Oportunidad desaprovechada
"Se os han ido sin torear", espet¨® a los coletudos, con cierta sorna no exenta de reconcome de rabia, desde lo alto del grader¨ªo, un parroquiano a la muerte del sexto novillo. Las condiciones de este morlaco, de tan magn¨ªfica estampa. como encastada catadura, alboreaban como las de sus hermanos. Y, como las de sus hermanos, fueron desaprovechadas por su matador. Una terna de novilleros modestos tir¨® por la borda, pese a su entrega, la ocasi¨®n de oro de librarse del dogal de la escasez de contratos. Muy a su pesar, seguir¨¢n rumiando torer¨ªas ut¨®picas.Tampoco es justo cargar las tintas en estos chavales en fase de aprendizaje, que act¨²an poco y casi siempre en plazas de talanqueras con novillitos al uso. Que se fijan e intentan repetir con bicornes cuajados como los habituales en Las Ventas -ayer tomaron casi 20 varas y jam¨¢s rindieron sus corpachones por el ruedo-, las frusler¨ªas t¨¢uricas que remedan las figuras a la tora boba con que ¨¦stas se ven premiadas en esas ferias y cosos de Dios o del diablo. Que para m¨¢s inri tienen la mala suerte de bailar con la m¨¢s fea del baile, con la que nadie quiere, en el momento cumbre y largu¨ªsimamente so?ado de sus carreras. Entonces les tocan novillos que necesitan profundos arcanos, enormes fundamentos de t¨¦cnica. Y fracasan.
Guadamilla / Cuti?o, Sierra, Cid Novillos de La Guadamilla,
excelentemente presentados, con casta y nobleza.Antonio Cuti?o, de Sevilla, nuevo en esta plaza: pinchazo sin soltar y estocada al encuentro (silencio); pinchazo sin soltar y media atravesada baja (pitos). Luis Sierra: media desprendida -aviso- y descabello (silencio); estocada desprendida (ovaci¨®n y saludos con protestas). El Cid, de Sevilla, nuevo en esta plaza: estocada (silencio); estocada haciendo guardia, estocada corta atravesada -aviso-_ estocada trasera y seis descabellos (silencio). Plaza de Las Ventas, 19 de marzo. Un tercio de entrada.
Ovacionados en el arrastreAs¨ª, los dos debutantes en Madrid se vieron desbordados por sus respectivos enemigos, tan interesant¨ªsimos para los af¨ªcionados, que los ovacionaron con parigual fuerza en el arrastre y cuando aparec¨ªa por toriles SU bella estampa, como facineros¨ªsimos para los chavales. Cuti?o, muy encimista, emborrach¨® de trapazos a sus galafates, eso s¨ª, corriendo kil¨®metros entre pase y pase. El Cid, con una cuadrilla que tampoco era para tirar cohetes, s¨®lo pudo campear tibios intentos de toreo bonito, siempre a merced de los novillos.
S¨®lo Luis Sierra fundament¨® sus labores en la distancia, en darle sitio al novillo, en los doblones iniciales para intentar someter el derroche de casta. Pero el trecho entre teor¨ªa y pr¨¢ctica fue demasiado grande. No obstante, con la ayuda de una excelente cuadrilla a pie -Pep¨ªn Monje, Jos¨¦ Castilla y Juan Tom¨¢s Felipe-, alumbr¨® cierto sosiego, quietud y ortodoxia sobre ambas manos. Aunque, ?ay!, en mezcolanza con semejantes fallos a los de sus compa?eros.
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