?C¨®mo se explican tantos errores de ortograf¨ªa?
No pasa d¨ªa en que alg¨²n lector, de cualquier rinc¨®n de Espa?a, no escriba o llame por tel¨¦fono al Defensor del Lector para quejarse -a veces con amargura, a veces con manifiesta irritaci¨®n- por el incremento que, semana tras semana, se advierte de los llamados "errores ortogr¨¢ficos" o "gramaticales" aparecidos en las diversas secciones del diario, pero sobre todo en los art¨ªculos de informaci¨®n.El Defensor del Lector ha echado la cuenta y, en estos primeros cinco meses de su tarea, sin duda m¨¢s del 50% de las quejas de los lectores se refieren a este aspecto del diario, junto con los errores encontrados en los pies de fotos y las equivocaciones en la transcripci¨®n o traducci¨®n de palabras y nombres extranjeros.
Este departamento ha respondido personalmente a cada uno de los lectores que se han quejado de lo mucho que les molestan dichos errores. Y les ha explicado que el Defensor del Lector pasa peri¨®dicamente a todo el equipo de direcci¨®n del diario un informe con todas sus quejas detalladas, con el ruego de que se tengan muy en cuenta. Y alg¨²n lector, como Manuel Echevarr¨ªa, ha comentado telef¨®nicamente, con bondadosa y castiza iron¨ªa: "Pues o no le hacen ni pu?etero caso o se ve que la cosa es desesperada y sin arreglo".
Tampoco Antonio Manteca Gonz¨¢lez, de M¨¢laga, se ha dado por satisfecho con mi carta. Y responde: "De todas formas, no me queda claro si las incorrecciones las cometen los redactores de un determinado texto, o los que transcriben el mismo, o quienes componen el peri¨®dico. Y desear¨ªa saberlo para no cometer injusticias a la hora de culpabilizar a nadie". Y a?ade: "Por otro lado, desear¨ªa hacerles saber que si critico es porque uno acaba considerando casi de familia un peri¨®dico que compra y lee todos los d¨ªas desde hace a?os, y por ello duelen m¨¢s los errores en ¨¦l".
En general, los lectores insisten en una serie de preguntas que podr¨ªan resumirse as¨ª: ?qui¨¦n es el responsable ¨²ltimo de ?que un diario con el peso y rigor de EL PA?S no consiga resolver un problema que ya hab¨ªa sido abordado por los anteriores Defensores del Lector?; ?es posible que con la tecnolog¨ªa avanzada de hoy un diario no cuente con un corrector de textos que evite por lo menos erratas que avergonzar¨ªan a un ni?o de escuela, como "andaron" o "varonesa", o palabras horriblemente acentuadas, como "manteni¨¦ndo", "esper¨¢ndo", "desp¨¦jando", "incurri¨¦ndo", "apunt¨¢lando", en apenas 40 l¨ªneas de un mismo art¨ªculo?; ?c¨®mo se explica que los mismos errores, a veces garrafales, aparezcan en diversas ediciones?; ?c¨®mo funcionan los mecanismos de un diario, y de un diario l¨ªder como EL PA?S, usado internacionalmente en escuelas de idiomas y en universidades como material did¨¢ctico?; ?es que no cuentan con un equipo de correcci¨®n como tienen otros importantes diarios europeos?; ?qu¨¦ est¨¢ haciendo concretamente la direcci¨®n del diario para dar respuesta a dichas quejas?
Y muchos lectores se adelantan a decir que no les respondamos que "un diario se hace muy deprisa" y que dichos errores "son inevitables", porque, afirman, "ya nos conocemos ese serm¨®n".
Un lector, dirigente de una empresa bancaria, ha preguntado al Defensor del Lector si EL PA?S "no exige alguna vez responsabilidades ante la falta de calidad de algunos de sus productos period¨ªsticos", refiri¨¦ndose concretamente al multiplicarse de errores ortogr¨¢ficos y gramaticales, "como har¨ªa cualquier empresa".
Responde el director
Este departamento, ante la insistencia de los lectores, muchos de ellos fieles a este diario desde su aparici¨®n, generalmente de buen nivel cultural, que se manifiestan seriamente preocupados por el aumento de errores ortogr¨¢ficos que aparecen en nuestras p¨¢ginas, ha preferido que sea el director, Jes¨²s Ceberio, quien responda a sus preguntas, teniendo en cuenta que -como rezan nuestras normas internas- los lectores son los que hacen posible, al darnos su confianza diaria, que el peri¨®dico salga a la calle. Y quienes, por tanto, tienen todo el derecho y hasta el deber de exigirnos que les ofrezcamos un producto digno de nuestro oficio de informadores y escritores.
Y as¨ª ha respondido:
"Antes que nada, no puedo menos que pedir disculpas a nuestros lectores por el irritante n¨²mero de erratas que contiene el peri¨®dico. Puestos a buscar explicaciones, y aunque suene a serm¨®n ya sabido, como dicen aIgunos lectores, no deja de ser cierto que la urgencia en el proceso de producci¨®n contribuye a aumentar los errores. EL PA?S tiene un servicio de correcci¨®n por el que deben pasar todos los art¨ªculos que se producen con cierta antelaci¨®n (opini¨®n, cartas), as¨ª como los editoriales y la primera p¨¢gina. Creo que en estas zonas del peri¨®dico hemos conseguido un nivel razonable. Es en las informaciones del d¨ªa, y sobre todo en las de ¨²ltima hora, donde los sistemas internos de control y edici¨®n no funcionan adecuadamente. Estamos estudiando la posible implantaci¨®n de un sistema de autocorrecci¨®n que, junto con el retraso en la hora de cierre del peri¨®dico, debe permitir una mejor¨ªa notable. Es una batalla que no doy por perdida y en la que tambi¨¦n est¨¢ empe?ada la Redacci¨®n, aunque a veces el resultado entiendo que puede resultar desesperante para muchos lectores".
Al Defensor del Lector no le queda m¨¢s que agradecer al director el que haya querido pedir perd¨®n a los lectores que sufren cotidianamente con nuestros errores tipogr¨¢ficos y gramaticales y hacer votos para que acabe ganando cuanto antes esa batalla, que no da por perdida. Batalla en la que me consta que est¨¢ empe?ado todo el equipo directivo deseoso de ofrecer a los lectores un peri¨®dico no s¨®lo cada d¨ªa mejor informado, sino tambi¨¦n mejor escrito.
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