?Qu¨¦ equivocados est¨¢bamos!
?Qu¨¦ equivocados est¨¢bamos cuando en pleno fragor del "Una, grande y libre" s¨®lo aspir¨¢bamos a que nos despertaran de madrugada y fuera el lechero! ?Qu¨¦ hubiera sido de nuestras grises existencias convertidos en orondos y rubicundos europeos rodeados de geranios? Quiz¨¢ consciente de estas zozobras, el Creador tuvo a bien mandarnos sucesiva e implacablemente a Guerra, a la Conferencia Episcopal, a ?lvarez Cascos, a Vera, Sancrist¨®bal y Rold¨¢n para que volvi¨¦ramos a sentirnos 'portadores de trifulcas eternas, es decir, genuinamente espa?oles.Pero la cosa no par¨® ah¨ª: apercibido el Gran Hacedor de que toda revoluci¨®n necesita, adem¨¢s de hombres de acci¨®n, un corpus doctrinal, nos envi¨®, v¨ªa valija diplom¨¢tica, un chaparr¨®n de ¨¦tica por boca de aguerridos comandos de predicadores capitaneados por Pedro J. Zola y Antonio Herrero. Nunca vieron los siglos lugar y tiempo con mayor cantidad de ¨¦tica por cent¨ªmetro cuadrado de papel y/o decibelio. Mientras los ap¨¢ticos y degenerados extranjeros miran para otro lado en asuntos de Estado (lo cual no es que est¨¦ bien o mal, pero es: en general les encanta que su Gobierno capture delincuentes especialmente oprobiosos para su pa¨ªs, donde sea y como sea, sin tiquismiquis), aqu¨ª exigimos saberlo todo, tr¨¢tese de fondos ex reservados o intrincadas cuestiones de Derecho Internacional, disciplina ¨¦sta en la que acaban de surgir mir¨ªadas de expertos repentinos, y, adem¨¢s, lo asperjamos convenientemente con agua bendita, ?todos campeones de ¨¦tica!,El s¨²mmum de la felicidad consiste en despertar a un nuevo d¨ªa en este bendito pa¨ªs, conectar la radio y, en vez de aburrirse mortalmente hablando de c¨®mo culminar las reformas estructurales que el pa¨ªs necesita, como las econ¨®micas y las relativas a la organizaci¨®n plurinacional del Estado, la adaptaci¨®n legislativa a los cambios demogr¨¢ficos y de valores, la incardinaci¨®n en Europa-, y dem¨¢s banalidades al uso; en lugar de ello, digo, escuchar relatos de s¨¢trapas, esp¨ªas y bellacos resulta de lo m¨¢s gratificante, una especie de infancia permanentemente recuperada, el elixir de la eterna juventud. Aleluya-
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