La funesta man¨ªa de trufar
Esa estructura de reportaje pespunteado de fugaces apariciones de personajes que cuentan obviedades es algo demasiado utilizado en televisi¨®n para que pueda seguir siendo interesante. Cuando un programa dispone de documentalistas, redactores y guionistas y ese programa est¨¢ dispuesto a contar historias de la censura cinematogr¨¢fica en Espa?a, ?qu¨¦ sentido tiene llevar las c¨¢maras al despacho de un se?or para que diga: "La censura empez¨® en 1909 en Suecia"? Ninguno: el dato es un asunto de documentaci¨®n; los testimonios se supone que est¨¢n para opinar, contar vivencias o describir situaciones que puedan ser desconocidas por los dem¨¢s.El primer cap¨ªtulo de Im¨¢genes prohibidas dio muy poco de s¨ª. Bastantes im¨¢genes muy conocidas, algunas singulares, ninguna -creo- in¨¦dita. Pero sobre todo las sirvi¨® rodeadas por todas partes de esa especie de declaraciones de los expertos que no s¨®lo imped¨ªan que el relato avanzara sino que lo encerraban en una espiral de insipidez. Rom¨¢n Gubern sali¨® dos veces, y con trajes distintos, para repetir cosas que tiene escritas en varios libros y art¨ªculos sin n¨²mero. Qu¨¦ extra?a man¨ªa esa de llamar a los eruditos, cuantos m¨¢s mejor, dejarlos que suelten el discurso y cortarles luego cuatro frases y montarlas donde el director decida. Porque todos somos buena gente, que si no a lo mejor alguno llegaba a quejarse. de que le han censurado.
Fue, hay que decirlo, el primer programa de una serie de catorce y conviene aceptar en su descargo que trat¨® de enfocar una panor¨¢mica general. Bien.
Quedan trece cap¨ªtulos para entrar a fondo en los efectos de la censura sobre la creaci¨®n cinematogr¨¢fica y sobre la educaci¨®n cinematogr¨¢fica de varias generaciones. Es un asunto de inter¨¦s ciert¨ªsimo y una buena contribuci¨®n al centenario del cine y hay que esperar que en las pr¨®ximas semanas, adem¨¢s de devolvernos im¨¢genes que la dictadura nos rob¨®, el programa intente acercarse a los mecanismos mentales, sociales, pol¨ªticos, religiosos o comerciales que llevaron a unos oscuros funcionarios de la intolerancia a ganarse los garbanzos a base de darle a la tijera.
?Podremos ver, por ejemplo, y oir a alg¨²n censor de carne y hueso? ?Podremos escuchar la justificaci¨®n de alguno de sus su periores -ex directores generales, ex ministros de Gobernaci¨®n o de Informaci¨®n? No se trata de rencor ni de hacerse el acusica ni de esperar actos de contrici¨®n y prop¨®sitos de enmienda ni nada de eso. Simplemente de mirar al pasado y de intentar comprender por qu¨¦ pas¨®. No es mucho pedir y, a estas alturas, puede ser incluso divertido.
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