Colo-Caos
Una vez consumada su fechor¨ªa, en el mismo escenario de su crimen, los cacos se preparan un cola-cao bien calentito y luego se van a dormir, relajados y satisfechos. La banda del Cola-Caob, que hace estragos en algunas urbanizaciones de la sierra madrile?a, deja huellas pringosas en los vasos vac¨ªos, como desaf¨ªo y como emblema que le ha hecho merecedora de su nombre. Las investigaciones van bien encaminadas; la polic¨ªa, tras arduos trabajos de laboratorio, ha llegado a la conclusi¨®n de que los ladrones, aut¨¦nticos hombres duros, lo toman solo y sin az¨²car, utilizando los cacharros de la casa, previamente desvalijada para calentarlo y vaciando la botella de leche de la nevera.Decidido a seguir hasta el final las pesquisas de este misterioso asunto criminal, que sin duda ha de marcar un hito en los anales de la cr¨®nica negra madrile?a, he puesto a trabajar a mis peque?as c¨¦lulas grises, que dir¨ªa Poirot, para colaborar en el esclarecimiento del caso. ?stas son algunas de mis conclusiones provisionales, posibles l¨ªneas de investigaci¨®n a seguir sobre el terreno:
La banda del Cola-Cao podr¨ªa ser un arriesgado, invento publicitario de la marca, un radical cambio de l¨ªnea ideado por un publicitario sin escr¨²pulos para endurecer el perfil de un producto que ha abusado de una imagen demasiado blanda: mam¨¢s, ni?os, ancianitos, amas de casa o deportistas san¨ªsimos y ol¨ªmpicos. Alcanzadas las cuotas m¨¢ximas en este sector del mercado, la banda del Cola-Cao ser¨ªa el resultado de una audaz maniobra para introducirse en los ambientes m¨¢s encallecidos del hampa, un sector en v¨ªas de expansi¨®n y con alto poder adquisitivo. Los chicos de la banda ser¨ªan el contrapunto perverso del ben¨¦volo abuelete Alfonso del Real, del ni?ato Miki Molina y de todas las madrinas televisivas que heredaron el tresillo de la incomparable Tina S¨¢inz en sus maternales y nutritivas tertulias de sobremesa.
Es una hip¨®tesis arriesgada, pero en la publicidad, como en el amor y en la guerra, vale todo, y campa?a m¨¢s criminales y escandalosas se han visto, recuerden si no las morbosas y agresivas vallas de Benetton, por ejemplo. Hoy, una marea de bebidas de alta graduaci¨®n patrocina equipos y competiciones de atletismo de ¨¦lite y firmas tabaqueras financian carreras de marat¨®n o expediciones de alpinismo, las empresas m¨¢s contaminantes se pirran por la publicidad ecol¨®gica y las f¨¢bricas de alimentos sint¨¦ticos basan su propaganda en un canto a la naturaleza, a lo verde y a lo integral. La banda del Cola-Cao podr¨ªa ser una vuelta de tuerca m¨¢s, un nuevo c¨ªrculo en la vertiginosa espiral de las artes comerciales, un rizar el rizo de la tomadura de pelo universal, que maquinan genios mercenarios de la creatividad publicitaria.
Otra l¨ªnea de investigaci¨®n paralela tender¨ªa a aclarar si los miembros de la banda llevan consigo los polvos del delito, en forma de sobre o papelina, o bien los toman prestados en la despensa de cada casa; en este caso, los ladrones. tendr¨ªan que conocer previamente la existencia del producto en los hogares a desvalijar, lo que podr¨ªa indicar la complicidad de uno o varios comerciantes de la zona que les facilitar¨ªan una lista de clientes habituales consumidores de la marca. En el supuesto de que los cacos lleven sus polvos encima, deber¨ªa establecerse una discreta vigilancia en tiendas y supermercados, procediendo a la identificaci¨®n de cualquier comprador sospechoso, sin levantar sospechas, quiz¨¢ ofreci¨¦ndoles participar en un presunto concurso. Cualquiera que est¨¦ ligeramente familiarizado con los procedimientos policiales sabe que las principales caracter¨ªsticas de los sospechosos de cualquier delito son: primero, ser j¨®venes, pelados al rape o con melena, pero siempre desali?ados; segundo, ser pobres o al menos tener apariencia de tales y, tercero, ser gitanos o miembros de minor¨ªas marginadas, inmigrantes africanos, suramericanos, orientales o eslavos, preferentemente ilegales. El sospechoso perfecto ser¨ªa el que reuniera las tres condiciones, joven, pobre y con acento raro. Que un individuo de estas se?as destine una parte de su m¨ªsero presupuesto a la adquisici¨®n de cacao soluble ya resulta extra?o, lo normal es que compren cartones de vino, latas de sardinas y panecillos.
Los detectives de la Brigada Antivicio de Madrid ya han apuntado que los componentes de la banda del C-C son, casi con seguridad, j¨®venes toxic¨®manos Supongo que lo habr¨¢n deducido por su compulsiva necesidad de colocarse con Cola-Cao que, seg¨²n su propaganda, relaja cantidad y facilita un sueno tranquilo. Est¨¢ claro que el cacao en polvo funciona aqu¨ª como un sustitutivo de la hero¨ªna, una especie de metadona, m¨¢s barata y menos peligrosa, aunque quiz¨¢ igualmente adictiva. Si yo estuviera a cargo de la investigaci¨®n, tratar¨ªa de averiguar cu¨¢ntos centros y cl¨ªnicas de desintoxicaci¨®n de la Comunidad utilizan el Cola-Cao en su dieta terap¨¦utica para eliminar el s¨ªndrome de abstinencia y tratar¨ªa de confeccionar una lista de los camellos que suelen adulterar la droga utilizando como "corte" dicha sustancia.
No creo que el cacao en polvo y sus suced¨¢neos deban ser incluidos, por ahora, en la lista de drogas prohibidas, aunque sospecho que no son productos tan inocuos como aparentan. Seg¨²n una estad¨ªstica reciente, el 90% de los maleantes de altos vuelos, expertos en ingenier¨ªa financiera, estafadores de guante blanco y corruptos de ¨¦lite que hoy copan nuestras c¨¢rceles fueron cebados en su feliz infancia con grandes tazones de cacao, cosechado, elaborado y envasado para los peque?os bwanas blancos por simp¨¢ticos y canturreantes "negritos del ?frica tropical".
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