Desastroso ¨¦xito
EL EX ministro Barrionuevo tard¨® 48 horas en abrir la boca despu¨¦s de que la sociedad espa?ola quedara sobrecogida por la noticia de la identificaci¨®n de los cad¨¢veres de dos etarras secuestrados por los GAL cuando ¨¦l era ministro del Interior. Cuando lo hizo, despu¨¦s de que el presidente del Gobierno le respaldara p¨²blicamente, fue para decir que no se le hab¨ªa "pasado por la cabeza" la idea de dimitir. Se?al¨® que la dimisi¨®n s¨®lo estar¨ªa justificada por motivos subjetivos, y que su conciencia no le dice que "haya hecho nada irregular", o por motivos pol¨ªticos, cuya apreciaci¨®n corresponder¨ªa "al partido y al grupo parlamentario". Que su conciencia, a la que erige, en juez y parte de su causa, no encuentre nada que reprocharse es lo m¨¢s alarmante de la actitud de Barrionuevo. Si quien era m¨¢xima autoridad pol¨ªtica de la lucha antiterrorista cuando Lasa y Zabala fueron secuestrados, seguramente torturados durante meses y finalmente asesinados tiene la conciencia tranquila es que carece de ella. Pues o no se enter¨®, en cuyo caso su incompetencia es notable, o s¨ª se enter¨®, y no hizo nada, en cuyo caso merecer¨ªa calificativos que preferimos no formular.Desplazar a su partido la apreciaci¨®n de los posible motivos pol¨ªticos de dimisi¨®n es una forma de esquivar la cuesti¨®n. Es el car¨¢cter personal y espont¨¢neo de la decisi¨®n lo que le da valor de gesto pol¨ªtico: el de reconocer una responsabilidad pol¨ªtica, al margen de que se admita o no una culpabilidad subjetiva en los hechos. Y resulta manifiestamente ventajista remitir la decisi¨®n al partido un d¨ªa despu¨¦s de que su secretario general elogiase su "buen hacer" como ministro de Interior.
Opini¨®n esta del presidente, por lo dem¨¢s, extremadamente discutible. Con lo que hoy sabemos es delirante decir que Barrionuevo fuera un buen ministro del Interior, al menos en el aspecto de la lucha antiterrorista. Por mucha comprensi¨®n que se tenga hacia las dificultades del cargo, y aun admitiendo que hoy hay mayores exigencias ¨¦ticas a los comportamientos de los pol¨ªticos que hace 10 a?os, no puede dejar de reconocerse la responsabilidad de Barrionuevo en el origen de un desastre que s¨®lo hoy se hace evidente en toda su extensi¨®n. Si Gonz¨¢lez insiste en su apoyo habr¨¢ que pensar que tampoco ¨¦l ha entendido lo que de verdad ha supuesto, para la lucha antiterrorista, para el prestigio del Estado y para la salud del sistema, la aventura iniciada el d¨ªa en que alguien decidi¨® imitar los m¨¦todos mafiosos de ETA para combatirla.
Es cierto que han pasado 12 a?os desde el secuestro de Lasa y Zabala y casi 10 desde que alguien orden¨® detener esa guerra sucia; pero ser¨¢ dif¨ªcil que, no ya los tribunales, sino los ciudadanos, archiven lo ocurrido mientras nadie se haga responsable de esa fatal din¨¢mica. Cierto, el objetivo era acabar con un enemigo que jugaba con la ventaja de no tener que someterse a c¨®digo alguno de conducta. Y la impunidad de que disfrutaba ETA en Francia era intolerable. Pero erraron gravemente quienes pensaron que un Estado democr¨¢tico puede comportarse como si no lo fuera, restaurando la pena de muerte a voluntad y prescindiendo de la legalidad con pretensi¨®n de impunidad.
Ello supuso perder el control de la lucha antiterrorista a favor de aventureros sin escr¨²pulos, siempre dispuestos a chantajear al poder pol¨ªtico. Adem¨¢s, la necesidad de tapar aquello que podr¨ªa ser utilizado por los propagandistas del terror fue la coartada para la extensi¨®n de la corrupci¨®n. Y no evit¨® que esos propagandistas utilizaran, de todas formas, la corta existencia de los GAL para justificar retrospectivamente los cr¨ªmenes de ETA y renovar los argumentos a favor de su continuidad.
La coordinadora KAS, el organismo que dirige el entramado de la violencia, ya ha aprovechado la emoci¨®n del momento para concluir, en un comunicado, que, frente a un Estado capaz de semejantes crueldades, la lucha armada no s¨®lo est¨¢ amparada por el "derecho de leg¨ªtima defensa", sino que es una "obligaci¨®n ¨¦tica". Por supuesto que tales elucubraciones son una desfachatez. Pero nada estimula tanto la reproducci¨®n generacional del terrorismo como cualquier signo que otorgue credibilidad a su discurso de las dos violencias sim¨¦tricas. De manera que incluso concediendo que la existencia criminal de los GAL influyera en el desmantelamiento del santuario etarra, fue al mismo tiempo un factor decisivo en la perpetuaci¨®n del tinglado de que se nutre ETA y que en 1983 se encontraba, tanto electoralmente como en su influencia social, en el momento m¨¢s bajo de su historia. En eso consisti¨® el ¨¦xito de una pol¨ªtica antiterrorista, dirigida por Barrionuevo, que se quiso compatible con la guerra sucia. Enlod¨® al Estado y nos deja una catastr¨®fica herencia.
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