El Lleida pesca en la refriega
El l¨ªder empat¨® en Legan¨¦s en un turbio final
Los ¨²ltimos 15 minutos fueron de traca. La mecha se encendi¨® en el minuto 30 de la segunda parte. Ganaba el Legan¨¦s, habitual inquilino de las posiciones de descenso, al l¨ªder, y esto es todo un acontecimiento en la localidad del sur de Madrid. El grader¨ªo estaba de juerga permanente desde que Valdivia adelant¨® a los pepineros a la media. hora de juego. Todos esperaban el final cuanto antes, y si el bal¨®n llegaba al grader¨ªo, los chavales lo escond¨ªan con el prop¨®sito de perder tiempo. No es una actitud exclusiva del Municipal de Legan¨¦s.Se hace en todos los campos, del Santiago Bernab¨¦u a la Dehesa Boyal de San Sebasti¨¢n de los Reyes. Bueno, pues el colegiado, Mir¨® Pastor, se cans¨® del jueguecito la tercera vez que se produjo. Se fue muy enfadado al. delegado del campo, Juan Antonio Rojo, y le confes¨® algo, moviendo efusivamente sus extremidades superiores. El delegado mir¨® a la cabina de la megafon¨ªa y su propietario baj¨® sol¨ªcito. All¨ª intercambiaron opiniones los dos empleados del Legan¨¦s. El encargado de la megafon¨ªa sali¨® disgustado de la reuni¨®n, jurando en hebreo. Cuando alcanz¨® el micr¨®fono se descolg¨® con un castizo: "Dice el se?or ¨¢rbitro que si no entregan el bal¨®n suspende el partido". Se qued¨® tan pancho el hombre. El p¨²blico comenz¨® a bramar, pidiendo la cabeza del ¨¢rbitro. Mientras, Mir¨® Pastor clav¨® su mirada en el delegado pidiendo explicaciones, y este ¨²ltimo debi¨® pensar: "Tierra, c¨®meme".
Nadie se comi¨® a nadie, pero el choque degener¨® en una refriega hasta el final. Despu¨¦s de un primer tiempo muy serio del Legan¨¦s, dominando por todo el terreno y consiguiendo un gol, otra vez el joven Valdivia, el segundo periodo fue calamitoso. Los locales renunciaron al ataque y el Lleida mantuvo la posesi¨®n, pero apenas se acerc¨® al ¨¢rea.
Entre discusi¨®n y manotazo, el Lleida se fue acercando m¨¢s, pero no hab¨ªa tiempo y los recursos eran nulos. Se cumpli¨® el minuto 90 y el ¨¢rbitro como si nada. En el 93 se, incrementaron los alaridos de la afici¨®n local. "Esto es por lo de la inegafon¨ªa", se?al¨® un aficionado. En el 95 ya no quedaba ning¨²n aficionado en su asiento. Todos saltaban, gritaban, ped¨ªan la hora. Y Mir¨® Pastor, haci¨¦ndose el sueco. En el 97 lleg¨® el gol de Gonzalo y aquello se puso fe¨ªsimo. Cuatro minutos despu¨¦s, el ¨¢rbitro se?al¨® el final (102) y all¨ª todo el mundo se sub¨ªa por las paredes.
Muchos se fueron maldiciendo todo, pero unos cientos se concentraron en la puerta de los vestuarios esperando la salida del ¨¢rbitro. La cosa no lleg¨® a mayores. La polic¨ªa protegi¨® a Mir¨®. El que no apareci¨® fue el megafonista.
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