Las sirenas de Par¨ªs suenan a las ocho de la ma?ana

Los franceses son gente madrugadora. Y en Par¨ªs, con, toda su vida nocturna, las calles se ponen temprano. El metro, por ejemplo, empieza a funcionar minutos despu¨¦s de las cinco -entre las 5.00 y las 5.15, depende de las l¨ªneas-, y a las seis de la ma?ana abren las cafeter¨ªas, salvo en el centro urbano, donde la hegemon¨ªa del comercio impone un ritmo m¨¢s perezoso. Los cruasanes habr¨¢n entrado en los hornos hacia las cinco de la ma?ana, para llegar todav¨ªa con calor a las mesas de los bares de Les Halles.A las seis de la ma?ana empieza el primer turno en algunas f¨¢bricas de los alrededores de la ciudad, aunque ¨²ltimamente los horarios se han retrasado o flexibilizado y, en general, se ficha entre las siete y las ocho, seg¨²n las estad¨ªsticas del sindicato Fuerza Obrera.

Para la gran mayor¨ªa de los ciudadanos parisienses dedicados a tareas administrativas, las sirena s suenan a las ocho. Como en Madrid, la hora punta se sit¨²a en torno a esa hora, con un fuerte tir¨®n de atascos a las siete que remite sobre las nieve. A las ocho, las oficinas, los ministerios, los supermercados, las delegaciones de Correos y los bancos (aunque algunos se demoran hasta las nueve), metro y autob¨²s circulan abarrotados y el tr¨¢fico de entrada y salida se congestiona. Pero se llega puntual al tajo.

Seg¨²n cifras de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos, el absentismo global (retrasos, bajas, permisos retribuidos) hace perder en Francia un 7, 1 % de las horas de trabajo, bastante menos que en Espa?a, Alemania o el Reino Unido.

Los cr¨ªos tampoco tienen mucho margen para remolonear en la cama: a las ocho y media empiezan las clases en la escuela p¨²blica.