La Virgen de 'Buba'
Era evidente anoche en c¨ªrculos del Gobierno la existencia de cierto fatalismo: la suerte de la peseta depender¨¢ en gran medida de la disposici¨®n del Bundesbank a actuar como banco central europeo -y, a estas alturas, mundial- bajando hoy (o no) sus tipos de inter¨¦s para aliviar las tensiones monetarias. Los movimientos y consultas en el Gobierno alem¨¢n y en el Bundesbank eran el contrapunto, al filo del mediod¨ªa de ayer, de lo que podr¨ªa calificarse como un debate barriobajero y demag¨®gico en la Comisi¨®n de Econom¨ªa, tras la informaci¨®n proporcionada por el ministro Pedro Solbes.Cristobal Montoro, portavoz del PP, ha cogido el defecto de convertirse a menudo, quiz¨¢ sin quererlo, en el portavoz de los mercados. Al hacer esto, echa mano de unos par¨¢metros que los operadores suelen utilizar para ver cumplidas sus profec¨ªas, que no tienen nada de inocentes porque buscan salvaguardar sus inversiones y obtener fuertes beneficios. El argumento de Montoro viene a ser m¨¢s o menos ¨¦ste: con otra pol¨ªtica econ¨®mica -una que sea perfecta- no se. sufrir¨ªan las consecuencias de la crisis monetaria tal como se han hecho sentir. Sin embargo, a la hora de definir esa pol¨ªtica econ¨®mica, el portavoz no ha expresado m¨¢s que vaguedades.
La devaluaci¨®n de la peseta no puede entenderse al margen de la crisis monetaria internacional. No es que haya un componente externo. Es que estamos ante una fase de inestabilidad cr¨®nica derivada de las divergentes posiciones de las tres grandes potencias: Estados Unidos, Alemania y Jap¨®n. Si en ese contexto se agrega la renovada obsesi¨®n por la liquidez, se puede entender el v¨¦rtigo de las transacciones. Casi todos los gobiernos han sido castigados, sean socialistas o conservadores.
Cierto es que algunos lo han sido m¨¢s que otros. Solbes, tranquilo, sin estridencias, no ocult¨® la existencia de circunstancias pol¨ªticas para explicar por qu¨¦ raz¨®n la peseta hab¨ªa sufrido m¨¢s que otras divisas en el contexto de la actual crisis. Tras reconocer que el Gobierno no lo hab¨ªa hecho tan bien en el terreno econ¨®mico como otros pa¨ªses, tambi¨¦n incluy¨® en la incertidumbre que electriza a los mercados la actitud de la oposici¨®n. En lugar de recoger el guante e ir a un debate t¨¦cnico y pol¨ªtico de altura, Montoro se reafirm¨® en la venta de la cat¨¢strofe que nos amenaza.
El problema es que la oposici¨®n a¨²n tiene escasa conciencia de dos cosas: primero, que es un punto de referencia importante en cualquier crisis; segundo, que posiblemente alg¨²n d¨ªa le toque suceder a este Gobierno.
Vayamos a los dos puntos. Primero: siendo una referencia para inversores, operadores y empresarios, ?cu¨¢l es la impresi¨®n, por ejemplo, en los c¨ªrculos financieros de la City londinense sobre la pol¨ªtica econ¨®mica del PP? Breve: no se diferenciar¨¢ esencialmente, caso de gobernar, de la del PSOE. Esto no es ning¨²n pecado. En cierto modo, los socialistas mantuvieron una continuidad con la practicada por la UCD. Pero esta impresi¨®n parece llevar a los populares a la idea de que, por tanto, el ¨²nico margen de acci¨®n que les queda hasta ganar las elecciones es de materializar una sola consigna: le?a al mono. Pero cuando esta orientaci¨®n se aplica como ayer intent¨® hacerlo Montoro, escuchar a Solbes es hasta cierto punto un alivio. Segundo: es dif¨ªcil creer que el PP aspire a convertirse en el Gobierno de los mercados. ?Por qu¨¦ tomar las reacciones de aqu¨¦l -que no son- neutras ni inocentes- como un dogma?
El debate sobre realineamiento versus devaluaci¨®n se ha repetido en los ¨²ltimos dos a?os. Las dos palabras son buenas para definir lo que ha ocurrido y no son contradictorias. La peseta se ha devaluado, como en anteriores ocasiones, frente al marco y algunos de sus sat¨¦lites. En ese sentido es una depreciaci¨®n parcial. No es menos cierto que ello ha sido posible, entre otras cosas, porque el mecanismo de cambios es un sistema cada vez m¨¢s flexible, habida cuenta de que los mercados liquidaron su rigidez anterior el 1 de agosto de 1993.
Solbes admiti¨® ayer que la devaluaci¨®n no ten¨ªa fundamentos econ¨®micos, lo que supone, por primera vez, el reconocimiento oficial (Solchaga nunca lleg¨® a admitirlo) de que la peseta estaba sobrevaluada entre los a?os 1990 y 1992. ?M¨¢s vale tarde que nunca! En cuanto a las horas futuras: una vela por la Virgen del Buba, el Bundesbank.
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