Paseo a lo Espartero del alcalde por Sevilla
S¨®lo le faltaba el coro de Carmen cantando "?Toreador!". Alejandro, Rojas-Marcos aprovech¨® el d¨ªa de ayer para echarse a la calle, previa convocatoria a la prensa, y darse una sauna de multitudes con la excusa de revisar los adelantos en la ornamentaci¨®n del centro hist¨®rico de Sevilla.Aqu¨ª cuentan un chiste que le define: "Si hubiera sabido antes que la boda de la Infanta va a ser aqu¨ª, en el 91, en vez de presentarse a alcalde se hubiera presentado a arzobispo". A toda velocidad y efectuando paradas estrat¨¦gicas para responder a los informadores, que se sent¨ªan como Lawrence de Arabia en pleno Yunque del Sol, Rojas-Marcos, candidato por el PA en las pr¨®ximas municipales, goz¨® al m¨¢ximo de este primer acto oficioso preelectoral, recorriendo lo que podr¨ªamos llamar el sector Camelot de la capital hispalense.
Hay que decir que las dos hileras de estandartes que adornan el paseo de la Constituci¨®n han convertido, como por arte de magia de Merl¨ªn, la catedral sevillana en la abad¨ªa de Westminster, de modo que la boda puede parecer la de Ginebra con el rey Arturo, y los periodistas, ¨¦mulos de sir Walter Scott.
El alcalde, que fue largando al personal los t¨®picos de rigor acerca del lo bueno que es para Sevilla el enlace, y de lo bien que se le dan a ¨¦l las bodas, empezando por la suya, se perdi¨®, sin embargo, algunos de los rincones m , ¨¢s sustanciosos del pastel¨®n urbano, debidos a la iniciativa privada.
Por ejemplo, la tienda Blasflor, de la calle Sierpes , ha deco rado la fachada enterita con damascos, terciopelos y flores, dentro de un estilo perfectamente .compatible con Buckingham Palar,e, y otro tanto puede decirse de la ¨®ptica Moderna, situada cerca de El Salvador: rasos blancos, peque?os muebles -un sill¨®n enano Christian Dior-, lirios de agua, mouguet, y, por supuesto, gafas sueltas. Pero lo m¨¢s nupcial, no pod¨ªa ser de otro modo, ha estado a cargo de Pronovias, que rinde homenaje a la Infanta en su siempre espectacular negocio de la call¨¦ Cuna. El escaparate central ha sido enmarcado, por fuera, por varias resmas de raso color de oro, formando regias cortinas, y unas cuantas varas de enredaderas, y, en el interior, junto con el dibujo de los tres trajes que la firma ha, dise?ado para ofrecer su versi¨®n de c¨®mo ve a la Infanta de novia,, figura la siguiente loa: "Do?a Elena, la infanta, la mujer. Es Infanta de Espa?a, pero tambi¨¦n es una mujer de hoy. Es activa, sana, deportista. Es luchadora, arriesgada y decidida. Es apasionada y sensible. Es amiga de los animales, y entre ellos ha elegido el m¨¢s noble el caballo, s¨ªmbolo de raza y elegancia". M¨¢s modestamente, Jos¨¦ S¨¢nchez vende llaveros con la efigie de los novios enlazados por una Giralda con dos querubines, a 300 pesetas, aunque puede rebajarlos a 200. Consecuentemente, al lado vende pebeteros e, incienso.
El centro, todav¨ªa a medio adornar, se ha llenado de jubilados, que vienen de los barrios perif¨¦ricos en autob¨²s para contemplar las novedades. Algunos se cabrean cuando ven que el tr¨¢fico est¨¢ cortado y no les depositan en la misma avenida, pero otros, como una anciana llamada Carmen que se empe?¨® en besar al alcalde, est¨¢ encantada con su bonob¨²s: "?Ay, que me has arreglao la vida! ?Ay, pero qu¨¦ guapo eres!".
Mientras, en el convento de Santa In¨¦s se tiene cierta esperanza de que la Reina les lleve una ofrenda de huevos, pues existe la tradici¨®n de que toda madre de novia que se casa en Sevilla acude con huevos para ofrec¨¦rselos a santa Clara, con objeto de que no llueva el d¨ªa de la boda. La hermana Margarita suspira: "No creo que venga. ?Toda una Reina! Claro que, por encima de Reina, es madre". Por otra parte, admite, con la sequ¨ªa que est¨¢ cayendo, santa Clara parece ya un poco prescindible.
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