Por el codesarrollo en el Mediterraneo
La xenofobia y los l¨ªmites a la inmigraci¨®n en el Norte se nutren de los radicalismos integristas en el Sur
La mejor definici¨®n que se puede dar del codesarrollo en el Mediterr¨¢neo es la m¨¢s simple: se trata de un desarrollo basado en la complementariedad voluntaria de los intereses a largo plazo de las dos orillas. Ahora bien, las relaciones actualmente existentes son estrictamente de tipo comercial y s¨®lo obedecen a la ley de las ventajas compara tivas. Someten a las naciones a la arbitrariedad de las relaciones de fuerza en el mercado internacionalizado. En lugar de estabilizar las sociedades, estas relaciones las perturban al re producir y ahondar los efectos ya existentes de los desequilibrios demogr¨¢fico, econ¨®mico, financiero y cultural. En el Sur, la poblaci¨®n tiende a crecer de forma exponencial, es masiva mente joven y los efectos de la tasa de fecundidad -aunque sus ¨ªndices hayan comenzado a bajar- no se invertir¨¢n de manera significativa antes del 2010. Esto hipoteca: a la vez a los pa¨ªses del Sur y a los del Norte. Los primeros deber¨ªan ampliar su mercado de trabajo; los segundos, replantearse su relaci¨®n con la emigraci¨®n, porque la presi¨®n migratoria ser¨¢ constante en los 20 pr¨®ximos a?os. Econ¨®micamente, la diferencia entre el Norte y el Sur es enorme: m¨¢s del 87% del producto interior bruto total de la cuenca mediterr¨¢nea est¨¢ concentrado en la orilla norte. Esta diferencia, que se acentuar¨¢ en los pr¨®ximos a?os, es especialmente alarmante porque los pa¨ªses del Norte invierten cada vez menos en el Sur. Las transferencias financieras, que tradicionalmente iban de Norte a Sur, se est¨¢n invirtiendo: ahora son negativas para el Sur.Culturalmente, el recrudecimiento de la xenofobia en el Norte y la aplicaci¨®n de pol¨ªticas de inmigraci¨®n cada vez m¨¢s severas se hacen eco del auge de los integrismos en el Sur. No se trata s¨®lo de reacciones culturales. Los integrismos tambi¨¦n obtienen su fuerza de la exclusi¨®n social resultante de la dualidad cada vez m¨¢s profunda de sus sociedades. Las estrategias de desarrollo puestas en pr¨¢ctica en estos 30 ¨²ltimos a?os -ya fueran liberales o socialistas- est¨¢n hoy bloqueadas. Pero el caso es que estas sociedades ya no pueden desarrollarse como antes. Se tienen que insertar en el contexto regional e internacional. Ahora bien, esta inserci¨®n implica a su vez la apertura de los mercados, la convertibilidad de las monedas, la reducci¨®n de los d¨¦ficit presupuestarios y la aceptaci¨®n por parte de estos pa¨ªses de pol¨ªticas dr¨¢sticas de ajuste estructural impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Por desgracia, esto no se ve compensado por una verdadera apertura de los mercados, del norte del Mediterr¨¢neo para los productos de esos pa¨ªses. De ah¨ª nace una situaci¨®n de intenso trastorno econ¨®mico a la vez que de desestabilizaci¨®n pol¨ªtica end¨¦mica. En todos estos pa¨ªses, la sociedad tiende cada vez m¨¢s a dividirse estructuralmente: hay quienes est¨¢n dentro quienes est¨¢n fuera y quienes est¨¢n potencialmente amenazados de marginaci¨®n. La diferencia entre las aspiraciones de estas clases crece de d¨ªa en d¨ªa. Por un lado est¨¢ la esperanza del acceso al progreso, a la modernidad y, por otro, el rechazo hacia las capas marginales y el inevitable retroceso de identidad resultante. Por eso, toda pol¨ªtica de reestructuraci¨®n y de estabilizaci¨®n de estas sociedades que no tenga en cuenta la cuesti¨®n de la dualidad est¨¢ abocada al fracaso. Ah¨ª reside, me parece, un factor estructural de inestabilidad pol¨ªtica y, por tanto, el principal obst¨¢culo para la democratizaci¨®n de estos pa¨ªses.Para Europa se trata de saber si va a construirse contra el Sur o con ¨¦l. Para el Sur se trata de saber si va a sumirse en el subdesarrollo y las nuevas formas de colonialismo o si va a recuperarse y convertirse en un elemento constitutivo del conjunto euromediterr¨¢neo. Sin duda es imposible responder de una manera tajante a esta cuesti¨®n. Pero el balance de la pol¨ªtica mediterr¨¢nea comunitaria de los ¨²ltimos a?os no habla en favor de un optimismo desmesurado. Por eso, adem¨¢s, los responsables comunitarios lanzaron, a trav¨¦s de una pol¨ªtica mediterr¨¢nea renovada nuevos programas, concretados en 1992 en torno a los ejes Mediterr¨¢neo-urbes, Mediterr¨¢neo-campus, Mediterr¨¢neo-medios de comunicaci¨®n y Avicena. Todos esos programas parecen girar alrededor de una idea b¨¢sica: la de la cooperaci¨®n descentralizada. Pero para el futuro conf¨ªan en las inversiones privadas para paliar los efectos de la incapacidad de los Estados. Aunque la eficacia de estos programas est¨¢ a¨²n por demostrar, la Comunidad Europea parece actualmente querer hacer un esfuerzo suplementario (concesi¨®n de 4.000 millones de ecus en los cinco pr¨®ximos a?os). Y con la presidencia espa?ola de la troika europea, 1995 ser¨¢ sin duda el a?o del Mediterr¨¢neo. La conferencia prevista en Barcelona para noviembre de 1995 podr¨ªa constituir, en efecto, un giro en el porvenir de las dos orillas. Pero con una condici¨®n: aunque es aconsejable y necesario organizar un espacio econ¨®mico euromediterr¨¢neo, ¨¦ste tiene que estar orientado hacia el desarrollo y no s¨®lo hacia la circulaci¨®n de mercanc¨ªas. Dicho de otra forma, esta conferencia deber¨ªa definir prioridades de desarrollo para hacer posible el codesarrollo. Estas prioridades deber¨ªan implicar la financiaci¨®n de grandes iniciativas en el Sur para paliar los problemas m¨¢s urgentes: el agua, el empleo, la educaci¨®n y la formaci¨®n. Estos sectores no tienen nada que esperar de la inversi¨®n privada: son demasiado costosos y poco rentables de manera inmediata. S¨®lo una iniciativa comunitaria p¨²blica podr¨ªa acabar con esas deficiencias.
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