Copiar mal
No resulta demasiado dif¨ªcil rastrear las influencias que campan a lo largo y ancho de La m¨¢quina -el filme-: van desde Dr. Jeckyll y Mr. Hyde hasta Frankenstein, pasando por esa joyita del cine de serie B, a?os cincuenta, que es La mosca. Elementos de todas esas obras est¨¢n presentes en este tercer filme del director Fran?ois Dupeyton, ilustre desconocido chez nous -?pero es que hay alg¨²n director franc¨¦s contempor¨¢neo del que podamos decir que conocemos su obra? Es m¨¢s, no s¨®lo est¨¢n presentes, sino que constituyen el sentido mismo del filme, su raz¨®n de ser. Un psiquiatra aut¨¦nticamente obsesionado por el mundo del crimen inventa, as¨ª sin m¨¢s, una m¨¢quina que le permitir¨¢, ¨¦l cree, penetrar en la mente de alg¨²n criminal. Su cobaya ser¨¢ un asesino de mujeres que las mata de manera bien ortodoxa -es decir, a cuchillazos y con profusi¨®n de sangre derramada- porque no puede poseerlas sexualmente. Y lo que le ocurrir¨¢ con el experimento es, como al incauto cient¨ªfico que se cruzaba con una mosca, una cat¨¢strofe de inauditas consecuencias que ayuda a que el espectador comprenda no m¨¢s all¨¢ de la mitad del filme la enigm¨¢tica secuencia de, apertura y que constituye, de paso, el ¨²nico punto divertido de la ficci¨®n: ver qu¨¦ pasa cuando la ficci¨®n obliga al espectador a cambiar el punto de vista de la identificaci¨®n, que se desplaza de una estrella como Depardieu a un simple actor de reparto, Didier Bourdon.Pero, adem¨¢s de este efecto curioso, nada hay en el filme que permita siquiera una poca calurosa recomendaci¨®n de su visionado. Puesto a copiar el modelo gen¨¦rico americano, una de las m¨¢s deplorables costumbres del cine galo en los ¨²ltimos a?os, Dupeyron tira por el camino del medio, y no se para en barreras ante la idea de que no tiene un presupuesto m¨ªnimo para hacer cre¨ªbles los efectos especiales, ni una historia con gancho para mantener la atenci¨®n -conviene recordar, adem¨¢s, que estamos ante un thriller de terror, en el que se invita al espectador a sufrir las peripecias de su pose¨ªdo h¨¦roe-, ni unos actores que se crean siquiera m¨ªnimamente a sus personajes.
La m¨¢quina (La machine)
Direcci¨®n: Fran?ois Dupeyron.Gui¨®n: F. Dupeyron, seg¨²n la novela de Ren¨¦ Belletyo. Fotograf¨ªa: Dietrich Lohmann. M¨²sica: Michel Portal. Producci¨®n: Ren¨¦ Cleitman para Hachette, DD Productions, Prima, M6 Films, France 2, Studio Babelsberg GMBH, Francia-Alemania, 1994. Int¨¦rpretes: G¨¦rard Depardieu, Nathalle Baye, Didier Bourdon, Natalia Woerner, Erwan Baynaud. Estreno en Madrid: cines Renoir (plaza de Espa?a), Palacio de la Prensa, Vergara.
Fuerza interpretativa
Que el famoso Depardieu acepte encarnar aqu¨ª al personaje del psiquiatra es comprensible, no en vano hace una de esas exhibiciones de fuerza interpretativas que tanto gustan a los divos, al encamar a un personaje que en realidad son tres. Pero del resto no cabe decir mucho: la previsibilidad de las peripecias en que se ven envueltos los hace punto menos que monigotes, la inverosimilitud de algunas de las acciones clave a que se ven abocados les resta toda credibilidad, por no hablar ya de las motivaciones ¨²ltimas de todos ellos, no ya enigm¨¢ticas, sino sencillamente risibles. Eso ocurre, es de temer, cuando lo que se est¨¢ pretendiendo es crear un veh¨ªculo competitivo contra los grandes mamotretos recaudadores de las majors americanas. Habr¨¢ que recomendar a nuestros vecinos que se dediquen a lo que saben, y mucho, -el cine de autor, la buena y eficaz adaptaci¨®n literaria de novelas de enjundia, el filme hist¨®rico- y dejen estas tonter¨ªas para quienes realmente las saben hacer. Porque es lo suyo.
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