Juan Guerra utiliz¨® el despacho de su hermano con el permiso verbal del secretario del vicepresidente
Rafael Delgado, ex secretario general de la Vicepresidencia del Gobierno durante el mandato de Alfonso Guerra, nombr¨® a Juan Guerra "asistente" de su hermano en la Delegaci¨®n del Gobierno en Sevilla. El nombramiento fue verbal y comunicado telef¨®nicamente al entonces delegado gubernamental, Leocadio Mar¨ªn, seg¨²n declar¨® Delgado durante el juicio iniciado ayer en la Audiencia Provincial de Sevilla. Una pregunta del magistrado Agust¨ªn del R¨ªo puso en cuesti¨®n la supuesta autoridad de Delgado para realizar tal nombramiento y, consecuentemente, el fallo del Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa (TSJA), que lo exculp¨® del delito de prevaricaci¨®n a ¨¦l y a los tres delegados gubernamentales que lo permitieron.
Delgado reconoci¨® que, aunque ten¨ªa rango de subsecretario, no ten¨ªa atribuidas formalmente las funciones ni la autoridad que corresponden a ese puesto. Por el contrario, ejerc¨ªa en la pr¨¢ctica de secretario personal de AIfonso Guerra.Juan Guerra eligi¨® un mal d¨ªa para hablar. Era la primera Vez que lo hac¨ªa en los cinco juicios celebrados contra ¨¦l y, sin embargo, el protagonismo se lo llevaron otros. Guerra no quiere cargar con la culpa de haber ocupado un despacho que otros le autorizaron a usarlo. Reconoci¨® que trabajaba para su hermano desde el PSOE, aunque no supo precisar cu¨¢ndo comenz¨® a pagarle el partido. Dijo que Delgado le encarg¨® que siguiera con las funciones de "coordinador" del vicepresidente en la Delegaci¨®n del Gobierno en Sevilla, y que depend¨ªa de aqu¨¦l para tramitarle correspondencia y peticiones de audiencia.
Juan Guerra asegur¨® que su horario era irregular y que cobraba del PSOE como "empledo laboral afecto al servicio de seguridad". "Iba por el correo, poco tiempo, y no todos los d¨ªas", matiz¨®. Explic¨® que no usaba el garaje oficial y que no hab¨ªa mucha correspondencia para el vicepresidente, aunque s¨ª numerosas peticiones de audiencia.
Sobre sus actividades privadas, se?al¨® que no las realizaba en la sede oficial, aunque volvi¨® a matizar su respuesta: "Si por actividades privadas se entiende firmar un contrato mercantil entonces s¨ª". Juan Guerra se refer¨ªa al contrato firmado por ¨¦l y por responsables de la empresa p¨²blica Ensidesa para la adquisici¨®n de la finca La Carrascosa por una de sus sociedades.
"Para llegar a mi hermano"
Juan Guerra, vestido con traje gris marengo, camisa azul celeste y corbata a cuadros, afirm¨® que su profesi¨®n era la de "industrial", y que su hermano utiliz¨® el despacho, aunque no supo precisar cu¨¢ntas veces. Tambi¨¦n respondi¨® a la acusaci¨®n que nunca pag¨® gasto alguno del despacho y que no se relacionaba con las autoridades. Sobre las personas que iban a verlo, indic¨®: "Sab¨ªan que el modo de llegar hasta mi hermano era a trav¨¦s de m¨ª".
Calific¨® de visitas de amigos la de una decena de personas vinculadas a sociedades por ¨¦l participadas. Sobre su cese como ,,asistente", el hermano del ex vicepresidente dijo que abandon¨® las funciones tras comunicarlo a Rafael Delgado, porque "estaba muy cansado" y "no ten¨ªa libre los fines de semana".
El interrogatorio del fiscal Alfredo Flores provoc¨® la protesta del abogado Marcos Garc¨ªa Montes, que ejerce la acusaci¨®n en representaci¨®n del empresario jerezano Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos. Garc¨ªa Montes se quej¨® al tribunal por entender que el fiscal realizaba "preguntas de descargo" y asum¨ªa el papel de la defensa. El tribunal lo rechaz¨®.
Con una pregunta, el fiscal intent¨® justificar que a Juan Guerra se le autoriz¨® a usar el despacho del vicepresidente para que se le pudiera localizar f¨¢cilmente desde La Moncloa, ya que, debido a su crisis matrimonial y posterior separaci¨®n, era dif¨ªcil encontrarlo. El magistrado Agust¨ªn del R¨ªo rebati¨® ese argumento al dejar patente que el convenio regulador de la separaci¨®n se produjo en 1986 y la sentencia de divorcio en 1987, cuatro a?os despu¨¦s de que Juan ocupara la sede oficial de la plaza de Espa?a de Sevilla.
En su declaraci¨®n, Rafael Delgado mantuvo que en Alfonso Guerra no pod¨ªan dividirse las cuatro personalidades o condiciones del dirigente socialista: vicepresidente, vicesecretario general del PSOE, diputado por Sevilla y persona f¨ªsica. Adem¨¢s, insisti¨® en que su orden fue que se permitiera "el acceso" de Juan al despacho, pero no autoriz¨® a recibir visitas, m¨¢s de 1.500 en siete a?os seg¨²n consta en los libros de registro de los cinco ¨²ltimos. A?adi¨® que nadie le comunic¨® que el hermano de su jefe recib¨ªa esas visitas ni que realizaba en el despacho ninguna otra actividad.
El secretario de Alfonso Guerra dijo que no conoci¨® ni visit¨® nunca el despacho, aunque acert¨® a decir que el vicepresidente lo us¨® al menos dos veces.
El juez Del R¨ªo puso el dedo en la llaga al interrogar a Delgado: "Ten¨ªa esta sala la esperanza de enterarse de qu¨¦ es un asistente. Incluso hemos preguntado al Parlamento Europeo". Delgado explic¨® que se trataba de "acompa?ar" y de atenderlo" al alto cargo y a las personas que quer¨ªan verlo. El juez le contest¨®: "S¨ª, pero eso ya lo hac¨ªa como empleado del partido".
"No era nadie"
Las declaraciones de los tres delegados que permitieron la actividad de Juan Guerra cuestionaron tambi¨¦n la orden de nombramiento. Leocadio Mar¨ªn, Tom¨¢s Azor¨ªn y Alfonso Garrido -delegados sucesivos por ese orden- admitieron que no exigieron el nombramiento escrito, que fue verbal y transmitido desde el primero al ¨²ltimo, y que ninguno control¨® las actividades de Juan. "No era nadie en la Delegaci¨®n", dijo Mar¨ªn y, adem¨¢s, no estaba bajo su responsabilidad. Todos coincidieron en que Alfonso Guerra utiliz¨® poco el despacho.
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