?ltimo adi¨®s a Patricia Highsmith en Suiza
Sus amigos escritores, editores y vecinos exhuman sus cenizas en la aldea de Pegna
ANA FERN?NDEZ. La escritora estadounidense Patricia Highsmith, fallecida el pasado 4 de febrero, ha dejado una profunda huella en las personas que lograron entrar en su c¨ªrculo privado. M¨¢s de un centenar de amigos editores, artistas, escritores -entre ellos su editor espa?ol, Jorge Herralde; junto a Liz Calder, Elizabetta Sgarbi, Olivier Nora, Daniel Keel y Peter R¨¹edi- y vecinos le rindieron ayer un homenaje en la iglesia de Pegna, cant¨®n suizo italiano de Ticino, donde la creadora del c¨¦lebre Ripley pas¨® los ¨²ltimos siete a?os de su vida y en cuyo cementerio reposan desde ayer sus cenizas.
Como preludio del homenaje que, con m¨²sica de Bach y Mozart de fondo, se celebr¨® a las tres de la soleada tarde, en torno a una mesa del restaurante All¨¢ Cantina, sus principales editores europeos, amigos de la infancia venidos desde Estados Unidos y algunos escasos vecinos con quien entabl¨® una profunda amistad, dibujaron un semblante de la novelista muy distinto del fr¨ªo y hura?o perfil que hab¨ªa transcendido a sus incontables lectores.Patricia Highsmith era ante todo amiga de sus amigos. Vivian de Bernardo, vecina de Pegna y miembro de su c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo, se lamenta del vac¨ªo que ha dejado en su vida: su poderosa presencia "causaba una gran impresi¨®n en la gente que la conoc¨ªa". Tanto como escritora como en su vida privada, Highsmith viv¨ªa sus sentimientos y no hablaba de ellos.
Celosa a ultranza de su vida privada, la escritora muri¨® el pasado 4 de febrero, v¨ªctima de una leucemia. Se fue tan discretamente como vivi¨® sus 74 a?os. Su vida consist¨ªa en escribir y no en hacer vida social. "Debido a su aislamiento, su mente no estaba contaminada por la moda, los convencionalismos o las inhibiciones".
Un caballo salvaje
"Era como un caballo salvaje indomable", dice De Bernardo. Pat, como la llaman sus amigos, estaba interesada esencialmente en dar una respuesta moral al poder y a la violencia. "Le¨ªa el Herald Tribune como si fuera la Biblia, como un medio de tocar la trascendencia, una forma de conectar con aspectos y signos situados m¨¢s all¨¢ del alcance de la conciencia individual", apunta. "Llegar a conocerla era como jugar al gato y al rat¨®n."
Cuenta su editor alem¨¢n, Daniel Keel, con quien le un¨ªa una larga amistad, que la autora de Extra?os en un tren se hab¨ªa negado a que tomaran fotos de su casa solitaria -blanca y en forma de cubo- y su jard¨ªn, para que ningun turista pudiera reconocerla ni merodear en los alrededores o perturbar la vida de sus compa?eros favoritos de viaje: los caracoles y los gatos.
Highsmith abandon¨® Estados Unidos en 1963 para instalarse en Italia primero y m¨¢s tarde en el Reino Unido y Francia, antes de anclar definitivamente en. Suiza. Una amiga de la infancia dice que "se sent¨ªa orgullosa de su pa¨ªs, pero detestaba su cultura". Lleg¨® a la regi¨®n del Pedemonte aconsejada por otra amiga de la infancia y fue en Pegna, un peque?o para¨ªso de unos 200 habitantes situado a cinco kil¨®metros de Locarno, en la ribera del lago Mayor, donde se instal¨® hace siete a?os.
Un amigo cuenta que no le gustaba viajar, pero "por sus dibujos te das cuenta que hab¨ªa estado en todas partes", a?ade Keel y es que el editor alem¨¢n, pocos d¨ªas antes de la muerte de la escritora, descubri¨® en su casa un aut¨¦ntico tesoro: un ba¨²l lleno de dibujos y acuarelas. Highsmith "con una gran lucidez y memoria" repas¨® a trav¨¦s de ellos toda la historia de su vida y la selecci¨®n de paisajes, retratos y gatos que hizo aparecer¨¢ pr¨®ximamente recogida en un libro que, junto a relatos y ensayos in¨¦ditos, ser¨¢ la obra p¨®stuma de la escritora, autora de m¨¢s de 20 novelas y siete libros de relatos.
Para relacionarse co sus amigos prefer¨ªa la correspondencia por carta. Olivier Nora, su actual editor franc¨¦s, evoc¨® la numeros¨ªsima correspondencia -dos o tres cartas semanales durante m¨¢s de 30 a?os- que Highsmith mantuvo con su viejo editor y amigo Alain Oulman, director general de Calmann Levy y fallecido hace cinco a?os.
Sin duda, los problemas que tuvo la escritora en Francia, donde vivi¨® m¨¢s de una d¨¦cada, para obtener una l¨ªnea de tel¨¦fono contribuy¨® a esa copiosa correspondencia y fue motivo de inspiraci¨®n de algunas de sus obras. En sus cartas a Oulman, la escritora le pide su intervenci¨®n, ?incluso ante el Eliseo!, para que resuelva sus problemas telef¨®nicos. "Muchas gracias por tus esfuerzos para conseguirme una l¨ªnea...", le dijo. "Francia est¨¢ sin duda en un mal camino en lo que se refiere a los tel¨¦fonos, pero sobrevivo aqu¨ª utilizando el correo...", dijo la autora desesperada.
A Highsmith le desesperaban las pel¨ªculas que se hicieron sobre sus libros. No soportaba las encarnaciones que vio de sus personajes. La ¨²nica que le gust¨® fue A pleno sol, adaptaci¨®n de Mister Ripley, dirigida por el franc¨¦s Ren¨¦ Clement y con un Alain Delon muy joven. Pedro Almod¨®var estuvo a punto de filmar su obra favorita, The tremor of forgery, pero el "lirismo y la falta de acci¨®n" desaconsejaron la elecci¨®n del director espa?ol", se?ala Keel.
Jorge Herralde, director de Anagrama, que ha publicado casi todas sus novelas en castellano, tambi¨¦n presente en el homenaje, rememor¨® la primera visita de la escritora, a comienzos de los ochenta, a Espa?a y en concreto al festival de cine de cine de San Sebasti¨¢n, donde tras vencer la primera impresi¨®n que le caus¨®, "un tanto hura?a", horas despu¨¦s, ya de noche, se rompi¨® el hielo "y Patricia se convirti¨® en la reina del festival, eclipsando a stars y starlettes, y firmando m¨¢s aut¨®grafos que nadie".
Babelia
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