chaval de 13 anos, por jugar a la pelota en plena calle.. Un guardia municipal, cuyo anonimato se conserva con celo, estim¨® que, el pasado 16 de junio, la pandilla del colegio La Magdalena que jugaba al balompi¨¦ en la calle de la Reboler¨ªa infring¨ªa el precepto municipal que prohibe cualquier acto que "pueda perjudicar directa o indirectamente a las personas o propiedades". En la denuncia, el agente estima que el partidillo callejero de los chavales entra?aba riesgo "para los peatones y para el tr¨¢fico", y se destaca que Javier fue remiso a revelar su filiaci¨®n y, "pese a su corta edad", no hab¨ªa respondido "con la educaci¨®n con que se le dirigieron los agentes".
La sanci¨®n provoc¨® una oleada de apoyos para el joven futbolista. El Justicia de Arag¨®n (Defensor del Pueblo en esta comunidad aut¨®noma) intervino para recomendar a los mun¨ªcipes que atendieran a la raz¨®n general y archivaran directamente el asunto en la papelera m¨¢s cercana, y los jugadores del triunfante Real-Zaragoza se acercaron hasta el casco viejo de la ciudad, donde Javier y sus amigos pretend¨ªan emularles, para consolarles y animarles a no cejar en su empe?o de darle patadas a la pelota.
Las tertulias locales se dividieron entre los que criticaban la ridiculez de la intervenci¨®n municipal y los que defend¨ªan el derecho de los ciudadanos que, con anterioridad, hab¨ªan denunciado que su paz se perturbaba por el juego del balompi¨¦. El asunto satur¨® las centralitas de los - programas radiof¨®nicos locales.
La discusi¨®n se ha vuelto a abrir al llegar el aviso conminatorio para hacer efectivos los mil duros bajo amenaza de embargo. La familia de Javier regenta una peque?a tasca. en la calle curiosamente llamada del Hero¨ªsmo, y all¨ª se ha establecido el centro de recaudaci¨®n de 5.000 monedas de peseta con las que piensan abonar finalmente la multa. Los parroquianos, indignados por un caso que ya cre¨ªan sepultado entre los legajos de la casa consistorial, han decidido colaborar en el pago, mientras desde la corporaci¨®n se responde con frases esquivas y argumentos en defensa de los derechos generales.
Javier y sus amigos, adem¨¢s de no haber roto ni un cristal, no entienden nada y callan, asombrados por la bronca que se ha liado. Sus familias dicen que prefieren tenerlos jugando cerca de casa a que les atraquen en los parques. Por ahora, siguen d¨¢ndole al bal¨®n, como siempre, en plena calle.
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