El hombre necesario
La trascendencia de Michael, Jordan se escapa a los n¨²meros, los t¨ªtulos, el dinero y la popularidad. Siempre ha habido deportistas ba?ados en la fama y el oro, pero muy pocas veces se han visto figuras capaces de invertir la relaci¨®n de poder entre el deporte y el jugador. Evidentemente nadie puede rebasar la autoridad de un juego, el baloncesto en este caso. La NBA puede vivir sin Jordan y fabricar sus estrellas de forma sistematizada y peri¨®dica. As¨ª lo ha hecho en los dos ¨²ltimos a?os, en un habilidoso ejercicio de organizaci¨®n y mercadotecnia. Pero la ausencia de Jordan era sustancial y afectaba de forma debilitadora sobre la Liga profesional norteamericana. En el terreno de las deudas, se hab¨ªa llegado a un punto donde parec¨ªa que la NBA deb¨ªa m¨¢s a Jordan que a la inversa. Es decir, se establec¨ªa una curiosa relaci¨®n dominante del jugador sobre el juego. Esa es la cualidad m¨¢s interesante de Jordan y la que explica el impacto de su regresoHasta el anuncio de su retirada en 1993, Jordan era simplemente el mejor jugador del mundo. Tambi¨¦n era el m¨¢s espectacular, el m¨¢s famoso y el m¨¢s rico. En su juego hab¨ªa un desaf¨ªo con la gravedad y con los m¨¢rgenes humanos. Durante aquellos a?os, entre 1984 y 1993, realiz¨® aquello que s¨®lo est¨¢ al alcance de los superdotados. Recogi¨® los t¨ªtulos, la admiraci¨®n y el dinero, lo mismo que antes hab¨ªan hecho Pel¨¦ en el f¨²tbol, Babe Ruth o Joe Di Maggio en el b¨¦isbol, Bobby Hull o Wayne Greztky en el hockey sobre hielo o Bill Russell y Magic Johnson en el baloncesto.
Est¨¢bamos ante una estrella, pero una estrella que pod¨ªa ser comparada a sus antecesores. Pod¨ªa ser mejor que Bill Russell, Wilt Chamberlain, Jabbar, Magic Johnson o Larry Bird, pero el debate se establec¨ªa en t¨¦rminos estad¨ªsticos, emotivos o generacionales. Con los n¨²meros en la mano Chamberlain ha conseguido mejores promedios, Jabbar ha anotado m¨¢s puntos, Magic ha dado m¨¢s asistencias y Russell ha conquistado m¨¢s campeonatos. Pese a los n¨²meros, sab¨ªamos que Jordan era el mejor.
Lo que no supimos hasta su retirada es que Jordan era indispensable. De pronto, la NBA hab¨ªa sido rebasada por su ¨ªdolo, por un hombre que ten¨ªa un efecto determinante sobre la salud del baloncesto profesional en Am¨¦rica. Todos los esfuerzos de la NBA por reconducir su futuro han tenido algo de ficticios. La figura ausent¨¦ de Jordan ha dominado, una Liga sometida al desamparo de su ¨ªdolo. Ha ca¨ªdo el prestigio, el inter¨¦s, la audiencia y la calidad del juego. Sin Jordan, todo el entramado ha tenido un punto artificial. Hab¨ªa la necesidad de buscar sustitutos al insustituible, de simular emociones que s¨®lo estaban al alcance de un jugador, de buscar la independencia frente al dominio de la estrella ausente. Ha sido imposible. Desde la distancia, Jordan ha gravitado sobre la NBA come una referencia obligatoria. Sin su figura dominante, el baloncesto se ha sentido hu¨¦rfano y d¨¦bil Desde hoy, la NBA se siente feliz. Ha vuelto el hombre necesario.
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