S¨®lo un chino muri¨® oficialmente en Madrid el a?o pasado

La tasa de mortalidad china en Madrid sigue pulverizando toda l¨®gica estad¨ªstica. As¨ª, el a?o pasado, s¨®lo un ciudadano de esta nacionalidad falleci¨® en la capital de Espa?a, seg¨²n la Empresa Mixta de Servicios Funerarios, por cuyo tanatorio deben pasar por ley todos los cad¨¢veres de la ciudad.El dato, pese a ser oficial, se mueve en el terreno de lo f¨¢cticamente imposible. La tasa de mortalidad en Madrid se sit¨²a en nueve muertes al a?o por cada 1.000 habitantes. La comunidad china afincada en Madrid se cifra en torno a las 3.000 personas, seg¨²n c¨¢lculos policiales. Consecuentemente, en Madrid deber¨ªan haberse registrado durante el a?o pasado unos 27 fallecimientos de orientales. Pero no. El ¨²nico entierro efectuado en tierras del Manzanares correspondi¨® a un var¨®n de 66 a?os, natural de Shanghai, fallecido el 8 de mayo en la avenida de Fuenlabrada, en Alcorc¨®n. Lo suyo fue una muerte natural. Y excepcional. Durante el resto del a?o tampoco se incineraron cuerpos de compatriotas suyos.

?A d¨®nde fueron entonces el resto de los cad¨¢veres? ?Qu¨¦ pas¨® con sus documentos? El. enigma no es nuevo. Una investigaci¨®n de este peri¨®dico de 1993 ya revel¨® que de 1988 a 1992 s¨®lo hab¨ªan muerto ocho chinos.

La publicaci¨®n de esta informaci¨®n motiv¨® la apertura de una investigaci¨®n de la Brigada Provincial de Documentaci¨®n, sin otro resultado que un aumento de las muertes oficiales: en 1993 se registraron nueve fallecimientos.

Ahora, ante este nuevo descenso, la Brigada Provincial de Documentaci¨®n sigue sin respuesta, aunque promete una nueva indagaci¨®n.

Tanto los responsables policiales como los de la funeraria consideran insuficientes las explicaciones al uso, como el traslado al extranjero de sus fallecidos -nulo en 1994- o la juventud de su poblaci¨®n madrile?a -que no la inmuniza de accidentes o enfermedades-. La contestaci¨®n tampoco procede del aprovechamiento de los documentos del muerto por un vivo ilegal. Esta v¨ªa no explica el inquietante destino final de los cuerpos. Y la comparaci¨®n con otras poblaciones inmigrantes s¨®lo redobla el misterio. Por ejemplo, los japoneses, con una cifra de residentes tres veces inferior a la china, registran casi un 50% m¨¢s de entierros y traslados.

Los pocos datos de que se dispone parecen apuntar m¨¢s bien a que sea la mafia china quien se ocupe de hacer desaparecer los cad¨¢veres y quedarse con los documentos. La falta de denuncias y el mutismo de la comunidad china hacen dif¨ªcil a la polic¨ªa probar esta hip¨®tesis.

Precisamente, para obtener nuevos datos sobre los ciudadanos chinos en Madrid, la Brigada de Documentaci¨®n ha puesto en marcha una operaci¨®n de control de sus talleres y restaurantes. Los agentes, acompa?ados de t¨¦cnicos del Ministerio de Trabajo y de la Concejal¨ªa de Sanidad, inspeccionan los locales. Las condiciones laborales, de salubridad y de estancia constituyen sus objetivos. Hasta la fecha, las irregularidades m¨¢s frecuentes se registran en materia de documentaci¨®n.

El control de los ciudadanos chinos se ve dificultado por el alto ¨ªndice de inmigraci¨®n ilegal. Un terreno controlado porla mafia china, dividida en Madrid en seis tr¨ªadas, y que, seg¨²n las hip¨®tesis policiales, est¨¢ bajo el control de un solo hombre, el Gran T¨ªo.

La introducci¨®n de inmigrantes por v¨ªas ilegales no s¨®lo da mano de obra barata para sus negocios, sino tambi¨¦n un beneficio r¨¢pido: el viaje desde China cuesta de 800.000 a tres millones de pesetas. Sus cad¨¢veres posiblemente nunca vuelvan.