El carnaval de Madrid
Las primeras noticias fidedignas sobre el carnaval en Madrid son del tiempo de Felipe IV. Deb¨ªa de existir antes, pero ni los historiadores costumbristas lo mencionan.En su celebraci¨®n debi¨® ajustarse a los periodos de permisividad o prohibici¨®n que se sucedieron. Los reyes Juana I y Carlos I prohibieron en 1523 las m¨¢scaras y disfraces en todos sus reinos. En los a?os sucesivos se celebraron algunas mascaradas, no en carnaval, sino para celebrar alg¨²n acontecimiento, como entradas en la corte de nuevas reinas, bautizos de infantes y juramentos de pr¨ªncipes de Asturias. En tiempos de Felipe IV hubo un gran auge del carnaval, tanto en el entorno del rey como entre el pueblo. Felipe V prohibi¨® las m¨¢scaras y el carnaval por disposiciones de 1716, 1717, 1719 y 1745, que mantuvo Fernando VI. Carlos III lo autoriz¨® en 1766 y Carlos IV lo prohibi¨® en 1795.
Jos¨¦ Bonaparte lo permiti¨® en 1809 y Fernando VII volvi¨® a prohibirlo en 1815. Permitido durante el periodo liberal de 1820-1823, lo prohibi¨® de nuevo hasta que, a ruegos de la nueva reina, Mar¨ªa Cristina, lo autoriz¨® en 1831. La dictadura franquista volvi¨® a prohibirlo en 1937, y prohibido estuvo hasta 1975, que muere el dictador. Se toleraron algunos carnavales, pero con otro nombre y sin m¨¢scaras. Recibieron la, denominaci¨®n de fiestas t¨ªpicas gaditanas o fiestas t¨ªpicas de Santa Cruz de Tenerife. En 1976 ya hubo en Madrid carnaval, impulsado poco despu¨¦s por el alcalde Tierno Galv¨¢n.
En tiempos de Felipe IV, las bromas de estos d¨ªas eran variadas. Algunas subsisten hoy. Se pon¨ªan cuerdas entre las casas ' para que cayeran o perdieran el Sombrero los que no las vieren. Se arrojaban sobre los transe¨²ntes aguas inmundas o esportillas de ceniza o salvado. Se pon¨ªan estopas encendidas en las orejas de los caballos. Se echaban polvos picantes o huevos rellenos con aguas sucias. Se ataba a la cola de un perro una garrafa, que produc¨ªa gran ruido al romperse el vidrio y chocar entre s¨ª los trozos dentro del mimbre.. Se untaban con mierda los picaportes. Se llamaba a un esportillero, al que se le ordenaba transportar un c¨¢ntaro lleno de agua sucia, que se romp¨ªa sobre su espalda. Se bautizaba a las gentes usando escobones empapados en orines. S e aporreaba al viandante con vejigas sujetas a un palo o con sartenes tiznadas. Se manteaban personas, animales o peleles que representaban a alguien. Se ensuciaban los almidonados cuellos con agua sucia que sal¨ªa de una jeringa. Se pon¨ªan rabos. Se marcaba la mano impregnada en yeso sobre la negra ropilla del que pasaba. El juego de la camuesa consist¨ªa en una flotando en el agua de un cubo, cuyo asa pasaba por el cuello. Hab¨ªa que cogerla con la boca. Cuando lo estaba intentando se le pinchaba en el trasero, y al volverse se lo volcaba encima. En el juego del tribunal se simulaba un juicio. Ante el estrado hab¨ªa una estera, de la que se tiraba, haciendo cae r al testigo. La gatada consist¨ªa en un gato colgado de una cuerda, que se, bajaba, sobre el descuidado, que resultaba agarrado con tal fuerza que pod¨ªan remontarse juntos gato - y hombre. En el juego de gallos se enterraba uno, al que hab¨ªa que cortarle la cabeza con una espada y los ojos vendados. 0 se le colgaba de una cuerda y hab¨ªa que arrancarle la cabeza al galope de un caballo. Al que ganaba se le proclamaba rey de gallos.
En tiempos de los Borbones se mantienen algunas de estas bromas y surgen otras. Se coloca una moneda clavada en el suelo o sujeta con un hilo, del que se tira, cuando se agacha el que la ha visto, El t¨ªo del higu¨ª lleva un higo colgando de un hilo sujeto a la ca?a y canta: "El t¨ªo del higu¨ª, / con la mano no, con la boca s¨ª". Los garbanzos de pega. Las cerillas de pega. Las cartas de chasco. Los caramelos amargos. Las frutas escarchadas con ac¨ªbar. El reloj de bolsillo que suelta un chorro de agua cuando alguien se acerca a ver la hora. Los confetis y las serpentinas, que se venden en botes al grito de: "A cinco el bote y a chupar del bote". Y el entierro de la sardina.
En el siglo XIX comenz¨® la costumbre de ir a pasear las m¨¢scaras al Prado y a Recoletos. Y el Ayuntamiento organiza cabalgatas. Cuando el Prado se transforma en jard¨ªn, el carnaval se traslada al Retiro, luego. a la Castellana y, finalmente, a Rosales. *
El clero se opone a los carnavales y se predican contra ¨¦l numerosos sermones. Famosos son los del padre Claret, en la iglesia de San Pascual, al principio del paseo de Recoletos, que terminan: "J¨®venes que est¨¢is bailando, / al infierno vais saltando".
La amante de Larra aprovech¨® el lunes de carnaval para acudir disfrazada al domicilio del escritor, romper con ¨¦l y recuperar sus cartas. Poco despu¨¦s, Mariano Jos¨¦ se suicidaba.
El primer baile de carnaval fue autoriza o por Carlos III en 1766, y se celebr¨® en el teatro del Pr¨ªncipe, donde hoy se alza el teatro Espa?ol. Se cubr¨ªa el patio de butacas con una tarima hasta la altura del escenario, con lo que se obten¨ªa un amplio sal¨®n. Aqu¨ª se celebraron muchos a?os. En 1821 se hundi¨® el tablado. Hubo muertos y heridos. Se retiraron las v¨ªctimas y sigui¨® el baile en la parte no hundida. Tambi¨¦n se celebraban en otros teatros, en casinos y en palacios privados. No consta que los hubiera en el Palacio Real, quiz¨¢s por no molestar al todopoderoso clero. Los bailes empezaban despu¨¦s de Reyes y duraban hasta el domingo de pi?ata. Fueron famosos el del palacio de los condes de Trastamara (183 l), el del palacio de la reina Mar¨ªa Cristina (1854), el del palacio de los duques de Fern¨¢n-N¨²?ez (1884), el de la marquesa de Esquilache (1908, trajes del tiempo de Luis XVI), de los marqueses de Torre Hermosa (1925, trajes rusos), de la condesa de Casa Valencia (1930, trajes de percal). Y el de los duques de Medinaceli, en su palacio, donde hoy se alza el hotel Palace (186 1). De los convocados por los casinos destaca el del C¨ªrculo de Bellas Artes, celebrado los primeros a?os en varios teatros y finalmente en su palacio propio en la calle de Alcal¨¢. Quedan de ellos una magn¨ªfica colecci¨®n de carteles, firmados por los vencedores en los concursos previos.
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