Conmoci¨®n en Chicago
Con el regreso del ¨ªdolo, nace un nuevo movimiento: el 'jordancentrismo'
(LAT), "Vuelvo".Eso es todo lo que el hombre dijo. Nunca una sola palabra signific¨® tanto para una liga de deporte profesional, o para la econom¨ªa de una naci¨®n. 0 para todo el deporte mundial.
Michael Jordan, de 32 a?os, ha vuelto a la NBA despu¨¦s de un exilio de 17 meses. Y con el ¨ªdolo, ha vuelto una esperanza, una fe; se ha creado un nuevo movimiento: el jordancentrismo, pleno de fieles y gregarios. Y ha llegado la ruina para una cadena de televisi¨®n, la CBS, que se estaba frotando las manos. Para esta red, la locura de marzo, el marat¨®n casi ininterrumpido de transmisiones de partidos de la Liga Universitaria, se ha convertido en una demencia inesperada. Albricias para la competencia, para la NBC, que tiene' los derechos de la NBA, para los patrocinadores del ¨ªdolo, Nike y Gatorade.
A Jordan no se le vio el pelo el s¨¢bado en Chicago, ese punto neur¨¢lgico del universo jordanc¨¦ntrico, y eso fue una buena cosa. El regreso a las canchas de la estrella m¨¢s grande que el baloncesto ha producido despert¨® tal marea en las calles y en los bares de ambiente deportivo de Chicago que hasta su m¨¢s breve aparici¨®n habr¨ªa degenerado en una verdadera estampida.
"?Dios, si le hubiera visto me habr¨ªa lanzado hacia ¨¦l y le habr¨ªa dado un abrazo de oso que habr¨ªa sido verlo para creerlo!", dec¨ªa Mark Drummond, de 23 a?os, un fornido trabajador de unos almacenes que se pas¨® cuatro horas en el restaurante de Jordan ingiriendo cervezas con los amigotes en la vana esperanza de que el retornado jugador de los Bulls se dejara caer por su negocio. "Hasta un beso le dar¨ªa", a?ad¨ªa con un apunte de timidez.Si entre la conmoci¨®n y la p¨¦rdida de consciencia hay una fina l¨ªnea numerosas expediciones atravesaron esa frontera en Chicago despu¨¦s de que Jordan anunciara que pensaba acabar su retiro frente a los Indiana Pacers en el partido de ayer por la noche. Durante 10 d¨ªas la ¨²nica noticia verdadera en este santuario de los locos del deporte ha sido las intenciones de Jordan. Puede que no pillara de sorpresa cuando finalmente dijo "vuelvo", pero eso no fue suficiente para evitar que el reba?o de devotos de Jordan se pasara un largo d¨ªa y una larga noche celebr¨¢ndolo.
Durante todo el s¨¢bado el batall¨®n de fieles organiz¨® su peregrinaci¨®n hacia su restaurante y hacia Nikeburgo, un edificio de cromo y ne¨®n de cuatro pisos que oficia como monumento a las zapatillas deportivas y a los recuerdos de Jordan.
Dentro del cavernoso bar, frente a una inmensa parrilla de televisores transmitiendo un partido de la Liga Universitaria, est¨¢ sentado en ¨¦xtasis
Aaron Willinger, de 14 a?os. "Imag¨ªnate si le viera aqu¨ª ahora, todo el tienipo", dice Willinger. "Dar¨ªa cualquier cosa por verle ahora mismo".
Ya cuando el restaurante abri¨®, hordas de seguidores lo invadieron para comprar recuerdos, acelerados por la noticia del retorno del h¨¦roe.
Y eso hab¨ªa sido el pan de cada d¨ªa desde hace una semana desde que comenzaron los rumores. "La gente no paraba (le acercarse por aqu¨ª para preguntarme si sab¨ªa algo", dice el vendedor Tom Grinton. "Y yo les ten¨ªa que responder que Jordan no me hab¨ªa llamado todav¨ªa para decirme nada. Ahora s¨ª (que puedo rezar en acci¨®n de gracias".
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