Una doble vara de medir
Aun cuando hace ya a?os que la conducta electoral tiende a ser m¨¢s estrat¨¦gica y racional que expresiva y espont¨¢nea, es decir, se vota no a aqu¨¦llos con quienes el elector se identifica m¨¢s, sino lo menos malo de lo posible, el proceso est¨¢ lejos de haberse culminado y, en todo caso, no afecta por igual a unos y otros partidos. Es decir, la actitud del electorado frente a los partidos socialistas (o de izquierda en general) o frente a los partidos conservadores es distinta. Digamos que utiliza una doble vara de medir.Como regla, los partidos conservadores han sido y tienden a ser partidos de cuadros o de ¨¦lites, mientras que los de izquierda han sido y tienden a ser partidos de masas y de militancia. Aqu¨¦llos desconf¨ªan del pueblo y los segundos son populares y populistas; los conservadores temen las movilizaciones en la calle, que es, sin embargo, el ambiente natural de las izquierdas. Estas dicen identificarse con el pueblo, con la gente de la calle, mientras la derecha se identifica con los intereses generales o, con mayor frecuencia, con los intereses de la naci¨®n y se dirige m¨¢s a las ¨¦lites. Hablo de lo que dicen, por supuesto, no necesariamente de lo que hacen.
De ah¨ª que el electorado tiende a identificarse con los partidos de izquierda, mientras que, por regla general se limita a votar a los de derecha. Lo que se ve reforzado en Espa?a por el hecho de que el socialismo y la izquierda fueron la vanguardia del antifranquismo y los portadores de la esperanza democr¨¢tica. No es ciertamente casual que el eslogan del PSOE en 1982 fuera Por el cambio, pues s¨®lo ¨¦l pod¨ªa representarlo.
Esa identificaci¨®n diferencial del electorado, mayor con la izquierda y el PSOE, menor con el PP, tiene su lado bueno y su lado malo. Lo bueno (para el PSOE, claro est¨¢) es que es dif¨ªcil quebrar esa profunda identificaci¨®n personal de muchos votantes con el socialismo, pues ¨¦ste no es algo ajeno que est¨¢ ah¨ª fuera en el escenario pol¨ªtico, sino que son ellos mismos. S¨®lo as¨ª se explica la resistencia del PSOE a la baja en la dur¨ªsima batalla pol¨ªtica actual, resistencia que, sin embargo, s¨ª es minada por IU, la otra fuerza de izquierda. Es como si algunos electores se resistieran a abandonar a un viejo amigo, a un compa?ero, en todo caso a uno de los suyos. Toda la m¨ªstica de la vieja izquierda juega a¨²n en muchos electores socialistas, especialmente entre los de mayor edad.
Pero al igual que no se abandona a un amigo en apuros, tambi¨¦n, a cambio, se le pide y exige m¨¢s. que a un simple conocido. Y as¨ª, cuando le traiciona o le enga?a se siente ¨ªntimamente burlado y entonces el enfado e irritaci¨®n del electorado es muy superior.
De ah¨ª que los casos de corrupci¨®n suelen hacer m¨¢s da?o a los partidos socialistas (en Italia, Grecia, Francia o Espa?a) que a los conservadores (por ejemplo a CiU o al PNV, con los cuales, adem¨¢s, hay una identificaci¨®n emocional derivada del sentimiento nacionalista). Pues en los primeros la corrupci¨®n genera lo que Rocard llam¨® una "ruptura del carisma"; "una p¨¦rdida de contacto con la opini¨®n y, especialmente, con la opini¨®n que se reconoce en nosotros", ha se?alado Moscovici aludiendo a la corrupci¨®n en Francia. En la expectativa del electorado hacia los partidos conservadores entra siempre la posibilidad de corrupci¨®n. En su expectativa hacia los partidos de izquierda se descarta por completo; el eslogan 100 a?os de honradez fue cre¨ªdo por el electorado, que ahora pasa factura. El contrato de los votantes con unos y otros es distinto. Y por ello, si bien los partidos socialistas aguantan m¨¢s y son m¨¢s resistentes, cuando caen lo hacen de modo brusco e inesperado (como ocurri¨® en Francia). Porque el elector entonces no cambia de voto sin m¨¢s, sino que dolorosamente rompe con una vieja ilusi¨®n personal.
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