El Kremlin normaliza sus tensas relaciones con Polonia
ENVIADO ESPECIALEl Gobierno polaco respir¨® aliviado, ayer cuando el avi¨®n que tra¨ªa de Mosc¨² al primer ministro ruso tom¨® tierra en el aeropuerto de Okecie. La visita de dos d¨ªas a Varsovia de V¨ªktor Chernomirdin, que coincide con otra del presidente lituano, normaliza por parte del Kremlin unas relaciones alteradas bruscamente en octubre pasado, cuando el jefe del Gobierno ruso cancel¨® un viaje ya anunciado tras un incidente en el que fueron de tenidos por la polic¨ªa polaca varios estudiantes rusos en la principal estaci¨®n ferroviaria de Varsovia.
A pesar de su declarada prioridad de integrarse en las estructuras pol¨ªticas y econ¨®micas europeas, las relaciones globales con el poderoso vecino del Este son por muchos motivos un cap¨ªtulo fundamental de la pol¨ªtica polaca. El viaje de Chernomirdin va a servir para que Varsovia y Mosc¨² firmen una bater¨ªa de acuerdos principalmente econ¨®micos, entre ellos uno que cancelar¨ªa sus respectivas deudas heredadas de la ¨¦poca comunista. Habr¨¢ compromisos en pesca y comunicaciones, pero el proyecto conjunto m¨¢s importante es la construcci¨®n de un nuevo gasoducto entre Rusia y Alemania de casi 700 kil¨®metros, a trav¨¦s de suelo polaco.
Polonia, con una enorme frontera oriental compartida entre Bielorrusia y Ucrania, intenta reconstruir su relaci¨®n comercial con la antigua URSS. El nuevo socio econ¨®mico es ahora la Uni¨®n Europea (UE), con cerca del 70% de las exportaciones, pero Varsovia considera que los intereses del pa¨ªs estar¨¢n mejor servidos corrigiendo en parte este gran desequilibrio.
La aplazada visita del primer ministro ruso, que firmar¨¢ hoy antes de marcharse una declaraci¨®n conjunta, se interpreta como un gesto tranquilizador del Kremlin hacia su m¨¢s importante vecino en Europa oriental. La actitud de los polacos para con Rusia sigue marcada por lo que Yalta supuso hace 50 a?os. S¨®lo en uno de sus aspectos, la adscripci¨®n de Polonia a la ¨®rbita sovi¨¦tica signific¨® un desplazamiento hacia el oeste de sus fronteras de m¨¢s de 200 kil¨®metros, perdiendo territorio ante la URSS y gan¨¢ndoselo a Alemania. Los nuevos l¨ªmites acarrearon la reinstalaci¨®n de m¨¢s de cuatro millones de polacos y la deportaci¨®n de tres millones y medio de alemanes.
El temor en esta regi¨®n de Europa a una nueva Yalta por las renovadas ambiciones rusas es el disparador de la compartida urgencia polaca por integrarse en la OTAN. Para los polacos, que en la segunda guerra mundial perdieron seis millones de vidas, esto no es una cuesti¨®n acad¨¦mica. Las im¨¢genes recientes de Yeltsin tambale¨¢ndose en Almati, por lo que sugieren de descontrol en Rusia, ponen los pelos de punta en Varsovia, donde no se acepta que Washington bloquee su adhesi¨®n, a la OTAN para no ofender a Mosc¨².
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