Humor negro a la palestina
A la vuelta de un camino, la limusina de Yasir Arafat se tiene que parar. Un asno le corta el paso, el ch¨®fer se baja, silba, da palmas. No sirve de nada. El guardaespaldas del jefe hist¨®rico de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), se acerca a su vez al animal, chilla, le da una patada.Es en vano. Harto, el hombre de la kuf¨ªa se baja a su vez del veh¨ªculo, murmura unas palabras al o¨ªdo del animal y el burro sale huyendo al instante. Los compa?eros del presidente se sienten maravillados: "?Oh Abu Animar! ?C¨®mo lo has conseguido?" "?No es nada!,", contesta Arafat, "le he dicho que, si se quedaba ah¨ª, no tendr¨ªa m¨¢s remedio que nombrarle ministro de mi Gobierno en Gaza."
Perfecto el humor c¨¢ustico y triunfante de los a?os de Intifada, cuando al soldado israel¨ª se le describ¨ªa sistem¨¢ticamente como un tonto, ridiculizado por chiquillos que lanzaban piedras.
En las historietas que ahora se cuentan los palestinos, la autoburla y la tomadura de pelo se han vuelto contra ellos. Sharif Kanaana, profesor de antropolog¨ªa de la Universidad de Bir Zeit, en la Cisiordania ocupada por Israel, afirma: "Las historias que circulan desde hace algunos meses ilustran sobre todo la desilusi¨®n que se ha apoderado de nosotros."
Cada vez m¨¢s, el Estado prometido por Yasir Arafat aparece en el mejor de los casos quim¨¦rico, en el peor rid¨ªculo. "?Por qu¨¦ los coches en Palestina s¨®lo tienen dos velocidades? Porque antes de meter la tercera se llega a un puesto de control israel¨ª."
La creaci¨®n del Estado palestino vuelve a ser un espejismo. Clinton, Yeltsin y Arafat se presentan ante Dios. El presidente norteamericano susurra una petici¨®n al o¨ªdo divino. "No mientras vivas , hijo m¨ªo" se excusa el Padre. Sigue el ruso, y obtiene la misma respuesta. Se adelanta Arafat y pregunta cuando ver¨¢ la luz el Estado palestino. El Se?or de los Cielos adopta un aire afligido: "No mientras yo viva, hijo m¨ªo...."
El profesor Kanuana no ha recogido bromas racistas o ant¨ªsemitas, pero sin embargo la autocrueldad masoquista est¨¢ bastante difundida. As¨ª, la masacre de Hebr¨¢n en el transcurso de la cual Baruch Goldstein, colono jud¨ªo, mat¨® a 29 palestinos en febrero de 1994, ha dado lugar a un trazo de humor negro.
"En el para¨ªso de los jud¨ªos, el rabino Kahane (fundador de un movimiento racista anti ¨¢rabe, que fue asesinado) se queja por no tener una casa tan bella y grande como la de su disc¨ªpulo Go1dstein. "Es cierto," se le contesta, "pero Baruch, para construir la suya, ha venido con 29 obreros palestinos."
Las cargas contra Arafat, por medio de su joven esposa Suha, son tan numerosas y escabrosas c¨®mo impublicables. Dentro de esta misma veta, mientras en las conversaciones la mala fe de Israel es la que sale continuamente para explicar la no ampliaci¨®n de la autonom¨ªa a la totalidad de la Cisjordania ocupada, es Yasir Arafat y nunca Isaac Rabin, primer ministro israel¨ª, el objeto del sarcasmo popular.
Re¨ªrse del proceso de paz, re¨ªrse del padre de la Naci¨®n. Re¨ªrse de todo para no llorar, ecrib¨ªa Beaumarchais.
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